El 17 de febrero de 2020, cuando la excongresista Aida Merlano habló por primera vez y en exclusiva con la directora de SEMANA, Vicky Dávila, en Caracas (Venezuela), prometió entregar pruebas de sus acusaciones contra las principales casas políticas de la Costa Caribe. Allí se refirió a Julio Gerlein, una de las personas que, según la exsenadora, era el poder en la sombra en el norte del país, con cercanías con todo el círculo político de Colombia.
Durante la entrevista de más de dos horas que concedió a SEMANA, Merlano habló todo el tiempo de Julio Gerlein y se refería a él como “el tipo que me lo dio todo”. De hecho, asegura que él le prometía que sacaría adelante todas sus pretensiones políticas. “Julio siempre financió mis campañas”, aseguró entonces la excongresista, al aceptar que llegó al Congreso con votos comprados producto de una maquinaria electoral. Según dijo entonces con Vicky Dávila, su error fue haber sostenido una relación que resultó siendo tóxica.
Tanto en la entrevista que concedió en SEMANA desde Caracas (Venezuela), como en su versión reciente ante la Corte Suprema de Justicia, Aida Merlano se refirió todo el tiempo a “Julio” como la persona que estaba detrás de todo, que le dio poder, que le compró votos, que ayudó en todas sus pretensiones. Aseguró que él invirtió más de 2.700 millones de pesos en comprar votos para elegirla al Senado. Sin embargo, Gerlein tiene una versión diferente.
La entrevista que concedió a SEMANA la excongresista Aida Merlano:
“Hay una recompensa que me llama de sobremanera la atención y es que logro escaparme de los captores, de las personas que ayudaron a fugarme, porque sí, yo me fugué de una clínica con la ayuda —como lo dije anteriormente— de la familia Char y de la familia Gerlein. Cuando hablo de la familia Gerlein no me refiero a Julio Gerlein, quien fue mi compañero sentimental durante muchos años. Yo me refiero a su hijo Julio Eduardo, me refiero a su hija Margarita Eugenia. Me refiero a la familia Char, en cabeza de Fuad Char, de Alex Char, de Arturo Char y también de Katia Nule porque estaban todos reunidos cuando me hicieron una videollamada desde el teléfono de Julio Gerlein y todos ellos estaban reunidos con la persona que vi luego de la fuga, en el apartamento donde me tenían escondida en Bogotá”, dijo entonces a Vicky Dávila, directora de SEMANA.
Merlano era una líder popular de la casa Gerlein que escaló en la política local peldaño a peldaño hasta llegar al Senado. Sin embargo, se había distanciado de sus patrocinadores porque, según ella, quería cambiar las costumbres de la política tradicional. Por eso, cuando un día la citaron para una reunión de varios partidos para apoyar la candidatura de Germán Vargas, decidió no ir. Desde ese momento, dijo ella, los grandes poderes del departamento la habrían visto como un peligro.
Según relató Merlano con la voz entrecortada, el exvicepresidente Germán Vargas, como retaliación por no haberlo apoyado, le habría montado con el exfiscal Néstor Humberto Martínez el entramado judicial para sacarla del ring político. Acusó también a los magistrados de la Corte Suprema de Justicia que la condenaron de dejarse sobornar y le negaron el debido proceso. Ya en la cárcel habría decidido denunciar la corrupción política del departamento y eso, según su relato, puso nerviosos a sus jefes políticos, Julio Gerlein y los Char, quienes la consintieron primero y la amenazaron después. Todo según su relato.
De acuerdo con su relato, la presión llegó al punto de que Julio Gerlein hijo le ofreció 3.000 millones de pesos con tal de que ella desapareciera y se fugara, sin volver a ver a su padre. Además, insistió, fue intimidada con tal de que no hablara en contra de Julio Gerlein.
Finalmente, según ella, estos clanes políticos le habrían enviado un abogado que le habría planteado el escape. Ella asumió ese riesgo y se descolgó por una cuerda desde la ventana de un consultorio odontológico y emprendió la huida en una moto. Merlano, prófuga de la justicia, fue escuchada por la Corte Suprema de Justicia, que la condenó a 11 años de cárcel por la millonaria operación para la compra de votos conocida como Casa Blanca. SEMANA conoció en exclusiva la totalidad de su testimonio, que dura 13 horas.
Por esa razón fue consultada sobre los detalles de la fuga que se ejecutó el primero de octubre de 2019 y no ahorró detalles para explicar todo lo que ocurrió. Según ella, Arturo Char y Álex Char sabían que tenía programada una serie de citas odontológicas para adelantar un diseño de sonrisa y allí se empezó a tejer la estrategia para evadir a la justicia.
“Un día recibí una visita de un abogado que me dijo que tranquila, que me iban a sacar por medio de una fuga y que se iban a inventar una salida. Pero cuando me hablan de una salida no me hablaron en qué momento. Yo le comenté a Julio, hijo de Julio Gerlein, que tenía tres citas, porque tengo un diseño de sonrisa que me quité. Cuando le dije que tenía esas citas, ellos se reúnen y me llaman a los teléfonos que están en la cárcel”.
Según Merlano, pensó que solo había sido un tema que no se adelantaría, pero recibió una llamada que le demostró que el plan se haría. “Cualquier día me llaman a decirme en una videollamada que todo estaba listo y cuando me llaman me pasan a una persona, un señor moreno que me dice que saque un cuaderno. Es una persona desconocida, pero contratada para mi fuga, yo no lo conozco. Sacó unos planos y sobre ellos trabajamos. Eran planos del consultorio y de la calle, ahí me dijo cómo debía hacer todo y por qué ventana brincar”.
Gerlein, en contraste, indicó que no le dio a ella 2.700 millones de pesos, sino más de 14.000 millones de pesos en los últimos diez años. Su abogado, Jaime Lombana, va a entregarle a la Fiscalía pruebas documentales de esos giros aclarando que no tenían nada que ver con fines electorales. Según el abogado, lo hacía en razón de una relación personal que su cliente tenía con Aida, a la cual siempre le daba la plata que pedía sin saber para qué era. Según Lombana, por cuenta de esa generosidad, Aida llegó incluso a comprar bienes inmuebles.
La excongresista Aida Merlano fue condenada por la Corte Suprema de Justicia, en Colombia, a 15 años de prisión. En el país tiene pendiente un proceso por los delitos de compra de votos y fraude electoral. El primero de octubre de 2019 se fugó de un consultorio en Bogotá y el 27 de enero fue recapturada en Maracaibo (Venezuela) y posteriormente trasladada a Caracas.