Una vez más llegó al Congreso de la República la discusión sobre la posibilidad de prohibir en Colombia la implantación de biopolímeros en procedimientos estéticos, teniendo en cuenta el elevado número de afectaciones médicas en quienes han decidido realizarse este tipo de cirugías.

A propósito del tema, en Vicky en Semana la empresaria y modelo caleña Elizabeth Loaiza narró desde una clínica la dura lucha que ha debido soportar luego de que años atrás decidiera aplicarse biopolímeros y, con el pasar del tiempo, las afectaciones en su salud que esa decisión trajo consigo.

“Después de tener una cola muy bonita, muy acorde a mi cuerpo, empezó la moda entre mis amigas de esa vaina de bio-gel, biopolímeros, entonces una amiga llegó con una cola divina, la otra también llegó con una cola divina, y yo dije yo quiero un poquito en el derrier. Yo la verdad no me apliqué en toda la cola, sino en donde termina la cola y empiezan las nalgas. Ahí me apliqué un poco de biopolímeros para tener esa curva (...) hace unos tres años me golpeé y empecé a ver un moradito que no se quitaba, ya me dolía cada vez que me golpeaba”, contó la modelo.

De acuerdo con Loaiza, con el pasar del tiempo la parte baja de su cola se empezó a poner dura, debido a que el biopolímero había migrado a esa zona. Por esa situación decidió ir al médico, teniendo en cuenta que, según ella, su cola se puso “como si le hubieran echado a uno Super Bonder”.

Después de dos cirugías reconstructivas, Loaiza contó en Vicky en Semana que le deben realizan masajes en su cola, haciendo necesario que la conecten a una máquina que va drenando “todo el día”.

“Realmente fui víctima del desconocimiento de estas sustancias -biopolímeros-. Uno a los 25 años hace muchas bobadas, uno es muy niño y se deja llevar por la emoción y fue realmente en un apartamento -donde le aplicaron los biopolímeros-, en una camillita. Son dos personas que se han dedicado durante muchísimos años a eso, a aplicar biopolímeros en Cali. Realmente son conocidos por eso”, agregó la modelo.

“Mi polímero solo estaba en la nalga, pero con esa cirugía me migró a las caderas, a la columna, y me migró abajo de la nalga; y además me produjo necrosis de piel. Esa cirugía no la recomiendo si me preguntan a mí. Habrá muchos doctores que la recomienden”, contó Loaiza, quien inicialmente se practicó una “cirugía cerrada” para extraer los biopolímeros, antes de ser sometida al procedimiento quirúrgico al que está siendo sometida actualmente.

Y explicó la modelo a quien hoy le están practicando una “técnica abierta” que vale más de 30 millones de pesos: “la técnica cerrada es un poco más económica, abren dos incisiones de unos cuantos centímetros abajo de cada nalga, le meten por ahí una cosita para hacerle supuestamente la extracción de biopolímeros y, en mi caso, y lo que siempre pasa es que te sacan la grasa buena, porque esos aparatos no son para extraer polímeros, sino para hacer liposucción”.

Además, la modelo recordó que en una sola cirugía los médicos no logran retirar todos los biopolímeros, pues dijo conocer casos de personas a quienes les han debido practicar hasta diez procedimientos para el retiro de esa sustancia en el cuerpo y “aún siguen en la lucha”.

“Los biopolímeros son una bomba de tiempo, eso en ningún momento está quieto, eso es un cuerpo ajeno, que tu cuerpo está tratando de eliminarlo por cualquier lugar. Y lo estético se arregla, pero hay muchas personas que estos biopolímeros les han ocasionado incluso la muerte. Hay casos que los biopolímeros migran al pulmón y allí no hay cirugía que los pueda quitar, migran atrás de las rodillas y en cualquier momento te puede dejar sin caminar; en la columna te puede dejar sin caminar. Y conozco casos de quienes han estado en coma porque el polímero le ha migrado al cerebro”, afirmó Loaiza.