El impuesto saludable rige en Colombia desde el mes pasado y su gravamen es gradual. En tal sentido, durante lo que resta de este 2023, las bebidas azucaradas y alimentos ultraprocesados recibirán un aumento del 10 %, luego un 15 % en 2024, hasta llegar al 20 % en 2025.
Dicho impuesto fue incluido dentro de la reforma tributaria que presentó el Gobierno Petro, pocos días después de posesionarse, y que fue aprobada por el Congreso y sancionada por el presidente a finales de 2022.
En Vicky en Semana, el reconocido médico funcional Carlos Jaramillo se refirió al impuesto saludable que rige en Colombia. El galeno hizo serios reparos a este.
“Esto fue muy mal hecho. Y muy mal hecho para que cupieran muchos alimentos para que ellos pudieran meter su impuesto”, dijo el médico.
Jaramillo también fue enfático en decir que el hecho que algunas bebidas azucaradas y alimentos ultraprocesados terminen costando más dinero no significaba que las personas fueran a dejar de ingerirlos o consumirlos.
“La muestra de esto es que uno paga el triple por cualquier cosa en un restaurante. Entonces el día que uno quiere tomarse algo en un restaurante, uno sabe que la gaseosa o la cerveza cuesta el triple (...). Entonces que la gente esté dispuesta a pagar más para ese gusto, para ese momento, la gente siempre lo va a querer. Los cigarrillos en Estados Unidos casi que doblaron el precio y la gente que quiere fumar sigue fumando. Los vapeadores son carísimos y la gente sigue vapeando”, agregó Jaramillo en Vicky en Semana.
De tal modo, Jaramillo calificó de “invento” el impuesto saludable que rige en Colombia. “Lo que hicieron fue vergonzoso porque los criterios fueron muy mal hechos. Los criterios para decir que algo es alto en glucosa son vergonzosos para decir que algo es alto en sodio”.
Para el médico funcional, este impuesto realmente no está orientado a cuidar a la población. Dijo que si al Gobierno Petro le importara ese tema, les prohibiría a las compañías que hacen las bebidas azucaradas y alimentos ultraprocesados su fabricación.
Vale destacar que desde el pasado primero de noviembre, las bebidas que tengan seis o más gramos de azúcar tienen un gravamen de $ 18 por cada 100 mililitros. Para 2024, aumentará a $ 28; en 2025, hablamos de $ 38.
En el caso de las bebidas que tengan diez gramos o más de azúcar, el impuesto será de $ 35 por cada 100 mililitros desde este miércoles. En 2024 y 2025 serán de $ 55 y $ 65, respectivamente.
Por otra parte, las bebidas que tengan menos de seis gramos de azúcares añadidos por cada 100 mililitros tendrán un gravamen de $ 0, lo que deja abierta la puerta para que en algún momento se incremente ese valor (a partir de 2025, el impuesto de $ 0 sólo aplicará para las bebidas de menos de cinco gramos).
En México, un impuesto de 2014 sobre las bebidas azucaradas elevó los precios de estos productos un 11 % y redujo, en dos años, el consumo en un 37 %. En Reino Unido, la industria de las bebidas bajó el contenido de azúcar en respuesta a un impuesto de 2018. El efecto se conoce como reformulación. Un año más tarde, las personas consumían, en promedio, una bebida azucarada de 250 ml menos por semana y la reemplazaron por una sin azúcar. Con ello, después de cuatro años, el azúcar que se consumía en bebidas gravadas se redujo un 35 %.
Algo similar sucedió en Sudáfrica, país que en 2018 introdujo un impuesto del 10 % sobre las bebidas azucaradas. Un año después, los hogares urbanos compraban un 29 % menos de estos productos y consumían 51 % menos de azúcar.
Los datos fueron recopilados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y sirven como referente para lo que podría pasar en Colombia, que desde el primero de noviembre puso en marcha su propio impuesto a estas bebidas, además de alimentos y preparaciones ultraprocesadas, medida a la que la Corte Constitucional le dio vía libre el pasado 25 de octubre.