El patrullero de la policía Ángel Zúñiga, protagonista en las últimas horas de imágenes que han conmovido al país y generado una solidaridad inmensa tras negarse a hacer un desalojo en Valle del Cauca en medio de la emergencia por covid-19, habló con el programa Vicky en Semana. V.D.: Saludamos al patrullero Ángel Zúñiga. Patrullero, ¿cómo está?, ¿cómo se encuentra? A.Z.:Orgulloso de defender a las personas, a los ciudadanos, a los menos protegidos del Estado, del Gobierno, porque lo que hubo ahí fue un abuso. V.D.: Patrullero, ¿qué consecuencias le ha traído el hecho de que usted se negara a hacer ese desalojo? A.Z.: El informe ya de parte de la institución y el no apoyo de mis generales. V.D.: ¿Qué le han dicho sobre los generales?, ¿qué va a pasar con usted en la Policía? A.Z.: En este momento, tengo un (inaudible) administrativo. Yo conducía un CAI móvil, yo conducía un vehículo donde me ordenan entregar todo lo que tenga, donde me dan hasta el día martes, siete de la mañana, para poder como ordenar un poquito mi cabeza, para poderme como estabilizar de esta situación.
V.D.: Y, cuénteme una cosa. ¿usted cuántos años tiene, patrullero? A.Z.: Doctora, tengo 30 años. V.D.: ¿Cuánto hace que está en la Policía? A.Z.: 10 añitos llevo en la Policía como tal en la institución. V.D.: ¿Qué pasó ese día?. ¿usted cómo llega?, ¿quién le da esa orden de ir al desalojo?, ¿cómo llega y cómo pasa todo? Reláteme qué pasó. A.Z.: Ese día, en sí, nos dijeron que nos tocaba ir pa’ Pance. Al principio “lléguenme aquí a las cinco de la mañana que nos vamos a dirigir para Pance". Allá, cuando llegamos a Pance, llegamos a la estación. Allá en la estación nos informaron: “vamos a un desalojo”. Normal, todo normal hasta ahí. Yo dije “ellos deben tener permisos, alguna cosa” y todo normal. Cuando ya estuvimos en el desalojo, me di cuenta de que había niños, personas embarazadas. Allá me di cuenta de que tenían cultivos de maíz, de fríjol, había casas, o sea habitadas, y cuando llegamos allí ya entramos normal, entré yo. Yo soy como muy… O sea, entraron como miembros de la alcaldía, no sé qué era… V.D.: Como funcionarios… A.Z.: Como funcionarios, entonces iban a entrar así como agresivos, entonces yo como soy como pasivo dije, “no, venga, venga yo hablo… mi señores, buenas. En este momento venimos a un desalojo y pues lo mejor que ustedes pueden hacer es coger sus cositas y poderse salir para que puedan hacer desalojo, para que (INAUDIBLE) no hagan nada, señor… En eso, cuando ya comenzamos así a dialogar, cuando me di cuenta como que no, ya comenzaron a hacer mucha fuerza o controles de los funcionarios… V.D.: O sea, usted empezó a ver que los funcionarios estaban agresivos… ¿qué veía de agresivo? A.Z.: Como… sí, como tirándole a la gente, ¿sí me entiende? Como “quítense y ya”, ¿sí me entiende? Como que “háganse a un lado”, como que,.. y ya comenzaron a “no, hermano, policía, hágame el favor ayúdenme a sacar, a hacerlos a un lado, al Esmad, o sea con esa como potencia, ¿sí me entiende? Sin hablarles, sin decirles “mire, llegamos con este reglamento, o sea llegaron así, ya… V.D.:Con prepotencia… A.Z.: Exacto. Entonces, yo bueno. Me hice a un lado, sí me entiende… he participado en otros desalojos, he estado pues, soy miembro de la Institución, pero yo me he dado cuenta de que se sigue un reglamento. En eso, voy y me acerco a uno de ellos, a uno de los que estaba ahí dialogando, me le acerco a un funcionario, me le acerco y le pregunto “venga, señor funcionario, yo le hago una pregunta a usted. ¿Ustedes están sacando a estas personas pero las van a ubicar? ¿O les van a dar algo, o sea, les van a brindar la mano de que ellos tengan a donde ir?” Me dijo: “No, esa gente es así, esa gente es invasora, esa gente yo no sé qué”. O sea así… Entonces yo le dije: “No, mi señor, cómo así. Cómo así. O sea, ¿ustedes los va a sacar de su casa, les sacan sus cosas afuera y les tumban las cosas y ya? No, mi señor. Eso está mal”. Bueno, yo seguí callado, me di cuenta de que…yo dije ‘me voy a hacer a un lado, me voy a calmar’. Me hice como a un lado. Cuando me di cuenta, doctora, que ya, les sacaban sus cosas, llegó la maquinaria, tumbadas sus casas, esa gente llore, había niños, mujeres, y yo miraba eso, mis compañeros miraban eso también y pues, o sea, todos nos sentíamos mal, todos mis compañeros patrulleros… yo en sí me sentía muy mal. V.D.: Se sentía triste… Cuando dice que se sentía muy mal es ¿cómo se sentía? A.Z.: Triste, tristeza. O sea, estamos en plena pandemia y haciendo esto. O sea, yo dije cómo que hacemos así y ‘pum’ y ya. Pasan y ‘tin’. Usted sabe cómo son las órdenes. Entonces, bueno, yo dije: ‘Bueno, me voy a calmar, voy a estar tranquilo, me voy a hacer a un lado’. Pensaba. Yo andaba con otro compañerito y miraba también en sus ojos esa tristeza. Cuando ya subimos más arriba, donde había un ranchito, doctora, había un ranchito, ahí estaba una señora llorando con su niño en brazos y el niño le decía: “Yo quiero, mamá, aguapanelita con leche y un pan”. Y, ¡Uish, no! Se me quebrantó todo, se me quebrantó el alma, el corazón. No, la verdad no sabía qué hacer. Ese fue el momento que yo dije: uy, me tocó el corazón. V.D.: ¿O sea, ese fue el momento en el que usted ya no se volvió a acordar de usted? A.Z.: No, yo dije ‘uy, qué es lo que están haciendo’. Esa señora tenía unas gallinitas, las tenía así enmalladas, y llegó y las sacó para que no se las fueran a apachurrar con la máquina o no sé qué, ¿sí me entiende? Entonces, bueno, las sacó así y salió el esposo. El esposo de ella era un muchacho y decía “no me vayan a hacer nada. Aquí estoy con mi hijo, no estoy haciendo nada malo, no me vayan a sacar que aquí vivo yo, tengo mi cultivito”. ¡No! Eso… Bueno. Yo dije: ‘me voy a controlar, me voy a hacer a un lado’. Todos mis compañeros estaban mal pero nosotros recibimos órdenes. Cuando en esas, listo. Yo dije ‘No, listo’. Me hice a un lado, y subí. Cuando en esas la máquina entró hacia un maizal, iba allá a destruir un maizal donde se subió una señora a la máquina para no permitir que la máquina les dañara el maizal. V.D.: O sea, se interpuso entre la máquina y lo que estaban haciendo… A.Z.: Y lo que estaban haciendo, se subió a esa máquina, se subió en el ‘volcón’, entonces subieron dos compañeritas con la orden. Usted sabe que todo es “Ay, vea, bájela hermano”. Pues así ya va es el oficial, “bájela, hermano”, y uno es a cumplir. Entonces, ya se subieron las dos compañeras a bajarla y la señora pues se resitió y entonces ya la comenzaron como a arrastrar, ya la cogió el otro compañero, ya la cogió mi mayor y ya mi mayor me vio a mí y me dijo: “Venga, hermano, ayude, hermano. Cójale una pierna”. No, ahí sí ya me quebranté y dije: “Con el respeto que usted se merece, mi mayor, no voy a cumplir su orden. No voy a cumplir su orden y no. Ahí sí ya ustedes ya podrán ver el video”.
V.D.: ¿Fue ese momento en el que usted se rebeló y le dijo a su superior no voy a hacer eso? A.Z.: No, yo no voy a hacer eso y ahí es lo que ustedes vieron de los videos… V.D.: Nosotros vimos que usted entregó su arma, ¿cómo? A.Z.: La entregué. En sí la entregué porque en ese momento me quebranté y puede generar como un peligro para las demás personas, ¿sí me entiende? Porque yo dije: “No, ellos van a pensar ‘no, él está armado, qué vamos a hacer’”. Entonces, por eso entregué mi armamento y mi radio. Yo dije: ‘No, yo entrego mis cosas porque yo ya perdí como la razón. La razón no. O sea, ya me dejé llevar por el corazón. Por eso fue que la entregué y usted ya se puede dar cuenta. V.D.: ¿Y eso es malo? Que un soldado tenga corazón… A.Z.: No, nunca, porque defendí los derechos de unos ciudadanos que no tenían a nadie que los apoyara, absolutamente, doctora, no tenían a nadie que los apoyara. Estaban desamparados, totalmente desamparados. O sea, ‘quítense, les aplastamos y ya’. V.D.: ¿Usted se siente orgulloso de lo que pasó, de lo que hizo a pesar de que traiga consecuencias para usted? A.Z.: Me siento muy orgulloso porque estoy acompañado de un ser muy especial que es mi Dios… sí? Que me tocó el corazón y él sabe por qué hará sus cosas. Él es más poderoso que todo mundo, que cualquier enemigo y ante Dios no hay nadie. V.D.: Patrullero, cuando ocurre esto, nosotros vemos una parte de los videos… sólo cuando usted se pone del lado de los desalojados, del pueblo, que estaban siendo desalojados en ese momento… ¿Qué ocurre después con sus superiores? ¿Cuánto dura esa situación? A.Z.: Usted se puede dar cuenta de cuando sucede la situación. Ellos de una a grabarme para hacer el informe, para de una vez… O sea ellos… esa fue la… ellos de una sola, como este man ‘pum’, a grabarme para poderme hacer el informe. V.D.: ¿Sus compañeros? A.Z.: No, ustedes se pueden dar cuenta de que es mi mayor el que comienza a grabarme. V.D.: El mayor… ¿Usted siente que el mayor lo traicionó, digamos? A.Z.: No, traición no. Él se rige por un régimen, ¿sí me entiende? Se rige por un régimen y pues eso le pasa es a las personas que se quebrantan y sienten el dolor ciudadano. V.D.: La gente empezó a apoyarlo a usted, empezaron a aplaudirlo… ¿Cómo se sentía usted apoyado por esa gente a la que usted había llegado a desalojar, pero que en una cosa insólita terminó usted del lado de ellos? A.Z.: No, pues yo no sé. Usted se puede dar cuenta en el video. No sé, no sé qué sentí. Ayudarlos, solamente. Lo único que sentí era que tenía que ayudarlos, que velar por los derechos humanos de esas personas. V.D.: ¿Usted siente que puso en juego su uniforme por sus convicciones? Digamos, ¿usted sintió ‘yo esto no lo puedo hacer y no importa lo que me cueste’? Usted lo dice en el video… A.Z.: Sí, todo. Ustedes saben que es así. Eso tocó más mi corazón. Que hoy esas 20 personas, yo no valgo nada para esas personas y tengo que ayudarlas. V.D.: Patrullero, ¿qué le dice hoy a esos generales de la Policía?, ¿qué le dice al director de la Policía? A.Z.: Que esperaba apoyo, esperaba apoyo de parte de ellos. Esperaba un apoyo de parte de mi general, un apoyo de mis altos superiores. Algún apoyo, alguna ayuda o ‘venga, muchacho, lo que usted hizo estuvo bien o no’. Lo único que han hecho es hacerme hablar. V.D.: Y al director de la Policía, al general Atehortúa, que hoy podría decir ‘a este joven no me lo tocan’… ¿A él qué le dice específicamente? A.Z.: No, la verdad, yo no. O sea, estoy como, como desanimado de parte de mis grandes superiores porque no he sentido un gran apoyo. V.D.: ¿Está decepcionado de la Policía? A.Z.: No, de mi Policía, no. De mis compañeros, nunca. Hay compañeros muy buenos, muchos patrulleros de buen corazón. Sino que somos regidos, somos regidos. Ellos también saben que pueden perder su trabajo al igual que yo. V.D.: ¿Usted cree que va a perder el trabajo, patrullero? A.Z.: Pues, como van las cosas, como van las cosas… parece que sí. No, eso ya depende… pero no, yo estoy con Dios y eso a mí… Dios sabe cómo hace sus cosas. V.D.: Patrullero, ¿por qué lo tuvieron tantas horas incomunicado? Después de esos hechos, ¿qué pasó en ese tiempo y dónde estaba usted? A.Z.: No, doctora, ahí sí. Cuando me trasladaron, me trasladaron para la estación de Jamundí. Yo pertenezco ahí y me dijeron que esperara ahí. Pero no, en sí me dijeron que esperara ahí hasta que ellos llegaran de hacer ese procedimiento y yo cumplí la orden.
V.D.: Y cuénteme algo… A.Z.: Doctora, yo estoy aquí en disciplina. V.D.: Ya lo voy a dejar ir… Simplemente, déjeme hacerle una pregunta… ¿le quiere decir algo al presidente Iván Duque? A.Z.: No. Qué le puedo decir a mi señor presidente. Que a veces hay que ser… que a veces hay que entender que hay ideologías que uno debe coger. Es nuestro pueblo. O sea, somos colombianos. Hay veces que hay que hacer las cosas a un lado. O sea, yo sé que él debe tener otras personas que pueden ser de poderes, ¿sí me entiende? Y él puede estar en ese no saber qué hacer, y es muy complicada la situación. V.D.:¿Usted le quiere pedir que lo ayude para que no lo saquen de la Policía? A.Z.: Doctora, eso está en manos de él y de su corazón. Nada más. Eso lo sabe él, nadie más V.D.: Y una cosa final… A.Z.: Si él quiere colaborarme, quiere apoyarme, eso solamente lo sabe él. V.D.: ¿Usted tiene quejas disciplinarias anteriores? A.Z.: Pues, la verdad, doctora, con el respeto que usted se merece, sí, sí las tengo. Una vez mi hermano en el pueblo tuvo un accidente con un muchacho, en una moto. Mi hermano Juan Sebastián. Él es cincomesino y tiene un inconveniente en un pie. Entonces, él tuvo un inconveniente con ese muchacho, un accidente donde mi hermano conduce una turbo, pues él es conductor. Conducía una turbo, tuvo un accidente con ese muchacho y ese muchacho se le pagó, se le pagó lo de la moto, se le pagó todo. Pero ese muchacho al ver a mi hermano, como mi hermano es de familia muy humilde, entonces lo comenzó a acusar que más plata, que ‘me dañaste esto’. Y siempre me llamaba: ‘que mirá, que ese muchacho no quiere dejar quieto a tu hermano’. Hasta que un día salí de permiso y yo estaba con mi hermano y este muchacho vino a molestar a mi hermano, y pues ahí tuvimos como un inconveniente con él, doctora. V.D.: Se peleó con él… A.Z.: Doctora, pues en sí, él empujó a mi hermano, mi hermano cayó y él se enredó en sus pies y mi hermano es hermano y yo no sé… Ahí sí tuve el inconveniente con él, doctora. Ahí sí pido disculpas por eso, pero yo voy a defender, yo no sé. Yo tengo el alma de defender a las personas. V.D.: ¿A usted le ganó el corazón, patrullero? A.Z.: ¡Claro! Siempre me gana el corazón. Pero, a ver. Yo estaba en el desalojo, ¿sí me entiende, doctora? Pero este no es el momento para hacer un desalojo. V.D.: Claro… ¿hoy, qué piensa de la Policía, patrullero? A.Z.: No, yo pienso que la institución es muy bonita. Yo tengo mis dos hijos, les puedo dar de comer. La institución es muy bonita. O sea, es muy bonita, sino que a veces pasan estos inconvenientes. V.D.: ¿Y usted se quiere ir o se quiere quedar? A.Z.: Pues, en sí, a mí me gusta portar mi uniforme. Yo amo mi uniforme, doctora. Pero lo que decidan los altos mandos. V.D.: ¿Pero usted se quiere ir o se quiere quedar? A.Z.: Como le digo, doctora. Yo amo mi uniforme, pero lo que decidan los altos mandos V.D.: O sea, que se quiere quedar… A.Z.: Pues, en sí, sí doctora. Esta es mi profesión, pero después no quiero que tenga como persecución o cosas en contra mía. V.D.: ¿Y qué le dijo a su familia?, ¿qué le dijo su mamá, su esposa…?, ¿qué pasó en la casa? A.Z.: Mi esposa, mi mamá, mi papá, todos saben como soy, todos me entienden.
V.D.: ¿Lo apoyaron? A.Z.: Incondicionalmente, y la gente también. Le agradezco a todos los colombianos por ese gran apoyo y saben que tiene que ser así, porque tiene que ser así. Las cosas están correctas y van con la Constitución. V.D.: Hay congresistas que piden que lo condecoren por ese valor, esa valentía y ese corazón. ¿Usted recibiría esa condecoración? ¿le gustaría? A.Z.: Si lo hacen de corazón, sí. Si lo hacen con el alma, sí. De valor sí. Sí la aceptaría porque serían personas nobles y de corazón que me la entregarían.