La temporada de Cuaresma se convierte en el peor viacrucis para especies como las tortugas y las iguanas, que son víctimas del tráfico ilegal para comercializar su carne, razón por la cual se incrementan los operativos para protegerlas.
En un operativo realizado en un barrio de Montería, la Policía Nacional salvó de una espantosa muerte a 389 tortugas hicoteas que estaban listas para quitarles la vida, mientras otras ya la habían perdido.
De acuerdo con información de la Policía Ambiental, en este momento se adelantan controles en las vías, plazas de mercado o galerías con el fin de mitigar los efectos que la temporada trae para muchas especies que por las tradiciones de consumo de carne blanca se ven expuestas a tortuosas capturas y muertes.
Esta vez, gracias a la oportuna información de la comunidad, los uniformados llegaron hasta el lugar con el fin de adelantar el registro de allanamiento, encontrando estos centenares de animales en muy malas condiciones.
Dentro de los hallazgos, las autoridades también se encontraron con 12 tortugas muertas y 5 kilos de carne preparada para su consumo sin medidas de bioseguridad, poniendo en riesgo la vida de quien se atreviera a comerla.
En la acción policial fue capturada una persona por el delito de aprovechamiento de recursos naturales renovables, que según el artículo 328 del Código Penal establece prisión de 48 a 108 meses y multa hasta de 35.000 salarios mínimos legales mensuales vigentes por vender o traficar recursos fáunicos silvestres.
La Policía Ambiental informó que incrementará los controles teniendo presente que para la celebración de la Semana Santa, el aumento de turismo y el costo de estos animales incrementan la demanda, sin reparar en los daños que esta práctica puede causar en los ecosistemas.
La tortuga hicotea está dentro del grupo de especies protegidas por las leyes colombianas debido a que se trata de una especie que está en peligro de extinción.
Creencias culturales
El arraigo cultural en algunas partes del país es lo que lleva a causar graves afectaciones a la fauna silvestre, que en época de Cuaresma se vuelve muy susceptible a la caza y hace que algunas especies hagan parte de la dieta de gran parte de la población..
Además de las hicoteas y las iguanas, la carne de babilla y águila cuaresmera también es consumida en algunos territorios de Colombia, alimentos que llegan a su tope durante esta época del año. La tradición católica prohíbe el consumo de carne roja en los días de recogimiento espiritual, razón por cual la carne blanca de los animales silvestres se eleva a niveles desproporcionados.
La venta de carne de estos animales es común en las principales vías de los departamentos del Caribe colombiano; al igual que los huevos de estos reptiles, los cuales son vendidos de forma descarada en racimos que los vendedores se cuelgan en el cuello, poniendo en riesgo la conservación no solo de estos animales sino de los ecosistemas en los que habitan.