Corrían los primeros días de diciembre de 2019. Mientras la mayoría de los colombianos armaban sus árboles de Navidad y le daban forma al pesebre para rezar la Novena de Aguinaldos, Carolina Soto, Sindy Martínez y Talia Waldron investigadoras del Instituto Humboldt, tenían la mente en el Pacífico colombiano, una de las regiones más biodiversas y a su vez olvidadas del país.
Las tres investigadoras soñaban con escuchar las voces e historias de varias de las comunidades y líderes ambientales y sociales del Chocó, Valle del Cauca, Cauca y Nariño que han dedicado sus vidas a cuidar los recursos naturales, además de recorrer los diversos ecosistemas que alberga la zona más lluviosa del territorio nacional, como las selvas húmedas y los manglares.
“El propósito era visitar la región para realizar un diálogo de saberes sobre biodiversidad con las comunidades del Pacífico y varios talleres para realizar un proceso de fortalecimiento de capacidades en ciencia participativa. Nos imaginábamos estar en diversos sitios conversando largas horas con la gente de la región”, aseguran las investigadoras de ciencia participativa del Humboldt.
El primer paso fue crear una ruta de trabajo con el Instituto de Investigaciones Ambientales del Pacífico (IIAP) para identificar las comunidades y los escenarios de los diálogos, que en su inicio no fueron concebidos como los tradicionales salones de clase sino como aulas abiertas en el bosque.
“Convocar a las personas fue todo un reto, ya que nunca habíamos realizado un diálogo de saberes en el Pacífico. Además de incontables llamadas a conocidos que han trabajado en la región, como WWF, lanzamos piezas de comunicación en redes sociales para convocar a la gente y que se inscribiera en un formulario. Queríamos contar tanto con personas del Chocó como de los otros departamentos”, recuerda Soto.
Llegó la pandemia
Durante los primeros meses de 2020, Soto y Martínez, con el apoyo de otros investigadores, estuvieron dedicadas de lleno a identificar a las comunidades y pensar en los posibles escenarios para realizar los encuentros presenciales sobre biodiversidad.
Sin embargo, con la llegada de la pandemia, todo cambió. “Esto nos hizo replantear todo, ya que éramos conscientes que un evento presencial con las comunidades en el Pacífico sería casi que imposible y un gran riesgo para todos. Los diálogos debían ser virtuales, algo que es bastante complicado en una región donde el acceso a internet y los medios de comunicación son escasos”, precisan las investigadoras.
“Como ya teníamos claro que no íbamos a ir a terreno, decidimos invertir esos recursos en estrategias que permitieran garantizar el acceso a internet de las comunidades. Talia, una de nuestras investigadoras en ciencia participativa, tuvo la brillante idea de destinar dinero para la compra de recargas de internet”, dijo Soto.
La seguridad de la población era uno de los problemas. “Estábamos haciendo una convocatoria para líderes en una región con graves conflictos socioambientales, como el caso de la construcción del puerto de Tribugá en Nuquí (Chocó)”, complementó la experta.
Juana Perea, la primera en confirmar
A pesar de la zozobra por la inseguridad de la zona y lo novedoso de un evento virtual, las investigadoras siguieron difundiendo el formulario de inscripción con sus conocidos y por medio de las redes sociales. La fecha del diálogo de saberes sobre biodiversidad quedó para los días 11, 18 y 25 de noviembre.
Juana Perea, una colombo-española que estaba radicada hace dos años en el municipio de Nuquí (Chocó), donde trabajaba en temas como el ecoturismo y alzaba su voz en contra de la construcción del puerto de Tribugá, fue la primera en inscribirse en el formulario del diálogo de saberes del Humboldt.
“Nos llenó de alegría ver el nombre de Juana en el formulario, ya que sabíamos del trabajo que realizaba con las comunidades del Pacífico y su lucha por la protección de la naturaleza. Su inscripción llegó a mediados del mes de octubre”, recuerdan ambas con nostalgia.
El correo de Juana motivó mucho más a las investigadoras. Según Martínez, decía que, aunque no era chocoana, se sentía como si lo fuera. “Nos dijo que quería hacer de Nuquí una región sostenible a través del trabajo con las comunidades, por lo cual creía que nuestros talleres le iban a servir mucho en su proyecto”.
Días después, Martínez le envió un e-mail a Perea confirmando que había sido seleccionada para participar en el diálogo de saberes, el cual nunca pudo ser contestado. El 29 de octubre, el cuerpo de la mujer de 50 años fue encontrado sin vida a orillas del mar por un disparo en su cabeza.
Con el corazón adolorido por el asesinato de Juana Perea, las biólogas decidieron rendirle un homenaje a la líder ambiental por medio del diálogo de saberes. “Esta tragedia nos hizo reflexionar sobre la seguridad de los líderes ambientales que querían participar en el encuentro, los cuales día a día arriesgan sus vidas para defender los recursos naturales del Pacífico”, dijo Sindy.
Participación masiva
“Al comienzo teníamos dudas de que la comunidad participara. Pero pasó todo lo contrario, ya que la convocatoria superó el número trazado, más de 50 personas entre afrodescendientes, indígenas y campesinos”.
Sin embargo, debido a lo complejo de la virtualidad y el miedo por la seguridad, seleccionaron solo 30 líderes ambientales que habitan en 12 municipios del Pacífico: Bahía Solano, Bajo Baudó, Buenaventura, Dagua, Juradó, Lloró, Medio Atrato, Nuquí, Quibdó, Riosucio, Timbiquí y Tumaco.
El diálogo de saberes se dividió en tres módulos: el primero sobre lo que es la ciencia participativa, el segundo de inventarios participativos y, el tercero, de monitoreo participativo como una estrategia de gestión del territorio.
Un grupo de WhatsApp fue el principal medio de comunicación para difundir la agenda de los talleres y conocer un poco más sobre la vida de los participantes. “Durante todo noviembre nos conocimos a través del celular”.
Rompiendo barreras
Los diálogos de saberes sobre biodiversidad del Instituto Humboldt distan de las clases magistrales de los colegios y universidades, ya que las comunidades son las protagonistas y las que más conocen sobre los ecosistemas.
“Son espacios donde el diálogo siempre está abierto para que cuenten sus experiencias y formas de pensar. Los investigadores no tenemos el objetivo de evangelizar a los participantes, sino de aprender de su conocimiento; la gente nos da sopa y seco, son increíbles”, anota Soto.
“Algo muy bonito del primer taller es que la comunidad empezó a enlazar sus proyectos con los de los demás, una sinergia que podría arrojar trabajos a futuro. Algo que les llamó mucho la atención fue el cultivo de naidí que algunas poblaciones trabajan desde hace varios años”, menciona Soto.
Al final del primer taller, las investigadoras del Humboldt les pusieron una tarea a los participantes: tomar fotografías de alguna especie o un ecosistema cercano a sus casas, la cual debía ser enviada al grupo de WhatsApp.
Durante toda una semana, las comunidades del Pacífico inundaron el chat grupal con imágenes de la vasta biodiversidad que habita cerca de sus viviendas. “Fotos de rayas, tortugas marinas, armadillos y el naidí mandaron la parada, las cuales sorprendieron a todos porque muchas no las conocían”, dice Martínez. Según Soto, este ejercicio fue el abrebocas para empezar a hablar de los inventarios participativos, el segundo taller.
El último día del diálogo de saberes, realizado el 25 de noviembre, estuvo enfocado en el monitoreo participativo de la biodiversidad, un tema que las investigadoras también abordaron a través de los alimentos que hay en la cocina.
Cosechas biodiversas
El 2 de diciembre, los 30 líderes ambientales del Pacífico participaron en un intercambio de experiencias sobre los tres días del diálogo de saberes, algo que Soto y Martínez definen como una sesión de cosecha, es decir, lo que recoges y te llevas.
“Dialogamos sobre cuál fue la cosecha de este encuentro y las semillas que arrojó. La comunidad concluyó que siguiéramos con el chat grupal para seguir intercambiando información sobre la biodiversidad, y así en el futuro poder cocrear proyectos de ciencia ciudadana”.
Reconocieron que la defensa de los recursos naturales del territorio debe ser una prioridad, pero no hay muchas garantías para el trabajo de los líderes por los problemas de inseguridad que hay en todo el país.
Para las biólogas, las principales lecciones vinieron por parte de las comunidades. “No solo en todo el conocimiento que tienen sobre biodiversidad, sino en esas ganas de sacar a flote sus iniciativas a pesar de las adversidades. La sonrisa de la gente del Pacífico no se marchita”.
En el corto tiempo, las investigadoras del Humboldt tienen pensado hacer una publicación con todas las historias recopiladas en este diálogo de saberes, un documento con crónicas, imágenes, fotografías y relatos biodiversos.