Las dantas o tapires son conocidos como arquitectos o ingenieros de los ecosistemas. Se alimentan de plantas y frutas y son importantes dispersores de semillas, pues defecan mientras caminan. La semilla abonada por sus excrementos germina y esto permite que árboles y plantas crezcan en diferentes lugares.
Colombia es un país privilegiado, pues cuenta con tres de las cuatro especies que hay en el mundo: la danta el Pacífico (Tapirus bairdii), la de Montaña (Tapirus pinchaque) y la Terrestre o Amazónica (Tapirus terrestris). Sin embargo, las amenazas sobre estas especies son constantes.
La primera, está distribuida únicamente en el extremo norte de la región Pacífica, en la Serranía del Darién y en las inmediaciones del Golfo de Urabá; mientras que la de Montaña, se ubica en la cordillera Central, pues hasta la fecha, no hay evidencias verídicas de la presencia de la especie en las cordilleras Oriental y Occidental. La iniciativa Conservación de Tapires de Colombia (CTC), ha identificado 370 registros de esta especie. De las tres especies, la Danta Amazónica es la que presenta la distribución geográfica más extensa.
En el país también fue identificada una subespecie de la Tapirus terrestris, conocida como Danta Colombiana (Tapirus terrestris columbianus), de la cual la CTC ha reunido 30 registros. Está distribuida en la región Caribe y en el Valle Medio del río Magdalena. Sin embargo, sus poblaciones están altamente fragmentadas y su hábitat natural profundamente alterado.
José Fernando González-Maya, director científico de la Fundación ProCAT Colombia, indica que estos animales, gigantes de los ecosistemas, son clave para cada una de las zonas en las que habitan. “El hecho de que caminen por los bosques hace que se abran sendas en donde se fijan algunas plantas pioneras en procesos de regeneración, por ejemplo. La presencia de los tapires son fundamentales para que los ecosistemas tengan capacidad de resiliencia y de responder a los cambios”.
Zonas ecológicas importantes
En Colombia estos animales son clave, pues su distribución se da precisamente en grandes zonas ecológicas y determinantes en materia ecosistémica como son la Amazonia, Orinoquia, los Andes y el Chocó biogeográfico. “Es un país único en tener tres especies, pero también la responsabilidad es mayor en los esfuerzos que se hagan tendientes a su conservación”, indica.
La necesidad de proteger y conservar estos animales fue precisamente la que llevó a que en 2017 surgiera la iniciativa de Conservación de Tapires de Colombia (CTC), con el objetivo de trabajar en investigación y conservación de estas especies en el territorio nacional.
Sergio Escobar Lasso, director de esta iniciativa, manifestó que desde hace tiempo diferentes actores tanto nacionales como externos veían con preocupación los riesgos y las amenazas generados sobre estas especies y la necesidad de crear conciencia frente a su protección, por lo que era importante buscar alternativas que permitieran llenar los vacíos de información sobre las mismas y de esta forma trabajar en estrategias de conservación.
Fue así como liderados por el Grupo de Especialistas de Tapires de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), se formuló este proyecto del cual también forman parte la Fundación ProCAT Colombia, la Fundación Orinoquia Biodiversa, el Wildlife Conservation Society (WCS) y la Universidad Nacional, el cual cuanta con el apoyo financiero de organizaciones internacionales y locales.
ProCAT Colombia, que se dedica a temas de investigación y conservación de biodiversidad en Colombia, se encarga precisamente del anclaje de este proyecto y trabaja para facilitar su proceso de creación y consolidación, sin desconocer que la iniciativa como tal es de naturaleza interinstitucional.
“La idea es articular también esos proyectos que ya están en marcha para que se mantengan en el largo plazo y facilitar la comunicación con entidades territoriales, autoridades ambientales nacionales y regionales y de esta forma gestar nuevas estrategias orientadas a lograr el mismo objetivo”, manifestó González-Maya.
Principales amenazas
Los principales riesgos a los que se exponen estos animales es la pérdida de hábitat, debido a la deforestación y la transformación de los ecosistemas naturales. Dado que son especies de gran tamaño y requieren de zonas amplias para vivir, esta problemática genera graves afectaciones y las pone en inminente riesgo.
La cacería es otra de las amenazas que se cierne sobre estos mamíferos. Los habitantes de las zonas cercanas a su hábitat, las cazan tanto para consumo como por deporte, generando así una preocupante extracción de individuos de las poblaciones. También se enfrentan a otros riesgos como: enfermedades emergentes y construcción de infraestructura que en algunas oportunidades causa atropellamientos y genera fragmentación del hábitat.
De las tres especies, la más amenazada es la de Montaña. Esta situación se da porque viven en muy bajas densidades, ocupan las zonas altas de Los Andes, región que ha sufrido el mayor proceso de transformación en el país debido a la cantidad de población.
Sin embargo, no es la única. Dado que el tapir del Pacífico tiene una distribución muy pequeña en el Chocó, también lo hace muy vulnerable a una posible desaparición en caso de no tomar acciones para conservarlo. Las tres especies se encuentran en la categoría de Amenaza, según la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza.
¿Cómo se puede ayudar para proteger a los tapires?
Son diversas las formas en que las comunidades pueden ayudar a proteger a estos grandes animales. Dado, por ejemplo, que una de las principales amenazas es la cacería, está en manos de las personas la reducción de la misma.
El llamado que hacen los expertos es que se trata de especies que son muy importantes para los ecosistemas naturales, por lo que se convierten en una inversión, pues ayudan a conservar la biodiversidad. “Reducir la cacería en todas las regiones en donde habitan y frenar la deforestación y la fragmentación de espacios, es clave”, dicen.
Sergio Escobar Lasso, indicó que este proyecto es determinante para dar a conocer a los tapires, pues no se protege lo que no se conoce. “El objetivo es generar esa apropiación social para cuidar y conservar a este que es el mamífero terrestre más grande que habita en el país”.
Por su parte, José Fernando González, indicó que el objetivo es generar acciones eficientes, colaborativas y participativas que propendan por salvar estas especies, entendiendo que los tapires son grandes representantes de lo que es la singularidad de la biodiversidad colombiana, pero que requieren del cuidado de las personas para poder sobrevivir a largo plazo.