Este jueves se celebra el Día de la Tierra, una fecha clave para tomar conciencia en torno a nuestras actuaciones como seres humanos frente al manejo y exploración de los recursos naturales.
Es un hecho, que en los últimos 50 años, el planeta ha palidecido drásticamente por la explosión del comercio global, consumo, crecimiento desenfrenado de la población humana y la expansión urbanística, actividades que están provocando una destrucción y degradación acelerada en la biodiversidad mundial.
Es importante detenerse a pensar cómo tratamos a la naturaleza, qué productos consumimos y especialmente qué podemos hacer para evitar que la tierra colapse por cuenta de las malas prácticas que ejecutamos.
Inundaciones, catástrofes naturales, temperaturas extremas, incremento en el nivel del mar y transmisión de virus de animales han parte de la larga lista de problemáticas a las que millones de personas deben enfrentarse, por cuenta del maltrato al que ha sido sometida la naturaleza y la biodiversidad. Se trata de situaciones cada vez más frecuentes y fuertes, que llaman a la reflexión en el marco de esta conmemoración.
Ante esta difícil e inevitable realidad, hay varios aspectos que le están generando gran afectación al planeta y en los que los ciudadanos pueden trabajar para evitar una catástrofe y sentar las bases de un mundo sostenible y en el que las próximas generaciones puedan vivir.
1. Pérdida de biodiversidad
La pérdida de ecosistemas y fauna ha sido el común denominador en los últimos años. Un millón de especies animales y vegetales están ahora en peligro de extinción. En la tierra, los mares y el cielo, el impacto de los humanos en la naturaleza es devastador.
Según el último informe de la ONU sobre pérdida de biodiversidad, la destrucción de la naturaleza se está dando a una velocidad nunca antes vista y la necesidad humana de más alimentos y energía son los principales impulsores. El estudio señala que estas tendencias se pueden detener, pero se requerirá un “cambio transformador” en cada aspecto de cómo los humanos interactúan con la naturaleza.
De acuerdo con el último informe Índice Planeta Vivo (IPV) 2020, elaborado por el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) que es presentado cada dos años y que fue dado a conocer en septiembre del año pasado, entre 1970 y 2016, las poblaciones de mamíferos, aves, anfibios, reptiles y peces en el planeta registraron un desplome de casi el 70 %, un claro indicador del lamentable estado de la salud global que padecen los ecosistemas del mundo.
Para hacerle frente a esta lamentable realidad, el informe indica que aún es posible revertir la curva de la pérdida de biodiversidad, al igual que detener y cambiar la tendencia provocada por la alteración en los usos del suelo. “Necesitamos lograr la transición a una sociedad y un sistema económico que valore la naturaleza y reequilibrar nuestra relación con el planeta para preservar la diversidad de vida y permitir una sociedad justa, saludable y próspera”, expresó Marco Lambertini, director general WWF Internacional, en su momento.
2. Contaminación con plástico
Si bien los esfuerzos y regulaciones para detener la contaminación con residuos plásticos se han duplicado en los últimos cinco años, estos no son suficientes. En los océanos terminan más de 11 millones de toneladas de plástico cada año, lo que indica que un alto porcentaje de toda la basura que flota corresponde a este material. Expertos advierten que si no se toman las medidas adecuadas, esta cantidad se triplicará en 2040 alcanzado unas 29 millones de toneladas al año.
Los cálculos indican que para 2030 habrá más plásticos que especies vivas en el mar, un aspecto en el que se debe trabajar, pues animales como aves, delfines, ballenas y tortugas, mueren por esta causa de estos desechos.
Para la Organización de Naciones Unidas, la problemática del plástico es mucho más compleja y va más allá que los efectos generados por la pandemia, pues se trata de un componente que está presente en millones de productos que se importan y exportan. Lo preocupante es que, de acuerdo con el organismo multilateral, no existe una política internacional coordinada que permita hacer frente y tener un buen manejo de estos materiales.
Ante esta realidad, una de las salidas es contar con un acuerdo mundial en torno al menejo y aprovechamiento de estos materiales, que permita que los gobiernos se comprometan e involucren a los ciudadanos en estas prácticas.
3. Calentamiento global
Una de las mayores problemáticas a las que se enfrenta el planeta es al calentamiento global. Las temperaturas cada vez suben más y las emisiones por gases de efecto invernadero es una de las principales razones de que los últimos años se hayan consolidado como los más cálidos y que la última década haya sido la de mayor temperatura, generando afectaciones directas en diversos ecosistemas como el incremento en el nivel de los mares por cuenta del derretimiento del hielo de los polos.
El incremento en los niveles de calor se ha ido acelerando año tras año. Desde inicios de la década del 2000, cada mes se registran temperaturas superiores a la media. La Organización Meteorológica Mundial (OMM) pronosticó que entre 2020–2024, casi todas las regiones, excepto algunas zonas oceánicas australes, tendrán temperaturas superiores a los valores actuales.
Uno de los mayores causantes de esta situación son los gases de efecto invernadero generados por diversas actividades como el transporte, la ganadería y especialmente por el uso de combustibles fósiles. La migración a modelos productivos más sostenibles y al uso de energías renovables es una de las salidas para evitar que la temperatura promedio mundial suba más de 1,5°C, frente a la era preindustrial. El año pasado el incremento promedio fue de 1,2°C.
Específicamente, en el caso del Colombia, el país se comprometió a reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero en 51 % a 2030, un propósito del que debe hacer parte no solo el Ejecutivo, sino el sector privado y los mismos ciudadanos en búsqueda de reducir su huella de carbono.
4. Deforestación
La pérdida de bosques es uno de los problemas más preocupantes que afronta el planeta. El año pasado el mundo perdió 12 % más de bosques tropicales, que en 2019. Los incendios, tormentas y sequías fueron determinantes en este nefasto balance. En total, el planeta perdió 4,2 millones de hectáreas de estos bosques primarios húmedos, según el último informe publicado por el World Resource Institute (WRI), hace un par de semanas.
Solo en la Amazonia, datos del Proyecto de Monitoreo de la Amazonia Andina (MAAP), de Amazon Conservation, el año pasado se perdieron 2,3 millones de hectáreas, siendo Brasil, Bolivia y Perú los países más afectados. Sin embargo, Colombia no se quedó atrás, pues según este registro, la motosierra acabó con 140.000 hectáreas en la Amazonia nacional, siendo el segundo dato más alto en la historia.
Sin duda, este es uno de los principales retos medioambientales que tiene el mundo, pues la tala de bosque no solo acaba con las especies de flora, sino también con las de fauna que encuentran allí su hábitat y que están siendo desplazadas y puestas en riesgo por su cercanía cada vez mayor con el hombre. La deforestación es, además, una a las principales generadoras de gases de efecto invernadero.
5. Sequía
El agua es un recurso único e insustituible. Es la base de la vida, las sociedades y las economías, sin embargo, 2.200 millones de personas en el mundo no tienen acceso a este preciado líquido.
A medida que pasa el tiempo, más regiones en el mundo se enfrentan a la sequía, poniendo en riesgo no solo la supervivencia de millones de personas, sino de especies que necesitan de este recurso natural para sobrevivir.
El informe recuerda que es un recurso necesario para la producción de alimentos, la generación de electricidad y diversos usos industriales, entre muchos otras actividades humanas. Sin embargo, su valoración en términos de dinero infravalora o ignora aspectos difíciles de traducir en una cantidad monetaria.
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la agricultura, que representa el 70 % del consumo total de agua, enfrenta en el mediano y largo plazo “retos complejos” para garantizar la alimentación de toda la población latinoamericana, que según el organismo alcanzará los 9.000 millones de personas en 30 años.