Los bosques tropicales albergan la mayor parte de la diversidad de plantas en la Tierra, pero también de fauna silvestre. Se generan por sucesión natural y son determinantes para el planeta, por sus múltiples funciones ecosistémicas.

¿Pero qué sucede con estos bosques frente a una extinción masiva?, era una pregunta que la ciencia aún no había podido responder con certeza.

Usando una extensa colección de fósiles de hojas y de polen encontrados en territorio colombiano, un grupo de científicos liderados por la doctora Mónica Carvalho, pasante postdoctoral conjunta de la Facultad de Ciencias Naturales de la Universidad del Rosario y Smithsonian Tropical Research Institute, evaluaron cómo cambiaron los bosques tropicales con el evento de extinción que dio fin al 75 % de las especies al final del periodo Cretácico, hace 66 millones de años.

Este se conoce como el tercer y último periodo de la era Mesozoica (entre 252 y 66 millones de años atrás), también conocida como la era de los dinosaurios.

Los bosques tropicales modernos tendrían su origen al final de periodo Cretácico. | Foto: Mónica Carvalho/Universidad del Rosario

Según los resultados de la investigación, los fósiles muestran que durante el final de esta era (entre 72 y 66 millones de años atrás), los bosques tropicales eran muy diferentes a los que se pueden observar ahora.

Según la doctora Carvalho, “a diferencia de los bosques modernos, en los que priman las plantas con flores, los bosques de los dinosaurios estaban conformados equitativamente por helechos y plantas con flores, y prevalecían árboles como las araucarias. Eran igualmente lluviosos, pero los árboles crecían ampliamente espaciados entre sí, permitiendo la filtración de luz al suelo del bosque”.

Tras el impacto del asteroide, cerca del 45 % de las especies de plantas se extinguieron, y se desató un periodo de baja diversidad en el trópico de América.

El equipo dominado por paleontólogos y biólogos colombianos compararon los bosques fósiles previos y subsecuentes a la extinción, con bosques vivos en Amacayacu (Colombia) y Panamá.

Las comunidades de insectos del periodo Cretácico eran más selectivas. | Foto: Mónica Carvalho/Universidad del Rosario

Los hallazgos fueron muy dicientes. Encontraron que los bosques que surgieron tras la extinción eran más similares a los actuales que a los que vivían antes de la extinción. Los nuevos bosques estaban dominados por plantas con flores, como ocurre en la época actual.

Sus árboles crecían formando bosques espesos en los que poca luz se filtraba. Las leguminosas, fijadoras de nitrógeno por excelencia, llegaron a ser tan abundantes como ocurre hoy en día.

Insectos más generalistas

Otro de los descubrimientos de este trabajo, publicado en la prestigiosa revista Science, tiene que ver con características ecológicas, mostrando que la herbivoría (daño o ataque hecho por insectos a las hojas) también cambió con la extinción. Antes de que esta se registrara, los herbívoros eran muy específicos: muy pocas especies de plantas compartían el tipo de marcas creadas por insectos.

Después de la extinción, todas las especies de plantas compartían los mismos tipos de mordiscos, reflejando comunidades de insectos más generalistas.

Los fósiles colombianos muestran que los efectos ecológicos y evolutivos que tuvo la extinción del final del Cretácico fueron extremos. En esencia, dieron lugar a un nuevo tipo de bosque: el bosque que hoy en día alberga la mayor diversidad del planeta.

Colombia es precisamente un país de bosques tropicales. Según datos del Ministerio de Ambiente y desarrollo Sostenible, en el territorio nacional estos ecosistemas cubren 58.633.631 hectáreas, siendo la Amazonia y el Pacífico, las regiones con mayor cobertura.

Los bosques modernos permiten el paso de poca luz, a diferencia de los que había antes de la extinción en la era de los dinosaurios. Foto: Andrés Estefan/PNUD

De la cobertura total de bosques del país, 26,1 millones de hectáreas están en territorios de comunidades indígenas y 4,24 millones en los de comunidades afrocolombianas. Es decir, el 51,7 % del total de bosques naturales de la Nación están localizados en territorios colectivos.

Estos ecosistemas son determinantes, pues cumplen funciones clave para el planeta. Por ejemplo, regulan el ciclo del agua, también recogen y almacenan el recurso, ayudan a evitar las inundaciones, protegen los suelos y ayudan a controlar la erosión y a evitar derrumbes y deslizamientos. Como si fuera poco, reducen los efectos del cambio climático producido por el hombre.

Son la fuente de muchos recursos como madera, medicinas, alimentos, fibras y materiales de construcción, además de ser territorio de vida para las comunidades que los habitan, cuyas prácticas tradicionales de manejo pueden contribuir a la conservación de estos bosques y selvas.

Son el hábitat de miles de especies de plantas, aves, mamíferos, reptiles y anfibios. Esto cobra especial importancia al ser Colombia un país de gran diversidad biológica, que ocupa entre el primero y cuarto lugar a nivel mundial en cuanto a número de especies.