Latinoamérica y el Caribe son clave en el proceso de garantizar la seguridad alimentaria del planeta. Así lo consideró el director general de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), quien aplaudió el trabajo de la región en la producción de alimentos.
Durante un encuentro de ministros de Agricultura, celebrado este viernes, el director del organismo multilateral, Qu Dongyu, alabó la contribución regional que impidió que la crisis sanitaria generada por el coronavirus se convirtiera también en un problema alimentario. “Ahora deben ser los arquitectos de la recuperación, una recuperación con transformación”, instó.
Según el funcionario, esta transformación requerirá innovación y digitalización, una mayor productividad agrícola y un sistema agroalimentario sostenible que garantice dietas seguras y saludables.
Además, indicó que se requerirán inversiones públicas y privadas para crear sistemas agroalimentarios con menor huella de carbono, que protejan y conserven el medioambiente y la biodiversidad, impulsando una mayor equidad para los pequeños agricultores, pueblos indígenas, mujeres y jóvenes rurales.
Los datos de la FAO indican que América Latina y el Caribe aportan el 14 % de la producción mundial de alimentos y el 45 % del comercio internacional neto de productos agroalimentarios, y sus sistemas agroalimentarios suponen hasta la mitad del empleo total, así como entre el 30 y el 40 % del producto interno bruto (PIB).
Qu Dongyu añadió que al igual que la Revolución Verde de los años 60 y 70 que creció en México fue decisiva para acabar con las hambrunas en todo el mundo, la nueva misión, regional, es “impulsar la necesaria transformación de los sistemas agroalimentarios para que podamos alimentar a 10.000 millones de personas en 2050”.
Mayor productividad y sistemas sostenibles
Para el logro de este objetivo será necesario que la región aumente la productividad agrícola mediante sistemas agroalimentarios sostenibles con dietas seguras y saludables, una mayor eficiencia hídrica, la regeneración del suelo y el almacenamiento de carbono, menos gases de efecto invernadero, la preservación de los bosques tropicales y la biodiversidad y una mayor equidad para los pequeños agricultores, los pueblos indígenas y los jóvenes y mujeres del medio rural.
Para la FAO es claro que la pandemia generada por el coronavirus ha producido un impacto negativo en la región, en donde se registró una contracción del 7,7 % del PIB en 2020, lo que ha provocado un retroceso sin precedentes en la lucha contra el hambre y la pobreza.
“No es una recesión normal”, subrayó en su presentación el economista jefe de la organización, Máximo Torero, donde advirtió que más de 20 millones de personas podrían engrosar las filas de la pobreza y propuso una serie de inversiones agrícolas y medidas políticas para acelerar la recuperación de los niveles de empleo y actividad anteriores a la pandemia.
“La mayor caída económica del mundo producto de la covid 19 se verá en América Latina y el Caribe. 2,7 millones de empresas han cerrado. La región podría tardar una década en volver al nivel prepandemia”, dijo.
A pesar del fuerte aumento de los niveles de desempleo, las exportaciones agrícolas regionales aumentaron incluso cuando las importaciones cayeron, lo que pone de manifiesto la resistencia del sector en la mayoría de los países, dijo Torero.
Por su parte, Federico Tenorio, ministro de Desarrollo Agrario y Riego de Perú, argumentó que en las últimas décadas los países de la región han dado fuertes impulsos a los agronegocios y a la agroexportación. “Después de la pandemia debemos complementar estos esfuerzos con políticas públicas para asegurar la alimentación sostenible de nuestras poblaciones”.
Tenorio destacó el rol que han tenido los sistemas agroalimentarios en el desarrollo de las Américas en las últimas décadas: “Si antes contribuyeron a dar respuestas a la pobreza y desigualdad, hoy deben hacer frente a la pandemia y su impacto en la seguridad alimentaria, dando acceso a dietas saludables y productos variados en el mundo rural y urbano”, concluyó.
El director general del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), Manuel Otero, celebró que durante la reunión se hablara de sistemas agroalimentarios. “El prefijo agro es clave: con él se reconoce que, sin producción agrícola, no hay materias primas que luego se transformen en alimentos y, por lo tanto, sería una utopía lograr la seguridad alimentaria”.
“Los sistemas agroalimentarios –agregó Otero– ya están en un proceso de cambio irreversible, que deberá seguir evolucionando a través de una alianza sinérgica con el medioambiente. Estamos ante una gran oportunidad de desarrollar sistemas más maduros, con respeto irrestricto por el ambiente y el énfasis puesto en la calidad nutricional”.