El agua es el elemento más importante para la vida humana y para los demás seres vivos que habitan en el planeta. Hacer un adecuado aprovechamiento de este preciado líquido es clave para el futuro de la humanidad.

Este lunes, 22 de marzo, cuando se celebra el Día Mundial del Agua, es importante reconocer que en Colombia, este recurso natural es una de sus mayores riquezas. El país cuenta con seis nevados, 44 % de los páramos de Sudamérica, cinco vertientes hidrográficas, 30 grandes ríos, 1.277 lagunas y más de 1.000 ciénagas. Sin embargo, muchas veces no valoramos su importancia.

Dentro de estas riquezas naturales y que son clave en la producción de agua, están los páramos. Estos ecosistemas son denominados fábricas de agua. Este “apodo”, dice Marcela Galvis, coordinadora del Proyecto Páramos: Biodiversidad y Recursos Hídricos en los Andes del Norte del Instituto Humboldt, se debe a una afortunada confluencia de factores que sólo se encuentran en estos ecosistemas y que los convierte en reguladores hídricos por excelencia.

Santurbán es uno de los más importantes complejos de páramos en el país . Foto: Guillermo Torres/Semana.

De un lado, su altura considerable los hace barreras para las masas de aire húmedo que ascienden por las cordilleras desde el Amazonas, la Orinoquía y los valles interandinos. En los páramos se condensan dichas masas liberando buena parte de su humedad, la cual es atrapada por la vegetación y por sus suelos, generalmente profundos y con capacidad de liberar lentamente el agua que captan del aire.

Adicionalmente, explica que el paso de antiguos glaciares ha dejado extensos valles en forma de U y depresiones en el paisaje paramuno, los cuales permiten la formación de amplios sistemas de humedales que se convierten en reservorios naturales de agua.

Son tan importantes estos ecosistemas que 17 millones de colombianos toman agua de fuentes que tienen sus nacimientos en el páramo. Tan solo el páramo de Chingaza suministra el 80 % de agua para Bogotá. De los páramos se benefician 73 hidroeléctricas, que corresponden al 53 % del potencial hidroeléctrico del país. De igual forma, 173 distritos de riego toman agua que proviene de estos ecosistemas para la producción de alimentos.

Hábitat de miles de especies

Colombia posee 2,906,137 millones de hectáreas en ecosistemas de páramos, equivalente al 2,5 % del territorio continental. De los 1.123 municipios de Colombia, 400 tienen jurisdicción en páramo, es decir, 36 % del total, y de estos, 10 municipios tienen más del 70 % de su área en este ecosistema.

Los ecosistemas de páramo son hábitat de miles de especies tanto de flora como de fauna. Allí pueden encontrarse cerca de 4.000 especies de plantas, de las cuales 734 son endémicas (casi un 30 %), 70 especies de mamíferos, 154 especies de aves, 90 especies de anfibios.

Y si bien no hay una cifra exacta de cuántas de estas especies están en riesgo, en un esfuerzo del Instituto Humboldt para la evaluación de las especies de flora del páramo, se hicieron estudios con 148 especies endémicas, de las 3.000 especies registradas para el páramo, encontrando que 89 especies, es decir, el 60 % de estas, se encuentran bajo alguna categoría de amenaza: 13 están en peligro crítico de extinción, 59 en peligro y 22 vulnerables.

Aunque Colombia no tiene un índice de estrés hídrico muy alto, fuentes de agua como el Páramo de Sumapaz están en peligro.

Por otra parte, en otro proceso de evaluación especialmente para los frailejones, se encontró que de las 88 especies que están registradas, 58, es decir, el 66 % de ellas están amenazadas. Como si esto fuera poco, por otro lado, el grupo de las bromelias de las que hay registradas 215 especies, 89 de ellas, que corresponde al 41 %, están amenazadas.

Amenazas para estos ecosistemas

Si bien los páramos son ecosistemas determinantes en la producción de agua y como hábitat de diversas especies de flora y fauna, sus problemáticas y amenazas no son menores.

Sus mayores problemas están anclados a los procesos agrarios, de ordenamiento territorial y de desplazamiento de comunidades que, desde épocas tan lejanas como la Colonia, han obligado a familias a asentarse en las zonas de páramo.

De otro lado, según Galvis, apoyada en la publicación: “Claves para la gestión local del páramo”, las prácticas productivas y extractivas incentivadas durante distintas épocas han impulsado la transformación de las coberturas naturales de los páramos, y está relacionado en gran medida con la expansión de los sectores productivos, el asentamiento o el crecimiento de las poblaciones humanas. Esta situación genera pérdidas de biodiversidad y de los servicios ecosistémicos que nos ofrecen los páramos.

La minería es una de las principales amenazas de los páramos en el país.

Se estima que el 15,4 %, que equivale a 449.500 hectáreas de la vegetación nativa de los 36 complejos de páramos del país ha sido reemplazada por cultivos y pasto. Esta transformación se concentra principalmente en la cordillera oriental.

Aunque las actividades mineras están prohibidas en el páramo desde el 2011, aún existen títulos mineros de los cuáles el 60 % corresponde a minería de carbón, el 17 % a oro, plata y otros metales y el resto a materiales de construcción como arcillas o calizas. Esta actividad ocasiona pérdida de suelo y los socavones, genera erosión que impacta directamente la regulación hídrica.

A esta situación también se le suma el estado de vulnerabilidad de su población, se estima que en los páramos habitan al menos 69.000personas en donde el 70 % de ellas se consideran en situación de pobreza y cuyas actividades económicas son dependientes del estado del propio ecosistema.

Grandes mitigadores del cambio climático

De acuerdo con Galvis, la vegetación del páramo, sus suelos y turberas tienen la capacidad de retener diez veces la cantidad de carbono que almacena un solo metro cuadrado de un bosque tropical. En la medida en que se conserven los páramos, pueden evitarse emisiones de gases efecto invernadero, lo cual es crucial para la mitigación del cambio climático.

Debido a las bajas temperaturas del páramo, las raíces de la vegetación y el material muerto de las plantas no se descompone tan rápido; esta función es la que permite que se retenga la humedad del ambiente y gradualmente se libere hacia los ríos y quebradas, evitando que estas fuentes de agua se sequen debido a las altas temperaturas que podría ocasionar el cambio climático.

Cabe mencionar que esta misma función de regulación hídrica contribuye a que las sequías en las parte medias o altas de las montañas no sean tan intensas o prolongadas, pues el suelo del páramo podría proveer agua lentamente mitigando de esta forma, los efectos del cambio.

Acciones para protegerlos

¿Cómo puede la ciudadanía ayudar a cuidar estos ecosistemas? Para Marcela Galvis, es importante tener en cuenta que el actual marco normativo para la gestión y conservación de los páramos opera a partir del principio de participación. Es decir, abre la puerta para que la sociedad civil pueda incidir de manera directa en el manejo y el cuidado de estos ecosistemas.

Colombia posee 2,906,137 millones de hectáreas en ecosistemas de páramos, equivalente al 2,5 % del territorio continental. Foto: IGAC. | Foto: IGAC.

“Así, una primera consideración estaría en invitar a que la sociedad civil, especialmente los habitantes locales de los páramos, se acerquen y conozcan la ley, se vinculen a los espacios que deben abrir las autoridades ambientales, y, en los casos donde estos espacios no se hayan generado, impulsen su creación y funcionamiento. En este contexto es clave que las comunidades se organicen, reflexionen sobre la situación del páramo y construyan propuestas para su conservación”, manifiesta.

En su concepto, lo primero es conocer para entender su singularidad, y así conservar. “Podemos contribuir a su conservación, visitando y conociendo los páramos, apoyando a las iniciativas de turismo sostenible”.

Otra manera es apoyar a los negocios verdes que surgen del esfuerzo de las personas que habitan en el páramo, quienes transforman sus predios hacia modelos productivos más sostenibles; consumir y asistir a los mercados verdes o mercados campesinos comunitarios que muestran esos avances en la sostenibilidad y buscar o preferir alimentos de denominación de origen “producto de alta montaña” como el agraz, arándanos, papas nativas.

Tienda virtual Zalva

En el marco de apoyo a los páramos, hay organizaciones empresariales que también desarrollan estrategias tendientes a salvaguardar estos ecosistemas. Por ejemplo, Agua Zalva, que nació con el propósito de proteger los páramos colombianos a través del proyecto MiPáramo, anunció el lanzamiento de una tienda virtual, en donde por $1.500, los colombianos pueden adquirir simbólicamente, un metro cuadrado de páramo. Los recursos obtenidos a través de esta plataforma, estarán destinados a la protección del páramo de Santurbán en el norte de Santander.

Los ciudadanos pueden comprar de manera simbólica un metro cuadrado del Páramo de Santurbán y de esta forma ayudan a proteger este ecosistema.

La iniciativa se lanza en el marco del Día Mundial del Agua, para recordar el valor del recurso hídrico. La tienda virtual de Zalva está disponible a partir del 19 de marzo. Al realizar la compra simbólica del páramo, los usuarios recibirán a vuelta de correo la fotografía y el certificado del terreno simbólico que adquirieron, y una botella de agua de la marca que refuerza su propuesta de valor.

“Esta tienda de virtual es una iniciativa que reúne en un solo espacio nuestro propósito de cuidar el bosque alto andino por medio de una propuesta de valor diferente a las tradicionales, tomando a la tecnología como una herramienta que nos ayude a amplificar nuestro gran propósito de salvar a estos ecosistemas e invitando a los colombianos a ser parte del cambio”, afirmó Juan Alonso, director de la marca.