La naturaleza ha sido una de las más afectadas por cuenta de la pandemia. Los esfuerzos de los gobiernos concentrados en tomar decisiones que permitan hacerle frente al virus han dejado de lado sectores que son clave para los países como es el caso del medio ambiente.

Así lo advierte la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), organización que ha generado voces de alerta en torno a la pérdida de biodiversidad, pero también al incremento en el número de especies que se encuentran amenazadas en el mundo, así como las dificultades para que los guardabosques desarrollen su trabajo.

Los guardabosques intentan mantener protegido la riqueza natural de los parques nacionales. Foto: Parques Naturales Nacionales de Colombia.

La UICN asegura que las áreas protegidas tuvieron que limitar o detener temporalmente sus actividades: algunas suspendieron la vigilancia contra la caza furtiva, sus actividades de protección y de educación o suprimieron empleos debido a la caída de los ingresos turísticos, por cuenta del confinamiento.

La información la da a conocer a través de un artículo, publicado en su revista Parks, el cual se basa en diez investigaciones en línea llevadas a cabo en 90 países de todos los continentes, excepto la Antártida.

En el caso específico de África, por ejemplo, más de la mitad de áreas protegidas debieron anular o reducir las patrullas y las operaciones contra la caza furtiva, así como sus actividades educativas y de divulgación. En Asia, estas medidas afectaron el 25 % de las zonas protegidas.

En América del Norte y del Sur, en Europa y Oceanía, la mayoría pudo mantener sus actividades principales, pese a los cierres y la pérdida de ingresos procedentes del turismo, según la UICN. Específicamente en Colombia, las 15 áreas protegidas que tienen acceso al público estuvieron cerradas por nueve y diez meses, lo que causó graves afectaciones en sus ingresos.

“No hubo un fuerte aumento de la caza furtiva tal y como la entiende la gente, como la de los rinocerontes”, puesto que la pandemia imposibilitó la exportación al extranjero de los cuernos debido a la caída del transporte internacional, explicó a la AFP Adrian Philips, coeditor de esta edición especial de la revista Parks.

Sin embargo, explicó que sí hubo un alza de la caza furtiva a otro nivel, especialmente para comer. “Los guardabosques fueron confinados o perdieron su trabajo (...) Comunidades pobres, que dependían del turismo, se dieron cuenta de que no podían sobrevivir sin esta caza”, agregó Philips.

Complejidad para los guardabosques

Una investigación llevada a cabo en más de 60 países mostró que 25 % de los guardabosques se vieron confrontados a una reducción o aplazamiento de sus sueldos y que 20 % perdieron su empleo debido a los recortes que propició la covid-19. Esta situación afecta en especial a América Central y el Caribe, América del Sur, África y Asia.

En América del Norte y en la región del Mediterráneo surgieron otras problemáticas: la ausencia de turistas benefició a la naturaleza en lugares habitualmente muy frecuentados, pero en algunos casos los animales se acercaron a las zonas habitadas, suscitando nuevos desafíos.

En el Mediterráneo, además, algunas reservas sufrieron una avalancha de visitas al término de los confinamientos, debido a un incremento del turismo nacional.

La vigilancia y protección de la las áreas protegidas se ha dificultado durante la época de pandemia. Este es el Parque Natural Amacayacu en la Amazonia colombiana. Foto: Parques Nacionales Naturales.

“No podemos permitirnos que la crisis actual comprometa todavía más nuestro medioambiente”, indicó Rachel Golden Kroner, de la oenegé Conservation International, citada en una comunicación oficial de UICN.

“La ciencia nos muestra claramente que debemos actuar urgentemente para preservar mejor” la naturaleza y los espacios protegidos, considerados como uno de nuestros mejores aliados contra la emergencia de nuevas pandemias”, indicó Mariana Napolitano Ferreira, de WWF Brasil.

El informe insta a diversificar los recursos financieros para que las poblaciones no dependan únicamente del turismo internacional y a usar masivamente las tecnologías de vigilancia, como los drones. Sin embargo, es claro que esto no podrá darse sino en los países que tienen los recursos para adquirir este tipo de tecnologías.

El informe de la UICN ratifica lo que en varias oportunidades ha planteado la Organización de Naciones Unidas, organismo multilateral que ha advertido que contra la crisis climática no hay vacuna y que todos los efectos a los que se enfrentan hoy la naturaleza y el planeta, en general, se verán reflejados en un mayor calentamiento. “El mundo está en guerra contra la naturaleza”, ha dicho el secretario general de la ONU, Antonio Guterres.

Una de las formas de garantizar que los efectos del cambio climático no continúen al alza como lo vienen haciendo, es asegurar que los ecosistemas permanezcan intactos pues son los que se encargan de absorber el el carbono emitido desde diferentes frentes.

“Tenemos científicos magníficos que produjeron vacunas en un año, pero el cambio climático no es algo que podamos resolver en un año, es algo en lo que todos necesitamos trabajar y trabajar en forma consistente”, ha manifestado Inger Andersen, directora ejecutiva del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente.

Tráfico ilegal de fauna silvestre

Una de las consecuencias de los confinamientos, pero también de la pérdida de recursos por parte de las comunidades ha sido el incremento en el tráfico ilegal de fauna silvestre. En el mundo, este es el cuarto negocio ilícito más rentable, después del tráfico de drogas, el de armas y el de personas, según la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC).

Colombia no es la excepción y regiones como Amazonia y el Pacífico, son altamente afectadas por este flagelo. Sin embargo, no son las únicas. Grandes ciudades como Bogotá también se han visto envueltas en esta problemática de antaño en el país.

Las ves son una de las especies más traficadas en Colombia. Foto: CAM Huila

Centenares de animales llegan a la capital para continuar su rumbo a mercados internacionales donde son muy bien pagos o, en su defecto, se quedan en la ciudad para ser comercializados.

Las redes sociales e internet se han convertido en grandes aliados en las épocas de cuarentena y un mecanismo efectivo para que los criminales comercialicen cientos de animales. Hasta octubre del año pasado las autoridades habían incautado más de 16.800 ejemplares víctimas de este flagelo.

De acuerdo con el Sistema de Información Estadístico, Delincuencial Contravencional y Operativo de la Policía Nacional, las especies más traficadas en el país son reptiles, aves y algunos mamíferos, varios de los cuales son endémicos, es decir, que solo existen en Colombia.

Estas cifras evidencian las afectaciones causadas a la naturaleza, pues cada animal que se extrae de su hábitat genera grandes impactos en los ecosistemas; eso sin contar con la destrucción de bosques por cuenta de actividades ilegales como la deforestación, la minería ilegal y otro tipo de negocios ilícitos.