Para trabajar en pro de la conservación de la biodiversidad de ecosistemas únicos y amenazados del Caribe y la Orinoquía colombiana, Riqueza Natural, el primer programa de gran escala de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), demostró que es posible conservar y responder a las necesidades socio-económicas de las comunidades que dependen de sus territorios.
Desde 2017, este programa impulsó la conservación de los ecosistemas más amenazados de Colombia: el bosque seco tropical en la región del Caribe y las sabanas inundables, los bosques de galería y las selvas transicionales de la Orinoquía. El Programa Trabajó en tres paisajes de conservación: Montes de María, Sierra Nevada de Santa Marta-Serranía del Perijá y la Orinoquía, en los departamentos de Arauca, Casanare y Vichada.
“No hay ningún otro país con una riqueza natural más vibrante que la de Colombia. Su megabiodiversidad es un enorme potencial, que jalona la economía, protege el medio ambiente y genera oportunidades que apoyan la consolidación de la paz. Este esfuerzo innovador permite soñar con un futuro económico, social y ambientalmente sostenible que contribuye a conservar el patrimonio natural del país y una vida en armonía con la naturaleza”, expresó Lawrence J. Sacks, director en Colombia USAID.
Con enfoque a varias escalas y después de cinco años de labor en las regiones, el programa generó resultados positivos en la conservación de la biodiversidad, integrando criterios sociales, económicos, culturales y ambientales en el desarrollo de corredores ecológicos.
Riqueza Natural lo hizo posible mediante la implementación de tecnologías innovadoras, el empoderamiento de las mujeres y los jóvenes, y la superación de dinámicas sociales complejas a través del diálogo y la confianza entre todos los actores. El Programa deja sembrado el terreno para desarrollar políticas futuras para mejorar la gestión y la gobernanza de los recursos naturales, al tiempo que contribuye al desarrollo autónomo de las comunidades locales que administran sus territorios y que cuentan con el apoyo de un sector privado comprometido para preservar la biodiversidad y las culturas únicas de Colombia.
Bajo un enfoque de tres objetivos, el programa aumentó las áreas de conservación, desarrolló estrategias de producción sostenible y fortaleció la gobernanza ambiental, nacional y regional en estas zonas del territorio colombiano, alcanzando 16.283 beneficiarios, (comunidades indígenas, afrocolombianas y campesinas, jóvenes, mujeres, el sector privado y entidades públicas).
“La lógica era pensar en la conservación desde un enfoque innovador, en dónde se incluyen las comunidades, pero también se incluyen otros actores, como el sector y la empresa privada”, añade Ximena García, asesora en Biodiversidad de la oficina de Ambiente de USAID Colombia.
Además, se lograron resultados clave que incluyen más de 3,6 millones de hectáreas –el mismo tamaño que el departamento de Nariño– bajo una gestión mejorada de los recursos naturales.
Adicionalmente, se apoyó a Parques Nacionales Naturales de Colombia a declarar 500.000 hectáreas bajo protección legal, incluidas las áreas protegidas públicas y Reservas Naturales de la Sociedad Civil, facilitando la sostenibilidad financiera de las áreas protegidas a través de 14 acuerdos ambientales regulados, vinculando fondos del sector privado a largo plazo (por ejemplo, del sector petróleo, gas e infraestructura) con fines de restauración, conservación y desarrollo sostenible.
“Nuestro equipo no busca solo conservar, sino que trabaja de forma interinstitucional para tener un mejor ordenamiento territorial, además de empoderar a la comunidad para que hable en nombre del medio ambiente y pueda no solo planificar el territorio, sino conservar áreas estratégicas en estas regiones”, asegura Ricardo Sánchez, director del programa.
Desde el sector privado se apoyó a las comunidades locales en la venta de cerca de USD 700,000 de productos con criterios de conservación de la biodiversidad. Además, facilitó USD 6,5 millones en inversiones de actores del sector privado, incluyendo Colanta y Nestlé (lácteos), Nutresa (cacao), Federación de Cafeteros de Colombia (café) y la aerolínea LATAM (créditos de carbono), entre otros.
Se promovieron oportunidades de negocio de nicho que incluyen miel de abeja nativa para tiendas y restaurantes, aceite de copaiba para uso en el sector cosmético y artesanías desarrolladas a partir de palmas nativas. Facilitando asociaciones a largo plazo con el sector de la gastronomía, (27 acuerdos comerciales entre agricultores que conservan la biodiversidad y restaurantes como Harry Sasson, Crepes & Waffles y Celele). Además de desarrollar productos especializados bajo un enfoque de cadena de valor, lo que resultó en Ñami Chips y Orinoco Green Beef.
Entre las actividades de turismo de naturaleza se encuentran: avistamiento de jaguares y safaris en la Orinoquía, buceo con propósito para restaurar los arrecifes de coral en San Andrés y Providencia afectados por el huracán Iota, actividades de turismo de aves para personas ciegas y servicios turísticos ofrecidos por pueblos indígenas para conservar el bosque de transición de la Orinoquía. Al mismo tiempo, trabajó con el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo en el desarrollo y publicación del primer Manual para Guías de Turismo de Naturaleza.
Tanto el Ministerio de Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible como las Corporaciones Ambientales Regionales utilizan la Estructura Ecológica Principal para mejorar la gestión de los recursos naturales y el bienestar humano. El Programa brindó apoyo en gobernanza ambiental al Instituto Humboldt y el IDEAM a través del fortalecimiento del monitoreo de biodiversidad y cambios en el uso de la tierra en los paisajes de intervención.
Proteger ecosistemas y culturas milenarias
Los pueblos indígenas participaron en la protección de los ecosistemas, mejorando su capacidad de autogobierno, desarrollando un programa de liderazgo para los jóvenes. Riqueza Natural desarrolló alianzas con comunidades indígenas en las regiones del Caribe y la Orinoquía de Colombia, trabajando con etnias como el Pueblo Yukpa en la región de Perijá, las comunidades Caño Mochuelo en Casanare y los pueblos indígenas Sáliba y Piapoco en la zona de transición Amazonas-Orinoquía.
Resultando esquemas de conservación innovadores, como los Territorios y Áreas Conservadas por Pueblos Indígenas y Comunidades Locales (TICCA) reconocidas internacionalmente, y emprendimientos productivos que conservan la biodiversidad, incluidas actividades de cacao nativo, café y turismo de naturaleza.