De acuerdo con el Instituto de Ecología de México (Inecol), el ocelote tiene una similitud con el tigrillo, pero a diferencia de ese felino, su tamaño es más grande, con una longitud de aproximadamente 100 cm.
Aunque la entidad explica que el animal se puede encontrar en diferentes países de América, como Estados Unidos y Argentina, en los últimos días se confirmó la presencia de un ocelote albino en el departamento de Antioquia, que hace un año fue entregado por la comunidad de manera voluntaria en el municipio de Amalfi, noreste antioqueño.
Según señala la Corporación Autónoma Regional del Centro de Antioquia (Corantioquia), se trata de una hembra silvestre, de acuerdo con las pruebas hechas por el Laboratorio de Genética Animal de la Universidad de Antioquia y el Laboratorio de Identificación Genética Forense de Especies Silvestres de la Dirección de Investigación Criminal e Interpol (Dijín) de la Policía Nacional.
La confirmación de su especie se constituye en el primer caso de albinismo completo en el mundo de un ocelote. El dato fue confirmado por el Laboratorio de Genética Animal de la Universidad de Antioquia y la Fundación Panthera Colombia, este último, organización enfocada a la preservación de los felinos silvestres y sus ecosistemas, la cual indica que menos del 2 % de ellos pueden presentar albinismo.
El conflicto humano-felino
En diálogo con SEMANA, Ana Cristina Fernández, coordinadora de Fauna Silvestre del convenio entre el Área Metropolitana del Valle de Aburrá, Corantioquia y la Universidad CES, aseguró que la preocupación que tienen es “a nivel de la población. Nosotros como Corantioquia sí estamos preocupados de que el hecho de encontrar animales con este tipo de condiciones (...) hacen muy poco probable que el animal sobreviva. Nos está mostrando que algo está pasando en esa asignación”.
“Se trata de una población que está enfrentando grandes cambios en su entorno, que el paisaje está cambiando rápidamente. Se están quedando cada vez con menos hábitat y eso hace que cada vez existan menos individuos (animales) o que ese hábitat remanente pueda soportar los individuos, y terminan cruzándose entre parientes muy cercanos”, señaló.
Para los expertos, existe una preocupación por las mutaciones genéticas que pueden estar teniendo estos felinos, sin embargo, aseguró que “por el ocelote no tenemos ninguna preocupación porque estamos absolutamente seguros y confiamos en el trabajo del Parque de la Conservación para cuidar de ella”, refiriéndose a la felina silvestre albina.
Fernández también precisó que para el otro año pretenden trabajar, articulados entre la ecología de paisajes y los corredores de conectividad para que “haya un flujo genético”.
Es entonces que los conflictos se han vuelto comunes porque los “felinos se están quedando con poco hábitat (...). El hecho de que alguien nos llame y nos diga: ‘Es que el jaguar se me comió una vaca’, ‘es que el tigrillo se me está comiendo las gallinas”. Nos da cuenta de que en el bosque, o en el remanente de bosque que queda, no están encontrando suficientes presas para ellos”.
Añadió que esto se intensifica en “las zonas en las que la gente tiende a identificar la fauna silvestre para cazarla y consumirla”, enfatizando que algunas personas encuentran en la caza una actividad de diversión, “entonces estamos notando que en esas zonas donde hay altas presiones de cacería los felinos empiezan atacar los animales domésticos, y empiezan a generar dicho conflicto”.
Es importante destacar que el conflicto no solo se evidencia entre la comunidad y los felinos, sino también con otros animales silvestres” que están sufriendo la interacción (...) y nosotros no nos damos cuentas hasta que no nos vemos afectados con la parte económica, con la pérdida de animales domésticos”.
Cabe aclarar que el conflicto que existe, no afecta la integridad del ser humano, sino cuando los felinos atacan los animales domésticos. “Hay gente que siente miedo y es absolutamente comprensible, pero no tenemos ningún reporte de ataques de felinos a los humanos”, concluyó.