“Una apuesta ecourbana para reconocer, conservar y proteger la flora y la fauna silvestre de Bogotá”, así se define en el enunciado del nuevo proyecto de Acuerdo que en las últimas horas se aprobó en primer debate en el Concejo de Bogotá.
La iniciativa, creada por la concejal María Clara Name Ramírez, del Partido Alianza Verde, busca cambiar los hábitos de vida y la manera en que los bogotanos producen, consumen y cohabitan con el territorio, así como con la fauna y la flora que habitan en él.
“En la ciudad hay más de 50 áreas protegidas, 40 forestales, 15 parques ecológicos con una riqueza inigualable. Los cerros orientales, los páramos, los humedales, entre otros, son hábitats para juncos y eneas que ofrecen un refugio clave para aves emblemáticas y amenazadas, como la tingua bogotana”, señaló la cabildante.
Según la Secretaría de Ambiente, la fauna silvestre capitalina está conformada por más de 200 especies que cumplen un papel fundamental para la biodiversidad de la ciudad, mientras que entre el Jardín Botánico y científicos se estima que hay más de 600 de flora. Una riqueza que muchos ciudadanos desconocen en las 38 mil hectáreas capitalinas.
“Es importante hacer referencia a que por fauna silvestre se comprenderían todos aquellos animales que no forman parte de las especies animales reconocidas por haber sido domesticadas por el ser humano y que son únicas de un lugar, condiciones geográficas y climatológicas”, añadió.
Así mismo, dentro del proyecto se pretende una apropiación ciudadana de los ecosistemas de flora y agua, así como de los santuarios declarados que son el hogar de estos animales, los cuales duermen, cazan y procrean en los patios de las casas, entre 8 millones de habitantes.
Se estima, según el documental Vecinos inesperados de la Secretaría de Cultura, que mil millones de aves se estrellan al año contra vidrios de edificaciones urbanas y rurales en el mundo.
La cuenca del río Bogotá tiene 589.143 hectáreas, las cuales albergan diferentes ecosistemas con centenares de especies de fauna y flora. Esta riqueza natural, sin embargo, se ha visto afectada por el crecimiento poblacional acelerado en este territorio de Cundinamarca y el desarrollo de actividades económicas fuera de las normativas ambientales.
Es por eso que en varios terrenos de la cuenca ha sido necesario impulsar actividades de restauración para luchar por ecosistemas degradados por cuenta de la actividad humana. La reforestación con especies nativas, por ejemplo, es una actividad fundamental para recuperar bosques, humedales, pastizales o páramos.
En ese sentido, diferentes actores y entidades se han comprometido con la recuperación y protección, no solo del río Bogotá, sino de los ecosistemas que son parte de su cuenca. La Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca (CAR), por ejemplo, aprovechó la celebración del cumpleaños 483 de Bogotá para anunciar la siembra de 35.000 árboles en predios aledaños al río Bogotá.
El anuncio lo hizo el director de la autoridad ambiental, Luis Fernando Sanabria, en el Meandro del Say, uno de los 15 ecosistemas declarados como Parques Ecológicos Distritales de Humedal, ubicado en la localidad de Fontibón, en Bogotá.
Para empezar con el proyecto de arborización, la Corporación plantó de manera simbólica 60 árboles en el humedal Meandro del Say, en compañía de varios funcionarios de la entidad y con el apoyo de los soldados de la Brigada 33 de Aviación del Ejército.