El secretario general de la ONU, António Guterres, afirmó que los países en desarrollo pagan el “precio atroz” de la dependencia del mundo de los combustibles fósiles, durante una visita a zonas de Pakistán golpeadas por inundaciones achacadas al cambio climático.
Cerca de 1.400 personas han muerto desde junio en esas inundaciones, cuya intensidad se acentuó por el cambio climático. Fueron causadas por el monzón y cubrieron un tercio de Pakistán --una zona equivalente al Reino Unido--, destruyendo viviendas, negocios, carreteras, puentes y cultivos.
Guterres espera que su visita aliente a la comunidad internacional a apoyar financieramente al país, que necesita -según cálculos de Islamabad- al menos 10.000 millones de dólares para reconstruir las infraestructuras dañadas o destruidas. Una suma que a Pakistán le resultaría imposible reunir por sí solo, a causa de su endeudamiento.
“Pakistán y otros países en desarrollo (...) están pagando un precio atroz por la intransigencia de los grandes emisores que siguen apostando por los combustibles fósiles”, declaró el secretario general de la ONU, António Guterres, en un tuit, antes de visitar las áreas inundadas del sur de Pakistán.
“Desde Islamabad, lanzo un llamado mundial: paren esta locura. Inviertan desde ya en las energías renovables. Pongan fin a la guerra contra la naturaleza”, sostuvo.
El monzón, que suele durar de junio a septiembre, es esencial para regar las plantaciones y para la reconstitución de los recursos hídricos del subcontinente indio. Pero Pakistán no había vivido unas lluvias tan torrenciales en por lo menos tres décadas.
“Suicidio colectivo”
El viernes, Guterres ya había manifestado su indignación ante la indiferencia del mundo, sobre todo de los países más industrializados, frente al cambio climático. “Es una locura, un suicidio colectivo”, señaló.
Pakistán es responsable de menos del 1 % de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, pero ocupa el octavo lugar entre los países más amenazados por los fenómenos meteorológicos extremos, según un estudio de la ONG Germanwatch.
Este año, el país ya se ha enfrentado a una ola de calor que en algunos casos superó los 50 ºC, a importantes incendios forestales y a inundaciones devastadoras causadas por el rápido deshielo de los glaciares.
Las inundaciones afectaron a unos 33 millones de personas, que se quedaron sin casa, y derribaron alrededor 500 puentes.
Este sábado, Guterres debía visitar la ciudad milenaria de Mohenjo Daro, inscrita en el patrimonio mundial de la Unesco y amenazada por las inundaciones.
“Si viene a vernos, que Alá lo bendiga”, declaró el viernes a la AFP Rozina Solangi, una ama de casa de 30 años, vecina de una aldea que se inundó cerca de Sukkur, en el sur.
“Todos los niños, los hombres, las mujeres se asan en este calor abrasador. No tenemos nada que comer, ni un techo sobre la cabeza. Hay que hacer algo por los pobres”, agregó.
La oficina meteorológica nacional indica que durante la temporada del monzón de 2022 llovió cinco veces más de lo normal.
El mal tiempo provocó inundaciones repentinas en los ríos montañosos del norte, que arrasaron carreteras, puentes y edificios en cuestión de minutos, y una lenta acumulación de agua en las llanuras del sur que sumergió cientos de miles de kilómetros cuadrados de tierra.
Cientos de campamentos improvisados surgieron en los escasos espacios secos del sur y el oeste del país. Las carreteras o vías férreas elevadas son a menudo los últimos lugares donde el agua no se deslizó.
Con la gente hacinada, también junto al ganado, se teme la aparición de epidemias. Ya se han registrado numerosos casos de dengue, enfermedad propagada por mosquitos, y de sarna.
*Con información de AFP.