El Gobierno español de Pedro Sánchez trabaja a toda macha para poder sacar lo más pronto posible el real decreto de envases y residuos, que el Ministerio para la Transición Ecológica sacará próximamente a la luz pública.
Aunque el objetivo es darlo a conocer este mes, lo cierto es que la ley entrará en vigor hasta 2023 para darle plazo a los comerciantes a que acomoden sus tiendas y productos a las medidas ecológicas que dicta la norma.
De acuerdo con información revelada por el diario El País de España, la venta de frutas y verduras en envases de plástico estará prohibida en los negocios minoristas del país, tanto en las tiendas de barrio, como en los supermercados. Sin embargo, vale aclarar que la medida incluye a los lotes de menos de un kilo y medio de peso.
Otro de los puntos destacados de la ley que busca sacar adelante el Gobierno es el impulso de los verduras a granel y el agua no embotellada, algo que también implementarán las autoridades francesas el próximo año.
Fuentes del Ejecutivo español anunciaron que la medida busca “combatir de la manera más eficaz la sobreutilización de envases”. De igual manera, el portavoz indicó que los desperdicios de plástico “ha excedido ya todos los límites” para justificar este veto.
Como era de esperarse, la medida ha sido respaldada por varias organizaciones protectoras del medio ambiente, como Green Peace, que durante muchos años ha lanzado campañas en busca de “desnudar” a las frutas, pues no es necesario el uso de este tipo de empaques para venderlas, ya que éstas vienen con su empaque natural.
La lista de productos será fijada por la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición, por lo que aún el Gobierno se encuentra en discusiones con los empresarios, las cadenas minoristas, los grandes supermercados y los activistas ambientales, para definir estos aspectos puntuales.
Se requieren acciones para frenar la contaminación por plásticos
En 2018, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) unió fuerzas con la Fundación Ellen MacArthur para abordar lo que los expertos en medio ambiente llaman una de las adicciones más peligrosas del mundo: los plásticos desechables o de un solo uso.
Ahora, a medio camino del cronograma de siete años establecido en el Compromiso Global por la Nueva Economía del Plástico, el Pnuma y sus socios observan que, si bien ha habido avances, el mundo necesita intensificar las acciones para frenar la contaminación con estos materiales que inundan los océanos.
La humanidad vierte cada año en los ecosistemas el equivalente de su propio peso en plásticos. De acuerdo con los datos que manejan estas organizaciones, son 300 millones de toneladas anuales las que asfixian las vías fluviales y los mares, obstruyen las calles, dañan la vida silvestre y, en última instancia, causan graves daños a la salud pública.
La apuesta es a que tanto el sector público como el privado se comprometan a trabajar en una economía circular en torno a los plásticos, de modo que estos se fabriquen para durar y para reutilizarse, y no simplemente para ser desechados. Esto implicaría nuevos productos y modelos comerciales, así como sistemas mejorados de reciclaje y compostaje.
Si bien se han registrado algunos avances, estos no son tan significativos. “Cada año, el rastro tóxico de la contaminación y los desechos provoca la muerte prematura de millones de personas y causa un daño incalculable al planeta. El mundo ha avanzado en los últimos años en la batalla contra la contaminación por plásticos, pero queda mucho trabajo por hacer “, dijo a mediados de este año Elisa Tonda, jefa de la Unidad de Consumo y Producción del Pnuma.