Regiones enteras del mundo se volverán inhabitables en las próximas décadas a causa de las olas de calor, que serán cada vez más frecuentes e intensas, advirtieron la ONU y la Cruz Roja este lunes 10 de octubre.

A menos de un mes de la COP27, que se celebrará en noviembre en Egipto, la ONU y la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja (FICR) instaron, en un informe conjunto, a prepararse para las olas de calor futuras y evitar así un importante número de muertos.

En su reporte sobre los fenómenos de calor extremo, ambas organizaciones indicaron que, habida cuenta de la evolución actual del clima, “las olas de calor podrían alcanzar y superar [los] límites fisiológicos y sociales” de los humanos en las próximas décadas, sobre todo en regiones como el Sahel y el sur y el suroeste de Asia.

Una situación así comportará “sufrimientos y pérdidas de vidas humanas a gran escala, movimientos de población y una agravación de las desigualdades”, advirtieron las organizaciones.

Según el documento, casi en todos los territorios en los que existen estadísticas disponibles, las olas de calor constituyen el peligro meteorológico más mortífero.

Cada año, miles de personas mueren a causa de las olas de calor, un fenómeno que se volverá cada vez más letal a medida que se acentúe el cambio climático, indicaron en el informe Martin Griffiths, jefe de la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), y Jagan Chapagain, secretario general de la FICR.

Las olas de calor han provocado algunas de las catástrofes más mortíferas jamás registradas. El informe recuerda que la ola de calor que azotó Europa en 2003 dejó más de 70.000 muertos, y que la canícula que vivió Rusia en 2010 mató a más de 55.000 personas.

Según el documento, los expertos prevén que las tasas de mortalidad vinculadas con el calor extremo sean muy altas, “comparables, en magnitud, con todos los cánceres para finales de siglo”.

¿Un Estado sumergido por el mar está condenado a desaparecer del mapa?

Si las Maldivas o Tuvalu quedaran sumergidas por el océano, ¿estarían condenadas a desaparecer del mapa como país? ¿Y sus ciudadanos? Esta posibilidad real infligida por el cambio climático supone un desafío inédito para la comunidad internacional y para los pueblos amenazados con perder hasta su identidad.

“Es la mayor tragedia que puede sufrir un pueblo, un país, una nación”, dice a la AFP el expresidente de las islas Maldivas Mohamed Nasheed.

Según los expertos del clima de la ONU, el nivel del mar ha aumentado entre 15 y 25 cm desde 1900 y el ritmo se está acelerando en algunas zonas tropicales.

Si las emisiones siguen al ritmo actual, los océanos podrían crecer cerca de un metro más en torno a las islas del Pacífico y del océano Índico para fines de siglo.

Si bien es cierto que sigue por debajo del punto más alto de los pequeños estados insulares más planos, el aumento del nivel del mar vendrá acompañado de una multiplicación de tormentas y grandes oleajes que contaminarán con sal el agua y la tierra, haciendo muchos de estos atolones inhabitables antes de que los engulla el mar.

Según un estudio citado por el panel de expertos climáticos de la ONU (IPCC), cinco estados (Maldivas, Tuvalu, islas Marshall, Nauru y Kiribati) corren el riesgo de convertirse en inhabitables para 2100, creando 600.000 refugiados climáticos apátridas.

“Ficción legal”

La situación no tiene precedentes. Es cierto que las guerras han borrado del mapa a algunos Estados, pero “nunca hemos visto que un Estado pierda completamente su territorio debido a un evento físico como el aumento del nivel del océano”, dice Sumudu Atapattu, de la Universidad de Wisconsin-Madison.

La Convención de Montevideo de 1933 sobre los derechos y deberes de los Estados, referencia en la materia, es clara: un Estado está constituido por un territorio definido, una población permanente, un gobierno y la capacidad de interactuar con otros Estados.

Si el territorio queda sumergido, o si nadie puede vivir en lo que quede de él, al menos uno de los criterios no se cumple.

No obstante, “el concepto de Estado es una ficción legal creada por las necesidades del derecho internacional. Por lo que podríamos crear una nueva ficción para incluir estados desterritorializados”, sugiere Atapattu.

Es de hecho la idea que está detrás de la iniciativa “Rising Nations” que en septiembre lanzaron varios gobiernos del Pacífico: “Convencer a los miembros de la ONU de reconocer nuestra nación, aunque estemos sumergidos por las aguas, porque es nuestra identidad”, dijo a la AFP el primer ministro de Tuvalu, Kausea Natano.

Algunos reflexionan cómo serán estos Estados-nación 2.0. “Podrían tener el territorio en un sitio, la población en otro y el gobierno en otro”, explica a la AFP Kamal Amakrane, director del Centro para la Movilidad Climática de la Universidad de Columbia.

Para empezar se necesitaría una “declaración política” de la ONU, así como un “tratado” entre el Estado amenazado y el “Estado anfitrión”, dispuesto a recibir al gobierno en exilio en una especie de embajada permanente, y darle doble nacionalidad a esa población.

El antiguo responsable de la ONU llama la atención sobre una ambigüedad de la Convención de Montevideo: “Cuando se habla de territorio, ¿se refiere a la tierra firme o a un territorio marítimo?”

*Con información de AFP