La sostenibilidad es un factor que cada vez cobra mayor relevancia. La mayoría de gobiernos a nivel mundial están incluyendo en su agenda estrategias para mitigar y adaptarse a los inminentes estragos del cambio climático, así como para proteger los ecosistemas y la biodiversidad.
En ese sentido, diferentes sectores se han dado a la tarea de adoptar medidas y estrategias para reducir la emisiones de gases de efecto invernadero, hacer un uso eficiente del agua, disponer adecuadamente los recursos sólidos, migrar a las energías renovables y compensar los impactos que pueden causar sus actividades. Entre otras cosas, porque han entendido que el desarrollo y el cuidado del entorno sí pueden ir de la mano.
El sector aéreo, por ejemplo, está comprometido con la lucha contra el cambio climático y la protección de ecosistemas. Para hablar al respecto se dieron cita tres expertas en un Facebook Live organizado por la revista SEMANA y el Grupo Río Bogotá, con el apoyo de Opain, que se llevó a cabo este miércoles a las 10:00 de la mañana.
Juliana Scavuzzi, directora Senior de Sostenibilidad, Protección Ambiental y Asuntos Legales del Consejo Internacional de Aeropuertos (ACI); Julissa Salavarría, gerente de Sostenibilidad del aeropuerto Jorge Chávez de Lima; y Tania Chacín, directora de Sostenibilidad de Opain, concesionario del aeropuerto de Bogotá, condujeron la conversación en torno a las apuestas medioambientales del sector aéreo.
La conversación fue de lo general a lo particular y Juliana Scavuzzi empezó por dar una mirada macro de la situación a nivel mundial desde la óptica de la ACI, organización que está presente en 183 países, tiene 701 miembros y opera en 1.933 aeropuertos a nivel mundial.
Se refirió, en primer lugar, al objetivo de alcanzar cero emisiones netas para 2050. “La mayor fuente de emisiones de carbono de un operador aeroportuario es el consumo de electricidad. Entonces, la disponibilidad de energía renovable en los aeropuertos es una herramienta esencial para su capacidad de descarbonizar y esto no está en control directo de los aeropuertos, pero sí de los gobiernos”, dijo la directora senior de Sostenibilidad del Consejo.
Por su lado, Tania Chacín, comentó cómo obtuvo la terminal aérea de Bogotá su más reciente reconocimiento: la certificación LEED platino versión 4.1 en mantenimiento y operación, otorgada por el Consejo de Construcción Verde de Estados Unidos. El Dorado se convirtió en el primer aeropuerto del mundo en recibir este reconocimiento, con un puntaje de 82 sobre 100, el más alto en su tipo, por ser una construcción que cumple con unos estándares sobresalientes en sostenibilidad.
“Entendimos que la sostenibilidad debe ser un eje transversal de la operación y el funcionamiento del aeropuerto. Por eso para Opain como operador de El Dorado, el crecimiento económico no podía depender únicamente del desempeño financiero, sino de medir las actuaciones sociales y ambientales de cada una de las actividades que íbamos a realizar en el aeropuerto: modernizar, expandir y operar”, contó la directora de sostenibilidad de Opain.
Explicó, además, que la medición de los impactos y generación de datos fue clave para gestionar las iniciativas que controlan, mitigan, adaptan y compensan los impactos ambientales de su operación.
Por ejemplo, el aeropuerto tiene metas claras para luchar contra el cambio climático. Para 2025 esperan reducir en un 18 % las emisiones y en un 48 % para 2028, cuando termine la concesión. La primera meta, sin embargo, lograron alcanzarla en 2020, antes de lo previsto, gracias a los proyectos que adelantan.
Uno es la instalación de más de 10.000 paneles solares en 2019 que ahorran el 12% de la energía que demanda el aeropuerto. Y el proyecto Retrofit, con el cual cambiaron más de 14.000 luminarias convencionales por otras ambientalmente sostenibles que ahorran el 51 % de la demanda energética.
Por su lado, Julissa Salavarría, contó las iniciativas que impulsa el aeropuerto Jorge Chávez de Lima en su expansión. “La remediación ambiental ha sido un tema clave en los terrenos de concesión, donde hemos encontrado alrededor de 294 pasivos ambientales entre pozos clandestinos, metales pesados, silos, asbestos, eso ha significado para nosotros un gran reto para gestionar estos elementos encontrados en cerca de 700 hectáreas. También hemos recuperado material para reúso en el proceso mismo de la construcción, lo que ha alargado la vida útil de estos materiales y dejar los terrenos saneados”, explicó.
A su vez, han recuperado aproximadamente 32 piezas arqueológicas en estos terrenos, están comprometidos con la reducción de la huella de carbono, cuentan con la certificación ACA nivel 1, y recientemente firmaron un contrato con la empresa Engie para captar la energía en la nueva terminal de fuentes renovables. Además, conformaron un Comité Técnico de Mitigación de Ruido de Aeronaves compuesto por entidades del gobierno y aerolíneas para controlar y monitorear el impacto del ruido.
De otro lado, Scavuzzi resaltó el compromiso de los aeropuertos en América Latina con la sostenibilidad, pero anotó que uno de los principales desafíos de la región es el financiamiento de proyectos sostenibles. “Los gobiernos y bancos de desarrollo tienen la tarea de ayudar a los aeropuertos menos avanzados en sostenibilidad para que la falta de financiamiento no sea una barrera para su progreso”, dijo.
Los aeropuertos de Lima y Bogotá, por ejemplo, se han comprometido con la recuperación de ecosistemas cercanos. En el caso de la capital colombiana, El Dorado impulsa proyectos para recuperar el río Bogotá como el aprovechamiento de residuos sólidos, lo cual evita que los desechos del aeropuerto terminen en un relleno sanitario o en el río. Y las Plantas de Tratamiento, una de Aguas Residuales y la otra de Lluvias. La primera para tratar los vertimientos y devolverle agua en buenas condiciones al afluente y la segunda para reusar el agua que cae en la cubierta.
En Lima, por su lado, fue necesario ejecutar un plan de compensación ambiental para remediar el impacto causado en un humedal artificial que, según contó Salavarría, surgió por cuenta del bloqueo de unos drenes naturales en la zona de expansión del aeropuerto.
“Cuando hicimos los estudios de impacto ambiental resulta que se había formado un humedal de casi 70 hectáreas en la zona. Nosotros debemos secar ese humedal porque la pista se va a construir allí, entonces eso nos obligó a comprometernos a hacer un plan de mitigación”, explicó Julissa Salavarría.
La idea de compensación, según explicó la gerente de sostenibilidad del aeropuerto, es trabajar con el gobierno regional de Callao que tiene una zona protegida cerca al proyecto y cuyas condiciones son propicias para desarrollar un nuevo humedal a un nivel ecológico como el que se impactó con la construcción.