La naturaleza ha sido una de las musas de inspiración del arte desde su misma concepción. Desde el arte pictórico en la antigua Grecia y Roma representando sus explicaciones mitológicas de los fenómenos naturales; el estilizado arte japonés en acuarelas exponiendo el enorme poder de la naturaleza respecto al ser humano; hasta tiempos más actuales con el impresionismo francés del siglo XIX de Claude Monet y Édouard Manet, el cual buscaba dar una imagen rápida y cotidiana de un paisaje y los cambios que había allí.
Pero el arte no solo es un vehículo para expresar ideas, también es una forma de conmover, concientizar y fomentar un cambio en la sociedad. Al menos esa es la opinión de Verónica Martínez Guzmán, una artista bogotana que ha decidido usar sus pinceles como forma de sensibilizar sobre las riquezas naturales del país y su capital.
Su relación con las expresiones artísticas empezó en 2014. Tomando inspiración de su padre Alberto Martínez, también caricaturista y artista, Verónica tomó la decisión de adentrarse en el mundo del arte. Las acuarelas, una técnica popularizada en occidente por el alemán Albrecht Dürer, se convirtió en su forma predilecta para expresar sus convicciones sobre la naturaleza.
Su mayor inspiración se encontraba al lado de su hogar: el Humedal de La Conejera, ubicado en la localidad de Suba, Bogotá, sector donde vivió por 15 años. En 2014, una polémica estalló en su sector debido a una construcción cercana a este cuerpo de agua, luego del desalojo de aquellas personas que se manifestaron en contra del proyecto. Eso despertó su curiosidad.
“Yo vivía muy cerca del lugar y conocí a varias personas involucradas en el tema. Descubrí que hay una situación de comunicación entre especialistas y el público general. Soy una romántica artística, y creo que el arte debe tener esa capacidad de ser entendido por todos. Era mucho más fácil llegar a las personas con una ilustración”, explicó ella.
Según datos de la Fundación Humedales Bogotá, en el Humedal La Conejera hay 145 especies de aves registradas. Desde 2015 a 2020, se han avistado siete tipos nuevos de ejemplares. Con esto en mente, Martínez se propuso ilustrar a todas las especies de este importante cuerpo de agua, no solo aves, sino también mamíferos, insectos y reptiles. Entre aves migratorias y locales, cerca de 40 especies. También insectos como libélulas y mariposas, adicionalmente, algunas especies de reptiles.
Verónica Martínez al arte como una forma de generar conciencia, de fomentar el cambio y promover una mejor relación de los seres humanos con la naturaleza. “Pintar es una forma de comunicar, debe hacerte sentir algo, percibir algo, todas las expresiones artísticas en todas sus formas deben generar algo. En especial si es algo que afecta la vida de todos”, resaltó ella.
Acuarelas, pinceles, lápices, plumas, tinta y el cariño por el territorio han sido sus principales herramientas para generar esta conciencia sobre la biodiversidad de Colombia y, especialmente, la de la ciudad. Sus ilustraciones cuentan con el apoyo de ornitólogos y biólogos a quienes consulta habitualmente para tener certeza sobre el conocimiento que divulga a través de sus obras. Siendo ella una aliada de la Asociación Colombiana de Ornitología.
Martínez ha realizado doce exhibiciones en diferentes espacios de Colombia a lo largo de estos años. La primera colección se la dedicó a las aves de Bogotá y, para ese momento, dibujó 39 especies, entre las que se encontraban cinco tinguas, una especie que suele visitar la capital entre los meses de octubre y diciembre.
Para esta artista es necesario que todos los habitantes de la capital se apropien y cuiden el medio ambiente, recordando que hacer eso traerá un aumento de calidad de vida para todos. Los cuerpos de agua como La Conejera son claves para absorber la contaminación que genera la ciudad.
Los humedales son un ecosistema clave en la Cuenca Hidrográfica del río Bogotá. Según datos del POMCA, más de 542 especies de animales entre aves, mamíferos, anfibios y reptiles, además de 169 plantas, habitan en algún punto de los cerca de 380 kilómetros de extensión del afluente más importante del centro del país. Sensibilizar esta riqueza es una forma de apropiarnos del río.
“Hemos perdido respeto a la naturaleza, al territorio, siento que esto se da por falta de pedagogía más que otra cosa. Muchas veces no queremos contaminar, nadie sueña con eso, nos falta un componente de educación ambiental”, comentó ella sobre la importancia de la enseñanza de la protección a los ecosistemas.
Una de las ilustraciones más especiales que ha hecho es la del gavilán maromero o Espíritu Santo, ave a la que ella llama “el guardián de la reserva”, la cual avisa en la reserva Van der Hammen durante campañas de siembra que participa. “Es como si nos dijera que podemos seguir. Es espectacular verlo cazar y, además, es muy bonito”, dijo.
Si bien Verónica estudió Gastronomía en el SENA, el arte siempre ha recorrido su sangre. Por tal motivo, actualmente está realizando una licenciatura en educación artística y enseñar mejor la importancia de cuidar las riquezas naturales y los ecosistemas. Mientras eso llega, esta artista seguirá protegiendo la naturaleza pincelada a pincelada.