Los muiscas eran un pueblo anfibio. Para ellos, el agua era sagrada y veían este recurso como fuente de vida y abundancia. Es por eso que el río Bogotá o Funza, como le llamaban, era un tesoro al que protegían y veneraban, impidiendo que nada malo le pasara.
Desde hace décadas, sin embargo, este legado se ha quedado atrás y los ciudadanos, en lugar de mirar de frente al río, le han dado la espalda. Esta falta de sentido de pertenencia ha llevado al segundo afluente más importante del país a una catástrofe ambiental, producto de la contaminación que recibe a diario.
Aproximadamente 690 toneladas de escombros, arenas, residuos tóxicos y sólidos van a parar al río Bogotá todos los días, poniendo en riesgo la vida de más de 500 especies de animales y plantas que habitan a lo largo de su cuenca. La principal causa es la falta de cultura ambiental en la mayoría de los habitantes del territorio, cuyos hábitos no son amigables con los recursos naturales.
La separación de residuos en la fuente, es quizá una de mejores prácticas para combatir la contaminación, pues impide que los desechos lleguen a los ecosistemas al reciclarlos, reutilizarlos o dándoles un nuevo uso, para mantenerlos por más tiempo en el ciclo económico.
En el marco de la sentencia del río Bogotá, la cual obliga a todos los sectores involucrados a trabajar en la descontaminación de este cuerpo de agua, el manejo de los residuos sólidos es uno de los puntos más importantes.
En ese sentido, es cada vez más común que los habitantes de la cuenca separen sus residuos desde la casa, donde empieza el cambio. Sin embargo, las empresas e industrias que desarrollan sus actividades cerca al río también tienen una enorme responsabilidad para compensar el impacto que generan con su operación.
El Aeropuerto El Dorado de Bogotá, por ejemplo, ha adoptado prácticas sostenibles en los últimos años, las cuales han beneficiado en gran medida al río Bogotá, uno de sus vecinos más importantes.
“Para nosotros la sostenibilidad es un elemento fundamental en la gestión y operación del aeropuerto. Diariamente, ejecutamos iniciativas que buscan proteger y optimizar el uso de los recursos naturales de forma que generamos un impacto favorable para la sociedad y el planeta”, explica Natalí Leal, Gerente de Asuntos Legales e Institucionales de OPAIN, concesionario de El Dorado.
Una de sus principales banderas es el Modelo Interno para la Gestión de Residuos Sólidos con el cual evitan que los residuos generados en esta terminal aérea, que moviliza alrededor de 35 millones de pasajeros al año, contaminen las aguas del río Bogotá, humedales y otros ecosistemas de la cuenca.
“Hemos disminuido en un 44 % las toneladas de residuos que se llevan al relleno de Doña Juana. Este modelo ha permitido aprovechar altos porcentajes de residuos, generados de la operación del aeropuerto, garantizando un proceso sostenible, registrando tasas de aprovechamiento altas”, cuenta Leal.
Los números demuestran el impacto positivo que han logrado con este modelo de economía circular, pues desde 2017 han dejado de llevar 8.538 toneladas de residuos al relleno sanitario, que se convierten en material para producir nuevos elementos.
La clasificación de residuos a través de un código de separación de residuos de 11 colores, ha sido una práctica clave para alcanzar estos resultados. A su vez, han hecho 91 capacitaciones, tanto virtuales como presenciales, para que un total de 4.211 personas de la comunidad aeroportuaria estén alineados con este modelo.
La correcta disposición del aceite de cocina usado en todos los restaurantes y locales de El Dorado, también ha evitado que este residuo llegue a las aguas del Bogotá.
Dentro del modelo también entra la disminución de plásticos de un solo uso, uno de los principales contaminantes de los recursos naturales. Con el Plan de Reducción de Bolsas Plásticas, por ejemplo, reducen su uso en los puntos ecológicos, pues antes de hacer el cambio verifican que estén en buen estado para reusarlas.
Así mismo, el cambio de bebederos de agua por puntos de recarga automáticos, ha sido fundamental para disminuir el consumo de 167.824 botellas plásticas, pues las personas pueden rellenar sus termos o recipientes cuantas veces quieran.
El proceso se complementa, además, con ocho Centros de Almacenamiento Temporal de Residuos (CATR) y una Estación de Clasificación y Aprovechamiento (ECA), ubicados en el aeropuerto. Allí reciben los residuos para su clasificación, aprovechamiento, tratamiento y disposición final.
“Gracias a este modelo hemos generado oportunidades laborales formales a más de 80 colaboradores, fomentado la participación y transparencia en gestión integral de los residuos de todos los actores, e incorporado moderna tecnología para la cuantificación de los residuos”, añade la Gerente de Asuntos Legales e Institucionales.
Alianzas, fundamentales para trabajar por el medio ambiente
Para el concesionario, el trabajo mancomunado ha sido muy importante para lograr estos objetivos. Es por eso que impulsan diferentes iniciativas con otros actores, como el convenio con Esenttia, empresa de Ecopetrol que produce y comercializa materias primas para la industria del plástico. El objetivo de la alianza es que esta organización cierre el ciclo de economía circular que impulsan en el aeropuerto al aprovechar los residuos para construcción.
“Hemos encontrado un gran aliado para hacer el cierre completo del círculo del material plástico, pues luego de que los residuos pasan por un proceso de limpieza y clasificación en la ECA del aeropuerto, ellos nos entregan este material para convertirlo en distintas opciones, como nuevas resinas plásticas posconsumo, que pueden ser utilizadas para la fabricación de sillas, baldes o contenedores. También puede ser convertido en perfilería para fabricar muelles, parques, casas y muchas otras opciones”, explicó Jessica MacMaster, vicepresidenta de excelencia corporativa en Esenttia.
De igual forma, junto a Avianca, Darnel, Tetra Pak, Carvajal Empaques e Interaseo, lograron unirse para conservar y proteger el humedal Gualí Tres Esquinas, ubicado en Funza. Con esta alianza, lograron aprovechar residuos sólidos para convertirlos en estructuras usadas para la construcción de un domo, el cual se convirtió en un aula ambiental.
Este tipo de iniciativas en el sector privado son fundamentales para proteger los recursos naturales. Compensar y mitigar el impacto generado en la operación de las diferentes empresas es un paso muy importante hacia la descontaminación del río Bogotá.
Con este modelo, OPAIN, fue reconocido por el Instituto Colombiano de Normas Técnicas y Certificación (Icontec) y el programa Basura Cero Colombia, quienes le otorgaron la certificación del Sistema de Gestión Basura Cero en Categoría Oro.
“Basura Cero Global e Icontec, hemos acompañado a OPAIN con los servicios complementarios de certificación como es hacer capacitaciones, presentaciones técnicas y académicas del referencial, acompañarlos en toda esta transición cultural hacia una cultura cero residuos y, por supuesto, las auditorías, cuando el auditor verifica si se da o no cumplimiento al referencial técnico”, explica Sandra Pinzón, directora ejecutiva de Basura Cero Global.
Con el modelo de gestión de residuos el aeropuerto, alineado con la estrategia de economía circular del gobierno a 2030, quiere lograr este año 2021 aprovechar el 65 % de los residuos generados en la terminal aérea para evitar que lleguen al relleno sanitario Doña Juana. Y para 2025, esperan aumentar el aprovechamiento de los desechos a un 70 %.