La contaminación del agua, la construcción de represas, la deforestación, las hidrovías, las prácticas turísticas inadecuadas, el cambio climático, así como la cacería ilegal tienen en grave riesgo a los delfines rosados y grises que habitan en Colombia.

Por esta razón, la Fundación Omacha, una de las organizaciones que más ha estudiado a estos animales en el territorio nacional, hace un llamado de urgencia para que se trabaje en la conservación de los ríos y humedales, hábitats de estas dos especies.

En el marco del día internacional de los delfines de río, que se celebra este domingo 24 de octubre, Fernando Trujillo, fundador y director científico de la mencionada Fundación, expresa que las poblaciones de estos animales se han reducido de forma considerable debido al impacto generado sobre su entorno natural.

“Cuando comencé a investigar los delfines de río y a recorrer el río Amazonas y el río Orinoco, en su búsqueda, hace más de 30 años, era evidente la riqueza y abundancia que se veían en estos ecosistemas. Hoy la disminución de las poblaciones de delfines de río, manatíes, nutrias, tortugas, peces y otras especies es evidente, lo que podría llevar a que nuestros ríos se conviertan en desiertos de agua”, explicó.

El mercurio, un enemigo

En los últimos años, la Fundación Omacha ha evaluado el mercurio en delfines para analizar la presencia de los metales pesados en los predadores acuáticos, la cual muestra un preocupante aumento. Los niveles sugeridos por la Organización Mundial de la Salud (OMS) son 0,5 miligramos por kilogramo y hay zonas en las que esta cifra asciende en los delfines a más de 30 miligramos por kilo.

El proyecto es el resultado de más de 20 años de investigación en seis países. Foto: Fundación Omacha.

“Desconocemos los efectos a la salud de los delfines, pero puede ser semejante a lo que ocurre en la salud de los humanos”, afirma Trujillo.

A esto se suma la deforestación, las quemas, la minería ilegal de oro, las practicas industriales y agrícolas inadecuadas, que se han convertido en las principales fuentes del vertimiento de mercurio a los ríos. Este metal, en un proceso de bioacumulación es absorbido por el fitoplancton, base de la alimentación de peces y estos a su vez de delfines y comunidades humanas.

Según Trujillo, estudios publicados por la OMS sobre este metal pesado evidencian que puede llegar a generar en los humanos afectación en el sistema nervioso, renal, cardiovascular, respiratorio, en la piel e incluso podrían causar la muerte.

El cambio climático también les está pasando factura a estos animales, hecho que se ve reflejado en la pérdida de biodiversidad de los ríos y en la disminución de las poblaciones de estos mamíferos.

“Los pulsos de inundación están directamente relacionados con los periodos de lluvia y sequía, generando veranos más secos e inundaciones más extremas, afectando las interacciones entre las especies, los ciclos de nutrientes y el funcionamiento, estructura y distribución misma de los ecosistemas”, explican en la Fundación Omacha.

Adicional a esto está la pérdida de conectividad y la fragmentación de los ríos, los cuales originan el varamiento de estos animales y otras especies. Tan solo en el departamento de Arauca, se han presentado 22 varamientos entre el 2008 y este año.

Delfín rosado, uno de los animales dispuestos para la observación en el turismo de naturaleza de la amazonía colombiana. | Foto: Fundación Omacha

En la actualidad, los delfines, tanto el rosado como el gris, se encuentran en categoría ‘Peligro (EN)’, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) y la salud de los ríos, que es esencial para su conservación también está muy comprometida.

La iniciativa SARDI, a la que pertenece la Fundación Omacha, ha recorrido más de 45.000 kilómetros de ríos en seis países de Suramérica: Colombia, Venezuela, Bolivia, Perú, Ecuador y Brasil para estudiar a los delfines de río y continuar con la construcción e implementación de acciones concretas, con gobiernos y comunidades, que logren la conservación de estos mamíferos acuáticos y sus hábitats, en Colombia y la región.

De acuerdo con Trujillo, desde las ciudades las personas pueden realizar algunas acciones para contrarrestar la contaminación de los ríos, los efectos del cambio climático y la disminución de las poblaciones de los delfines, entre ellas: preferir bienes de consumo que se produzcan de manera sostenible, responsable y legal, no contaminar los ríos, evitar o reducir el consumo de plásticos de un solo uso, emplear elementos de limpieza biodegradables, no desperdiciar el agua y apoyar a las comunidades locales que desde los territorios conservan a los delfines, a través de prácticas como la observación responsable de delfines en actividades turísticas o la elaboración de artesanías.