El plantea tiene dos grandes amenazas: la desertificación y la sequía. Según la Organización de Naciones Unidas (ONU), cada año el mundo pierde 24.000 millones de toneladas de suelo fértil y la degradación de las tierras en zonas secas reduce el producto interno nacional de los países en desarrollo hasta en un 8 % cada año.
Por esta razón, el objetivo es promover el uso sostenible de la naturaleza, detener la degradación de los terrenos y frenar la pérdida de diversidad biológica.
La ONU señala que la degradación de la tierra en zonas áridas, semiáridas y subhúmedas secas, que cubren un tercio de la superficie del planeta, es causada fundamentalmente por la actividad humana y las variaciones climáticas como consecuencia de la sobrexplotación y el uso inadecuado de la tierra.
“La pobreza, la inestabilidad política, la deforestación, el sobrepastoreo y las malas prácticas de riego afectan, de igual forma, negativamente a la productividad del suelo”, sostiene ese organismo multilateral.
Este jueves se celebró el Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía y en su mensaje, el secretario General de las Naciones Unidas, Antonio Guterres dijo que la humanidad está inmersa en un enfrentamiento “implacable y autodestructivo contra la naturaleza” y que por ello es necesario hacer las paces con nuestros ecosistemas.
“La biodiversidad está disminuyendo, la concentración de gases de efecto invernadero está aumentando y las huellas de nuestra contaminación se pueden encontrar hasta en las islas más remotas y las cumbres más altas”, alertó António Guterres.
Por ello, el titular de la ONU afirmó que la degradación de tierras ya sea a consecuencia del cambio climático o de la expansión de la agricultura, las ciudades y las infraestructuras, mina el bienestar de 3.200 millones de personas, perjudica la biodiversidad y comporta la aparición de enfermedades infecciosas como la covid-19.
Guterres explicó que la restauración de tierras, una opción sencilla, barata y accesible para todo el mundo, contribuye a eliminar el carbono de la atmósfera, a ayudar a las comunidades vulnerables a adaptarse al cambio climático y a aumentar la producción agrícola cada año en US$1,4 billones.
“De hecho, es una de las formas más democráticas y favorables a los pobres de acelerar el progreso hacia la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible”, resaltó.
Restauración de ecosistemas
Coincidiendo con el inicio del Decenio de las Naciones Unidas sobre la Restauración de los Ecosistemas, el titular de la ONU hizo un llamado al mundo a poner la salud de los suelos en el centro de las iniciativas de planificación.
Los compromisos adquiridos por más de un centenar de países con motivo del inicio del Decenio concretan la restauración de cerca de 800 millones de hectáreas -un tamaño comparable a la superficie de China- a lo largo de los próximos 10 años.
Sin embargo, estos esfuerzos tal vez puedan quedarse cortos. Algunas cifras que maneja la Convención contra la Desertificación de Naciones Unidas (UNCCD) dan cuenta que, por ejemplo, que más del 70 % de la superficie terrestre ha sido transformada, un porcentaje que podría alcanzar el 90 % para 2050.
A esto hay que agregarle que para 2030, la producción de alimentos requeriría otros 300 millones de hectáreas adicionales y que la degradación de la tierra afecta directamente al 74 % de personas pobres en el mundo.
En Colombia se estima que en más del 28 % del territorio nacional se hace un uso inadecuado del suelo, es decir, se destinan los terrenos a ganadería o agricultura cuando la vocación y capacidad de la tierra indican que no son aptos para dicha actividad. A esto se suma que casi el 16% ya cuenta con suelos degradados o sobreutilizados por la actividad agropecuaria, de acuerdo con estadísticas del Instituto Geográfico Agustín Codazzi a 2020.