Una nueva investigación muestra que la energía solar explica el rápido deshielo antártico en verano, es decir, la radiación solar impulsa el retroceso anual relativamente rápido del hielo marino alrededor de la Antártida al final de cada año.
El estudio dirigido por la Universidad de Washington, en Estados Unidos, explica por qué el hielo retrocede tan rápidamente. A diferencia de otros aspectos de su comportamiento, el hielo marino de la Antártida sólo sigue simples reglas de la física, según publican sus autores en la revista ‘Nature Geoscience’.
“A pesar de las desconcertantes tendencias a largo plazo y de las grandes variaciones interanuales del hielo marino antártico, el ciclo estacional es realmente consistente, mostrando siempre este rápido retroceso en relación con el lento crecimiento”, señala en un comunicado la autora principal Lettie Roach, quien realizó el estudio como investigadora postdoctoral en la UW y ahora es investigadora científica en la NASA y la Universidad de Columbia.
El nuevo estudio demuestra que, al igual que un día caluroso de verano alcanza sus máximas condiciones de chisporroteo a última hora de la tarde, un verano antártico alcanza su máximo poder de fusión en pleno verano, acelerando el calentamiento y la pérdida de hielo marino, con cambios más lentos en la temperatura y el hielo marino cuando el aporte solar es bajo durante el resto del año.
Otros de los factores que nadie conocía hasta el momento son las estelas de condensación, la otra cara del impacto climático de la aviación.
El impacto de la aviación en el calentamiento climático no se reduce a su huella de carbono: las estelas de condensación que sueltan los aviones contribuyen “al menos” en la misma medida que las emisiones de CO2, estiman los expertos.
El sector aéreo, que representa entre el 2 y el 3% de las emisiones mundiales de CO2, se comprometió a una política de reducción drástica de sus emisiones de dióxido de carbono, el principal gas del efecto invernadero
Recientemente se conoció que el ozono puede estar calentando el planeta más de lo pensado, ya que puede estar debilitando uno de los mecanismos de enfriamiento más importantes de la Tierra, convirtiéndolo en un gas de efecto invernadero más importante de lo que se pensaba.
Por otra parte, una investigación publicada en la revista ‘Nature Climate Change’, realizada por un equipo internacional de científicos y dirigida por la Universidad de California Riverside, ha revelado que los cambios en los niveles de ozono en la atmósfera superior e inferior fueron responsables de casi un tercio del calentamiento observado en las aguas oceánicas que bordean la Antártida en la segunda mitad del siglo XX.
El profundo y rápido calentamiento del Océano Austral afecta a su papel como una de las principales regiones para absorber el exceso de calor a medida que el planeta se calienta.
La mayor parte de este calentamiento fue el resultado del aumento del ozono en la atmósfera baja. El ozono, uno de los principales componentes de la niebla tóxica, ya es un contaminante peligroso, pero la investigación demuestra que también puede desempeñar un papel importante en el cambio climático en los próximos años.
La doctora Michaela Hegglin, catedrática de química atmosférica y una de las autoras del estudio, explica que “el ozono cerca de la superficie de la Tierra es perjudicial para las personas y el medio ambiente, pero este estudio revela que también tiene un gran impacto en la capacidad del océano para absorber el exceso de calor de la atmósfera”.
“Estos resultados son reveladores y subrayan la importancia de regular la contaminación atmosférica para evitar el aumento de los niveles de ozono y de la temperatura global”, añade.
El equipo utilizó modelos para simular los cambios en los niveles de ozono en la atmósfera superior e inferior entre 1955 y 2000, con el fin de aislarlos de otras influencias y aumentar el conocimiento, actualmente escaso, de su impacto en la captación de calor del Océano Austral.
Estas simulaciones mostraron que tanto la disminución del ozono en la atmósfera superior como el aumento en la atmósfera inferior contribuyeron al calentamiento observado en los 2 km superiores de las aguas oceánicas en las latitudes altas por el aumento global de los gases de efecto invernadero.
Revelaron que el aumento del ozono en la atmósfera inferior causó el 60% del calentamiento general inducido por el ozono observado en el Océano Austral durante el período estudiado, mucho más de lo que se pensaba. Esto fue sorprendente porque el aumento del ozono troposférico se considera principalmente un forzamiento climático en el hemisferio norte, ya que es allí donde se produce la principal contaminación.
El ozono saltó a los titulares en la década de 1980 cuando se descubrió un agujero en la capa de ozono en lo alto de la atmósfera sobre el Polo Sur, debido a los daños causados por los clorofluorocarbonos (CFC), un gas utilizado en la industria y los productos de consumo.
La capa de ozono es vital, ya que filtra la peligrosa radiación ultravioleta para que no llegue a la superficie de la Tierra. Este descubrimiento dio lugar al Protocolo de Montreal, un acuerdo internacional para detener la producción de CFC.
La doctora Hegglin recuerda que “hace tiempo que sabemos que el agotamiento del ozono en lo alto de la atmósfera ha afectado al clima de la superficie en el hemisferio sur. Nuestras investigaciones han demostrado que el aumento del ozono en la parte baja de la atmósfera debido a la contaminación atmosférica, que se produce principalmente en el hemisferio norte y se “filtra” al hemisferio sur, es también un problema grave”, añade.
En este sentido, apunta que “hay esperanza de encontrar soluciones, y el éxito del Protocolo de Montreal a la hora de reducir el uso de CFC demuestra que la acción internacional es posible para prevenir el daño al planeta”.
El ozono se crea en la atmósfera superior por la interacción entre las moléculas de oxígeno y la radiación UV del sol. En la parte baja de la atmósfera, se forma debido a reacciones químicas entre contaminantes como los gases de escape de los vehículos y otras emisiones.
Los cambios en las concentraciones de ozono en la atmósfera afectan a los vientos del oeste en el hemisferio sur, además de provocar niveles contrastados de sal y temperatura cerca de la superficie en el océano austral. Ambos afectan a las corrientes oceánicas de forma distinta, lo que repercute en la captación de calor del océano.
*Con información de Europa Press