Cuando no habían pasado sino un par de semanas en que Estados Unidos y Canadá enfrentaron una ola de calor sin precedentes, el fenómeno volvió a presentarse en los últimos días con temperaturas extremas. Las Vegas, por ejemplo, igualó su máximo histórico al alcanzar los 47,2 grados centígrados, una marca que la ciudad registró por primera vez en 1942 y luego se ha registrado tres veces desde 2005.
El Servicio de Meteorología de Estados Unidos, advirtió el pasado domingo que una peligrosa ola de calor afectaría una gran parte del oeste de este país, con probables temperaturas récord, un fenómeno que pareciera estarse volviendo normal.
Para la Organización Meteorológica Mundial (OMM), estas olas de calor son muy peligrosas porque el noroeste de Estados Unidos y el oeste de Canadá son zonas que están más acostumbradas al frío que a las altas temperaturas. La OMM ha advertido de que “las temperaturas extremas representan una gran amenaza para la salud de las personas, la agricultura y el medio ambiente”, sobre todo en zonas no acostumbradas al calor y donde los habitantes no suelen tener equipos de aire acondicionado.
Omar Baddour, jefe de la división de Vigilancia y Políticas Climáticas de la OMM, dijo que las olas de calor son cada vez más frecuentes e intensas a medida que las concentraciones de gases de efecto invernadero conducen a un aumento de las temperaturas globales.
Uno de los aspectos más complejos es que estos fenómenos “están empezando antes y terminando más tarde y están cobrando cada vez más importancia para la salud humana”, dijo.
Por su parte, Nikos Christidis, del Servicio Meteorológico de Reino Unido (Met Office), ha dicho que sin el cambio climático inducido por el hombre, habría sido casi imposible alcanzar temperaturas tan altas como las que se presentaron a finales de junio en el oeste de los Estados Unidos, ya que las posibilidades de ocurrencia natural son una vez cada mil años.
Un estudio realizado por un equipo internacional de investigadores concluyó que sin cambio climático habría sido “prácticamente imposible” la ola de calor que abrazó el oeste de Canadá y Estados Unidos, en los días anteriores.
Según indica BBC, el grupo, que forma parte de la red World Weather Attribution, describió lo sucedido en estos países como un evento que ocurriría una vez cada 1.000 años y que sería 150 veces menos probable si no existiera la influencia humana sobre el clima.
Lo más grave, aseguran los expertos es que estas temperaturas récord no solo se están presentando en el norte del continente americano, sino que también otras zonas del hemisferio norte están siendo golpeadas por el calor y experimentando “condiciones excepcionales”.
Por ejemplo, esto ocurre también en el norte de África, la península Arábiga, Europa oriental, Irán y el noroeste del continente indio. Además, el oeste de Rusia y la costa del mar Caspio están enfrentando temperaturas que pueden alcanzar hasta los 40 grados de día y los expertos prevén que en las noches no baje de los 25ºC.
Un problema mundial
A nivel global, las temperaturas promedio de la Tierra van en un rápido ascenso, con 2016 y 2020 como los años más cálidos registrados desde que se tienen registros, según Science News.
Para los expertos es como si se estuviera normalizando una situación que no lo es. Las olas de calor, según los análisis meteorológicos, podrían presentarse una vez cada 1.000 años; pero esto ha cambiado y su frecuencia ha cambiado, con un clima al que millones de personas no están acostumbradas.
Los estudios futuros sobre el cambio climático pueden arrojar más luz sobre las formas en que esta ola de calor en particular podría estar relacionada con los cambios en el clima de la Tierra. En general, se sabe que el cambio climático probablemente hará que estos eventos extremos sean más comunes en el futuro.
Y las consecuencias no paran ahí. Estados Unidos, por ejemplo, atraviesa por una sequía histórica. Casi la mitad del país se enfrenta a la peor fenómeno en este sentido en 20 años, denominada “megadry” por la prensa de ese país. La escasez de agua y el riesgo de incendios ya afectan a más de 10 estados.
Todo esto plantea muchos peligros para el planeta, especialmente para la salud y estabilidad humana. En mayo, los científicos informaron en Nature Climate Change que el 37 % de las muertes relacionadas con el calor entre 1991 y 2018 se atribuyeron al cambio climático provocado por el hombre.
Incluso hay científicos que advierten que habrá áreas del mundo que se volverán inhabitables si continúan las tendencias actuales.
Según BBC, los científicos utilizan modelos informáticos para intentar adivinar el futuro comportamiento del clima de la Tierra, pero suelen fijarse de forma general en las temperaturas globales y no de forma precisa en los récords específicos de lugares concretos.
Más consecuencias
La OMM ha advertido que el planeta se está dirigiendo rápidamente a un aumento de 1,5° C en la temperatura para principios de la próxima década, y las temperaturas subirán a 2° C o más a menos que las políticas puestas en marcha por los países cambien radicalmente.
Es un problemática que viene desde hace muchos años y que hoy muestra sus consecuencias. Las naciones ricas se concentraron en el crecimiento económico en lugar de salvar al planeta de una amenaza hipotética de la que vienen hablando los expertos desde hace muchos años y las economías en desarrollo siguieron su ejemplo.
Hoy muchos países han comenzando a diseñar políticas para reducir las emisiones en las próximas décadas, pero mientras esto sucede, millones de personas morirán no solo por las olas de calor como ha ocurrido en Estados Unidos y Canadá, sino por desplazamientos y falta de alimentos, pues la seguridad alimentaria está en riesgo, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
Lo que está ocurriendo en el planeta por cuenta de las actividades del hombre, se traducirá en alimentos más caros, menos nutritivos y disrupciones en la cadena de distribución que afectarán dramáticamente a los países más pobres, si no se toma acción para detener la degradación de la tierra y mantener el calentamiento global por debajo de los 2°C. Incluso con un aumento de 1,5°C, hay grandes riesgos de escasez de agua, incendios, degradación del permafrost y de inestabilidad en el sistema alimentario.