Norteamérica y Europa han conseguido durante las últimas décadas reducir la contaminación por partículas en el aire, una buena noticia que, según un nuevo estudio científico, resultó tener un efecto inesperado: un aumento de las tormentas tropicales en el Atlántico Norte.
“La reducción de la polución atmosférica de Estados Unidos y Europa ayudó enormemente a la salud humana, pero mi investigación demuestra que, a veces, las cosas buenas tienen consecuencias indeseadas”, dijo este 13 de mayo por videollamada el autor del estudio, Hiroyuki Murakami, de la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA).
El trabajo publicado el miércoles en la revista Science Advance indicó que, en las últimas cuatro décadas, el número de tormentas tropicales aumentó en 33 % en el Atlántico Norte, como consecuencia de 50 % de disminución de los aerosoles (unas pequeñas partículas contaminantes) en Norteamérica y Europa.
“La contaminación atmosférica bloquea los rayos del sol, lo que provoca el enfriamiento de la superficie del océano, algo que produce condiciones desfavorables para los huracanes”, explicó Murakami.
“Ocurre lo contrario si la contaminación atmosférica disminuye. El sol es más capaz de calentar el océano, y ese calentamiento alimenta los huracanes”, añadió.
El estudio comprobó una situación contraria en Asia donde, en el mismo periodo, un aumento del 40 % de la polución por partículas contribuyó a que el número de ciclones tropicales en el oeste del Pacífico Norte cayeran 14 %.
Con estos resultados, Murakami se pregunta si las temporadas de huracanes muy activas de los dos últimos años estuvieron vinculadas a la ralentización de la industria provocada por la pandemia de covid-19.
El científico cree que, en las próximas décadas, la contaminación por partículas de origen humano se mantendrá estable en el Atlántico Norte y que el aumento de los gases de efecto invernadero se convertirá en una influencia más significativa en los ciclones tropicales. Según él, habrá menos tormentas tropicales, pero las que se produzcan serán más intensas.
Otra problemática medioambiental relacionada con el agua que se ha reportado en los últimos días, es lo que sucede en Guatemala, país en el que su Gobierno declaró una alerta roja por la contaminación de moluscos provocada por una marea roja que afecta las costas del Pacífico sur y ya dejó un muerto, informó el Ministerio de Salud.
La medida fue adoptada por la Comisión Nacional para la Vigilancia y Control de la Marea Roja Tóxica en Guatemala debido a que, en el monitoreo y análisis que se efectúa, evidenció altas concentraciones de saxitoxinas superiores a los límites adecuados, precisó un comunicado oficial. Se han contabilizado once casos comprobados y un muerto a causa de la intoxicación por consumo de moluscos desde el 29 de abril, indicó.
La jefa de la Unidad de Gestión de Riesgo de esa cartera, Virginia Herzing, dijo en la nota que la presencia de marea roja tóxica, provocada por el aumento de algas nocivas, se detectó en el Litoral del Pacífico, en las costas del municipio de Tiquisate, al sur de la capital.
Ante ello, pidió a la población evitar el consumo de moluscos bivalvos como mejillones, almejas y conchas pues “produce intoxicación severa y podría llegar a provocar la muerte”. No obstante, otros productos del mar que se pueden consumir sin ningún riesgo de intoxicación, aun en presencia de la marea roja tóxica son pulpos, calamares, langostas, camarones, cangrejos y peces.
Los síntomas pueden aparecer 30 o 60 minutos después de consumir moluscos contaminados y son hormigueo en los labios, lengua, boca y cara; luego se extiende y se pierde la fuerza muscular; pueden aparecer parálisis, dificultad respiratoria, náuseas, mareos y vómitos.
*Co información de AFP.