Luego de 21 años, en un relicto de bosque húmedo tropical del Magdalena Medio, en el departamento de Caldas, fue registrado un jaguar, especie que ha venido perdiendo su hábitat y población en el país.
El registro logrado por Leonardo Mendieta- Giraldo, biólogo de la Universidad de Caldas, se obtuvo en la Ciénaga de la Tortuga, en el municipio de La Dorada, en donde el experto investigó este fragmento de bosque, que se encuentra aislado en medio de haciendas ganaderas.
“Es un lugar muy importante del Magdalena Medio colombiano. Es interesante porque allí empieza una transición de bosque seco a bosque húmedo tropical o ciénagas”, explica. Es una área de aproximadamente 210 hectáreas, en donde además del jaguar, el investigador tuvo la oportunidad de registrar cuatro especies endémicas de monos que se encuentran en alguna categoría de amenaza y una más que no está categorizada.
Este importante hallazgo está sustentado en el artículo académico titulado “No todo está perdido: el redescubrimiento del jaguar (Carnivora: felidae: Pantheraonca) y registro de primates amenazados (primates: mammalia) en el Valle del río Magdalena del departamento de Caldas en Colombia, un llamado para su conservación”, publicado en la revista científica Journal of Threatened Taxa por los investigadores Leonardo Mendieta- Giraldo, Sergio Escobar-Lasso, Esteban Grajales- Suaza y José Fernando González- Maya.
El análisis científico de estos expertos, hace un llamado a la protección de estas especies que son determinantes para los ecosistemas, pues cumplen funciones clave para la conservación de este bosque que está fragmentado y aislado y requiere de una urgente intervención.
Especies amenazadas
Mendieta- Giraldo descubrió en este relicto, el mono araña café (Ateles hybridus), una de las 25 especies más amenazadas del mundo. Este es el segundo registro de esta especie en este departamento; el primero se dio en la selva de Florencia. El primer grupo registrado en la Ciénaga de la Tortuga fue de 7 individuos y se prevé que hay una población de unos 15.
En este fragmento de bosque, el experto también pudo observar especímenes de tití gris, mono maicero y mono nocturno. “Fue muy importante saber que esta área se encontraban estas especies tan particulares, además del mono aullador”, manifiesta.
Precisa que la especie de monos capuchinos de frente blanca (Cebus versicolor) o también conocido como mono maicero, es endémica y está amenazada no solo para el Valle del Magdalena, sino en general en el país. Se trata de primates que se adaptan a las condiciones o amenazas antrópicas que presentan los bosques actualmente en el territorio nacional.
Otra de las especies registradas fue el tamarino manos blancas o tití gris (saguinus leucopus), que está focalizado en el Valle del Cauca y en el Valle del Magdalena. Está en peligro debido a la fuerte extracción de los ecosistemas para ser comercializados como mascotas.
El mono nocturno (aotus griseimembra), también se observó en el lugar. Es una especie de primate poco estudiada, cuyas densidades poblacionales no se conocen muy bien y está categorizada como Vulnerable.
“En este lugar se ha visto a las cuatro especies compartiendo e interactuando en los árboles frutales”, dice el investigador, quien halló al menos cuatro dormideros de los diferentes grupos de monos.
En este pequeño bosque también habita el mono aullador (alouatta seniculus), una especie que hace presencia en varias regiones del país y que se adapta fácilmente a las condiciones de deforestación y destrucción, por ser herbívora.
Se estima que en la Ciénaga de la Tortuga hay unas 170 especies de aves, varias de ellas endémicas, a la vez que hay registros de reptiles y de puma.
Atención urgente
Dado que se trata de un bosque aislado, que no tiene conexión con otros ecosistemas, los expertos consideran que es urgente atender a las especies que se encuentran allí y trabajar en estrategias de conservación, junto con las comunidades.
José Fernando González- Maya, director científico de Procat Colombia, considera que esta es la única oportunidad que hay en el Eje Cafetero de evitar la extinción del jaguar en esta zona, pues en Risaralda y Quindío no hay registro confirmado de que exista este mamífero.
Explica que este animal ha sufrido una reducción de su población muy importante en muchas zonas del país y en otras regiones. Sin embargo, por tratarse de una especie que está distribuida desde el sur de Estados Unidos hasta el norte de Argentina, no ha sido posible ubicarla en una categoría de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
Cuenta que junto con otros expertos analizaron en dónde están esos pequeños lugares donde aún quedan jaguares y cuál es su viabilidad de conservación y encontraron que la distribución general del jaguar está dividida en 34 subpoblaciones, de las cuales 33 se encuentran en una categoría de amenaza; solo la población amazónica podría considerarse que no está en riesgo.
Aproximadamente el 55 % del rango de distribución de jaguares se perdió en los últimos 50 años y lo que queda son pequeños fragmentos, que en la mayoría de los casos no tienen el tamaño suficiente para mantener una población viable a largo plazo.
Dice que el Chocó biogeográfico, la Amazonia y Orinoquia son grandes espacios a pesar de la pérdida de bosque, así como la Serranía de Perijá, Paramillo y San Lucas y la Sierra Nevada de Santa Marta.
Dado que la zona del Magdalena Medio ha sido transformada históricamente, era una incógnita que allí hubiera jaguares. En Santander en límites con Cesar encontraron algunos individuos y hace más o menos tres años se obtuvo un registro confirmado para Cundinamarca, en el municipio de Yacopí. “Estos registros del Magdalena Medio indican que no todo está perdido y por eso se deben tomar medidas de conservación”, manifiesta González-Maya.
Conservación de grandes mamíferos
Para los expertos es claro que con el registro del jaguar en la Ciénaga de la Tortuga se abre una perspectiva y es que todavía se puede hacer algo por mantener estos grandes mamíferos. “Es un llamado para apropiarse de este tipo de remanentes y cuidar allí sus especies”, dicen.
Lo mismo opina, el biólogo Sergio Escobar-Lasso, quien considera que esta es la oportunidad para evitar la pérdida de grandes mamíferos en el Eje Cafetero. “Lo que se haga en estos próximos cinco años definirá el futuro en torno a la extinción local de estos animales, así como la ecológica porque ya no habrá especies para que cumplan su función ecosistémica”.
Argumenta, que la mayor dificultad radica en que el hábitat está profundamente deforestado y aislado y la idea es conectar estas especies con otros lugares. “Este es un lugar extremo de aislamiento y el reto es trabajar para que esto trascienda como sociedad para evitar su extinción en esta región y por eso se hace necesario trabajar con las comunidades locales, autoridades ambientales y la sociedad, en general”.
A su vez, Esteban Grajales- Suaza, estudiante de la Universidad de Quindío y presidente de la Fundación Ambiental Mohanes, manifiesta que estos ecosistemas del Magdalena Medio cuentan con algunas características que los hacen muy apetecidos para las explotaciones agrícolas y pecuarias.
“Allí se registra explotación minera, cacería, deforestación y ganadería extensiva. Entonces identificar esos animales en ese lugar es una esperanza en medio de ecosistemas que han sido muy impactados por el hombre”, dice.
Los cuatro expertos que lideraron la publicación científica coinciden en que es urgente poner en marcha proyectos y tocar puertas que permitan la conservación. Es urgente conectar este bosque con otros relictos para que las especies que allí habitan tengan más oportunidad de conservación, pues además de las especies ya mencionadas, en el lugar también se avistaron chigüiros, ñeques, guaguas, ocelotes y tortugas, entre otras.
Es un lugar que se encuentra bajo amenaza, porque al igual que las especies, las poblaciones también viven aisladas y por ello se registra la extracción de animales para su comercialización como mascotas, así como la tala de madera, pues son comunidades que no reciben ayudas económicas gubernamentales y su sustento económico lo centran en la riqueza natural de estos ecosistemas.
Adicional hay otra problemática y es que mamíferos como el jaguar y el puma y otros felinos más pequeños como el ocelote empiezan a alimentarse del ganado y aves de corral debido a que ya no tienen alimentos naturales, lo que genera un conflicto con fauna silvestre y genera afectación económica para las comunidades de la zona.
Por eso los proyectos tendientes a la conservación son urgentes y se deben articular las necesidades de las dos partes. Los expertos proponen, por ejemplo, recurrir a incentivos de conservación como los pagos por servicios ambientales y negocios verdes. La apuesta es entonces, unir esfuerzos para evitar la extinción del jaguar y de las especies endémicas de monos amenazados que habitan en este bosque del Magdalena Medio.