El calentamiento global no da tregua y sus efectos se sienten fuertemente en el Ártico, en donde la temperatura se incrementa tres veces más rápido que el resto del planeta, según lo dio a conocer un nuevo estudio.

Estos preocupantes datos figuran en un informe actualizado del Programa de Evaluación y Vigilancia del Ártico (AMAP), publicado con motivo de una reunión ministerial del Consejo del Ártico, que se lleva a cabo esta semana, en Reikiavik.

“El Ártico es realmente un punto clave del calentamiento climático”, resume Jason Box, especialista en glaciares en el Servicio Geológico de Dinamarca y Groenlandia. En menos de medio siglo, de 1971 a 2019, su temperatura media anual subió 3,1 °C, frente al 1 °C del planeta.

En un informe anterior publicado en 2019, el AMAP indicaba que el calentamiento del Ártico llegaba a “más del doble de la media mundial”.

Esta información la ratificó la Organización Meteorológica Mundial en junio del año pasado, cuando advirtió que esta región se estaba calentando al doble del promedio mundial y de una manera muy rápida. Precisamente, el 20 de junio de 2020, en Siberia, Rusia, se registró una temperatura de 38 grados centígrados, un nivel completamente inusual para un sitio en el que el calor más fuerte que se siente, llega a penas a los 15 grados, en condiciones normales.

Los osos polares se ven obligados a buscar tierra firme donde conseguir alimentos, a medida que disminuye el hielo marino. Foto: PA vía BBC

Este nivel de temperatura prendió las alarmas de lo que sucede en esta parte del planeta, pero también en la Antártida en el donde los niveles de calor han alcanzado récords.

De acuerdo con el organismo multilateral, las temperaturas anuales del aire en la superficie durante el período 2016 a 2019, han sido las más altas registradas. Además, el volumen de hielo marino del Ártico se ha reducido considerablemente.

Científicos del gobierno estadounidense han afirmado que la capa de hielo flotante (banquisa) del Océano Ártico se ha reducido a su segundo nivel más bajo desde que comenzaron estudios satelitales al respecto, en 1979.

La tendencia es clara: la extensión de la banquisa ha disminuido 14 % por década durante ese periodo. El Ártico podría vivir un primer verano sin hielo a partir de 2035, según un estudio publicado en Nature Climate Change.

Uno de los análisis que realizan los organismos climáticos es que no todo el planeta se está calentando de manera uniforme. Destaca, por ejemplo, lo que sucede en Siberia occidental, un área que se calienta más rápido que el promedio y donde las variaciones de temperatura mes a mes y año a año tienden a ser grandes.

“Esto significa que, hasta cierto punto, las grandes anomalías de temperatura no son inesperadas. Sin embargo, lo inusual en este caso es cuánto tiempo han persistido las anomalías más cálidas que el promedio”, afirmó el Servicio de Cambio Climático de Copérnico de Europa.

Incendios forestales

Las altas temperaturas traen consigo el registro de incendios. Según los investigadores, en 2004 se produjo un vuelco, con una subida, todavía inexplicada, del termómetro en el círculo polar, después de la cual el calentamiento se incrementó a un ritmo 30 % más elevado que antes.

El deshielo traerá consecuencias graves para la vida silvestre, incluidos los osos polares. Foto: P. Goldstein vía DW

Ahora, la región es escenario de “episodios de calor invernal más numerosos y más largos”, explica Jason Box a la AFP. Se trata de fenómenos meteorológicos, a veces caniculares, que se precipitan en la región, sobre todo durante el periodo de formación de hielos, entre octubre y mayo.

Al “verano”, de junio a septiembre, se suma el calor liberado por los océanos, cada vez con menos hielos marinos y el aislamiento que proporcionan.

Y la tendencia está lejos de terminar ya que, según las proyecciones citadas en el informe, las temperaturas medias del Ártico subirán de aquí a finales de siglo entre 3,3 °C y 10 °C por encima de la media del periodo 1985 - 2014. El incremento dependerá del volumen de las futuras emisiones de gas de efecto invernadero.

El calentamiento de esta región tiene consecuencias inmediatas en los ecosistemas, la modificación del hábitat, de las costumbres en la alimentación y las interacciones de fauna como el simbólico oso polar y la migración de ciertas especies.

De Siberia hasta Suecia, pasando por Alaska, los incendios forestales se han convertido en un problema recurrente.

Además del riesgo para la seguridad de las personas, “el humo que producen contiene también dióxido de carbono y negro de carbón, y ambos contribuyen al cambio climático”, advierte el investigador estadounidense Michael Young.

Impacto a las poblaciones

Las consecuencias también son dramáticas para los cuatro millones de personas que viven en estas latitudes, especialmente las poblaciones indígenas.

“Los cazadores en el noroeste de Groenlandia dicen que el periodo durante el cual es posible desplazarse con trineos de perros ha pasado de cinco a tres meses”, explica Sarah Trainor, directora del Centro de Evaluación y Política del Clima de Alaska.

Las mediciones de metano hechas a nivel terrestre solo cubren una mínima parte del Ártico. Foto: GETTY IMAGES

“Cazadores y pescadores en Canadá y Rusia dan cuenta de focas más delgadas, una fauna salvaje menos sana y más gusanos en los pescados y mamíferos marinos”, añade.

Un Ártico más cálido quiere decir un Ártico más húmedo. La lluvia sustituye a la nieve, y contribuye a que se formen capas de hielo que impiden a los cérvidos alimentarse de líquenes.

Efectos graves

Las altas temperaturas pueden conducir a la continua degradación del permafrost y la erosión costera. La reducción en la extensión del hielo marino y la degradación del permafrost en la tundra puede crear dificultades para especies “clave” como osos polares, caribúes y ballenas, entre otros.

La descongelación del permafrost también tiene implicaciones para la estabilidad de las estructuras construidas allí, así como para la posible liberación de metano, un poderoso gas de efecto invernadero.

La situación que se registra en el Ártico evidencia que el cambio climático no da tregua y las temperaturas siguen subiendo motivando eventos extremos.

*Con información de AFP