Cada vez se conoce nueva información de estos gigantescos animales que recorrieron parte del mundo y tuvieron comportamientos que a través de los años y de diversos estudios científicos se van conociendo.
Los investigadores estadounidenses Patrick Druckenmiller y Gregory Erickson publicaron un estudio en la revista Current Biology en el que se afirma que estos saurópsidos, que aparecieron durante el período Triásico, no solo pasaron por el norte de Alaska, sino que anidaron allí durante los largos periodos en los que no salía el sol y las temperaturas eran muy bajas.
“Son los dinosaurios más septentrionales de los que tenemos constancia”, dice Patrick Druckenmiller, del Museo del Norte de la Universidad de Alaska.
El investigador argumenta que algunos estudios anteriores ya demostraban que un par de especies indeterminadas de dinosaurios eran capaces de anidar muy cerca de los círculos árticos o antárticos.
Sin embargo, esta investigación es la primera en confirmar que éstos residieron todo el año en esas latitudes tan altas. “Y no solo demostramos la presencia de una o dos especies. Sino que, con restos perinatales, en el huevo o de recién nacidos, documentamos al menos siete especies de dinosaurios que se reproducían en el ártico”, añade Druckenmiller.
Los científicos sustentan en su estudio que los dinosaurios árticos descubiertos pertenecen a diferentes tipos: herbívoros grandes y pequeños, hadrosáuridos, también conocidos como dinosaurios con pico de pato, ceratopsianos o dinosaurios con cuernos y carnívoros como el tiranosaurus. Los restos de los animales que pudieron haber nacido en este lugar son de hace unos 70 millones de años, según un estudio.
Los análisis, realizados por más de una década, por Druckenmiller y Erickson, profesor de ciencias biológicas de la Universidad Estatal de Florida, en la Formación Prince Creek, una región en el norte de Alaska, apuntan a que estos dinosaurios probablemente desarrollaron estrategias para sobrevivir al invierno, como la hibernación o el cultivo de plumas aislantes.
Para llegar a estas conclusiones, los científicos se dedicaron durante más de 10 años a realizar trabajos de campo en los que efectuaron minuciosas excavaciones de fósiles, con lo que lograron poner fin a la idea de que los antiguos reptiles sólo vivían en climas más cálidos.
Huesos y dientes de bebé
“Un par de estos nuevos yacimientos que hemos encontrado en los últimos años han revelado algo inesperado, y es que están mostrando huesos y dientes de bebé”, dijo a la AFP el autor principal, Patrick Druckenmiller.
Los análisis dieron lugar a dos hipótesis: La primera está relacionada con que los dinosaurios eran residentes polares permanentes y la segunda, que emigraban al Ártico y a la Antártida para aprovechar los recursos cálidos que se daban de manera estacional y posiblemente para reproducirse.
En la investigación, los científicos determinan que a diferencia de algunos mamíferos, como el caribú, que dan a luz a crías que pueden recorrer largas distancias casi de inmediato, los dinosaurios tenían crías muy pequeñas que es posible que no hayan podido realizar viajes migratorios de miles de kilómetros.
Si bien el Ártico era más cálido en el Cretácico Superior que en la actualidad, las condiciones seguían siendo muy difíciles. La temperatura media anual era de unos 6 grados Celsius (40 grados Fahrenheit), pero habría habido unos cuatro meses de oscuridad invernal con temperaturas bajo cero y nevadas ocasionales.
“Ahora entendemos que probablemente la mayoría de los grupos de dinosaurios carnívoros que encontramos allí arriba tenían plumas”, dijo Druckenmiller. “Se puede pensar en ello como su propia parka de plumas, para ayudarles a sobrevivir al invierno”.
La investigación actual no aporta pruebas tan sólidas de que los herbívoros tuvieran plumas, pero el equipo cree que los herbívoros más pequeños podrían haber cavado bajo tierra e hibernado.
Los vegetarianos más grandes, que tenían más grasa de reserva, podrían haber recurrido a la búsqueda de ramas y cortezas de baja calidad para pasar el invierno.