En 2012 usted montó un grupo de teatro en la cárcel El Buen Pastor. ¿Cómo y por qué comienza ese proyecto? Ese año me invitaron a ser jurado de un evento en esa cárcel. Era la primera vez que visitaba un establecimiento penitenciario. Sabía algo sobre las precariedades físicas de los espacios carcelarios, así como de las condiciones de hacinamiento en las que viven los internos. Pero una cosa es conocerlo a través de los medios de comunicación, y otra, muy distinta, estar ahí en medio de esa realidad: ver los espacios, las instalaciones y, sobre todo, conocer a los seres humanos, carentes de opciones de crecimiento personal, de actividades de resocialización y de reconciliación con ellos mismos y con la sociedad. ¿Cuáles han sido los principales retos que se ha topado en estos años de trabajo en las cárceles del país? Han sido varios. Trabajar en sitios como esos no es muy fácil, no es muy habitual, y menos aún tratándose de ideas innovadoras como las que nosotros teníamos: trabajar con los internos en obras de teatro, conciertos, restaurantes. Generar espacios de encuentro entre la población civil y la carcelaria era algo innovador. Obviamente el proceso de conseguir las autorizaciones fue largo, pero en cualquier situación, los problemas se vuelven oportunidades, se sobrepasan y nos hacen crecer. ¿Cómo nace el Festival Nacional de Teatro Carcelario? El Festival se crea para que la población civil conozca el talento de las personas que están privadas de la libertad. Es un espacio en el que los señalamientos se van, y las personas que participan, comprenden el significado de las nuevas oportunidades. En ediciones pasadas, las familias han tenido ese momento de reencuentro: ven a sus hijos, los abrazan. En los festivales vivimos lo que es la reconciliación realmente. ¿Qué tiene de especial esta cuarta edición? Debido al momento que estamos viviendo por el COVID-19, tuvimos que buscar alternativas. Las cárceles participantes tuvieron el reto de realizar su montaje de manera virtual; desde el momento de recibir sus clases, hasta realizar un montaje que fuera a acorde con las plataformas. Fue toda una exploración de la virtualidad y de los retos que presenta.
"Nuestra señora de las Nubes" en el Establecimiento Penitenciario de Mediana Seguridad y Carcelario de Ipiales. Cuéntenos sobre las obras de teatro que se van a presentar. Participan seis cárceles: el Buen Pastor va a presentar: “¿Y por qué yo?”; la Picota: “Se vende una mula”; la Modelo: “Galería del Crimen”; la Modelo de Bucaramanga: “Víctor”; la cárcel de mujeres de Popayán: “Pasajeras”; y el Establecimiento Penitenciario de Mediana Seguridad y Carcelario de Ipiales: “Nuestra señora de las Nubes”. Cada cárcel realiza una creación colectiva y busca resaltar situaciones de la cotidianidad, que dejen un mensaje, una enseñanza al público las ve. Cada obra contó con la asesoría y dirección de profesionales de teatro. En el caso de la Picota y la Modelo, sus directores son internos. Cuéntenos qué impacto tiene este trabajo artístico en los internos. Es sanador. A través de los textos y personajes que interpretan, exteriorizan y desbloquean sus limitaciones y sus sentimientos. El arte les permite crear nuevas realidades, soñar y aprenden a conocerse más. Se ha convertido en uno de los mejores instrumentos para la verdadera reinserción social en las cárceles. El festival va del 15 al 20 de junio. Siga aquí su programación. Iniciativa busca entregar 18.000 flautas a niños y jóvenes vulnerables del país La cultura y el amor por la tierra: antídotos valiosos en tiempos de virus