El telón se abre y la música, los colores y el talento de cinco artistas sirve de vehículo para contar una historia trágica y conmovedora, la de Cyrano de Bergerac. Pero ese talento le suma un giro interesante, en esta versión la tragedia se convierte en comedia y el amor, como debe ser, es una promesa cumplida.  

El actor Cristián Villamil y el actor Felipe Garay musicalizan la puesta en escena. Cortesía Teatro Nacional. Cyrano de Bergerac, considerada una de las tragedias más bellas del teatro francés, llevada a la pantalla grande en varias ocasiones (una legendaria con Gérard Depardieu, otra reciente de Alexis Michalik, entre otras), es un elogio romántico y dolido al amor imposible, que toca elementos como la inclemencia de la guerra y de la muerte. Pero el teatro es flexible, dinámico, y con algo de imaginación e histrionismo logra encauzar un drama hacia la comedia para abrirlo a nuevas posibilidades. Esto no implica que deje de lado la esencia del texto de Rostand, sí implica que, en esta adaptación, el amor sea el héroe de la historia, lo que une a sus personajes y les permite conectar y asumir su realidad de guerra, miedo y complejos.  El Teatro Nacional apunta a atraer a colombianos de distintas generaciones al mundo de las tablas. Con esta propuesta llega al público familiar, le quiere sacar carcajadas a los más jóvenes y a los más abuelos. Los encargados de tratar: Biassini Segura, Jair Aguzado, Cristián Villamil, Felipe Garay y Alejandra Chamorro. ‘Lectura Bajo los Árboles’, o cómo conectar naturaleza y literatura La obra cuenta la historia de Cyrano, un comandante, poeta e ilustre caballero que, en medio de la guerra de Francia contra España, se enamora de la bella Roxanne. No todo es alegría, pues su enorme nariz y la frustración que esta le produce le impiden amar y ser amado. Por eso decide ayudar al amor de Roxanne, Cristian, a escribirle cartas a la mujer que ama, quizá el gesto más profundo y conmovedor de la obra.   El teatro es una manifestación artística que se nutre de quienes lo ven y retribuye a sus espectadores expandiendo su espectro intelectual y sensitivo. Los niños y adolescentes son un público complejo, duro de cautivar. A la vez, no cabe duda de que son el público más importante porque forjan sus sueños, pasiones y porque serán los futuros artistas y espectadores. A ellos, Cyrano logra hablarles de temas complejos como la guerra y el amor con un lenguaje cercano. Los reconoce, los identifica, los conecta, y activa su capacidad de disfrute. 

El actor Biassini Segura interpreta a Cyrano. Cortesía Teatro Nacional. La propuesta teatral tiene muchas herramientas: una escenografía minimalista y llena de sonidos; la música, como un actor más de la obra; un vestuario que mezcla prendas de la época isabelina con prendas contemporáneas (como tenis Converse), para simbolizar que ciertos temas propios de la condición humana no obedecen al espacio-tiempo. No importa cómo, dónde, cuándo, quién, el amor en el arte ha servido de eje transversal de incontables historias, pero también de pretexto para ahondar en otros temas o para recordarle a una sociedad capitalista, banal y consumista, que hay un sentimiento que ayuda a construir y a salvar. En Cyrano, un tipo de amor cobra especial importancia porque sana y sirve de punto de partida: el amor propio. Cyrano propone reír, gritar, llenarse de euforia, entender a los jóvenes, sentir y, sobre todo, entender que lo que catalogamos como defectos (la gran nariz para Cyrano, cada uno con el suyo) que le impide creer que Roxanne se puede enamorar de él, no son más que estigmas autoimpuestas. En su juego de movimientos, personajes, luces y música, símbolos y una narrativa que le permite al público y en especial a los jóvenes entender el arte y la literatura en un lenguaje más cotidiano a su tiempo.  Los recomendados de la semana en la Cinemateca de Bogotá Es importante brindar producciones a los niños y jóvenes, en especial cuando abordan temas como el amor propio, el que libera al ser del ‘Qué dirán’ y le permite concentrarse en lo importante, aceptar la diferencia y encontrar y apreciar la belleza que esta esconde. Enseñar a los más pequeños a construir desde el afecto, la sensibilidad y el cuidado del otro se sirve bien de un ambiente libre y lleno de imaginación como el escenario. La obra, en efecto, como parte del proyecto pedagógico del Teatro Nacional, busca contagiar  a los niños y jóvenes de teatro, construir desde el arte y la lúdica seres humanos más curiosos, felices y sensibles. Tengan la nariz que tengan, Cyrano deja que el corazón es lo que importa. Cyrano se presenta todos los domingos hasta diciembre en el Teatro Nacional La Castellana. Funcion de 11 a.m. apta para todo público.