Missing (ausente), el nombre de la obra que presentó el sudafricano John Kani en el FITB, se presta para todo tipo de interpretaciones. Se puede referir, por ejemplo, al deseo del protagonista, un exiliado político, por regresar a su patria. También a lo que el héroe, interpretado por el mismo Kani, está dispuesto a sacrificar para cumplir con su meta. O quizá el título de la pieza se refiere, simple y llanamente, a una carta que, en un comienzo ausente, marcará el destino de todos los involucrados.Missing (2014), producida por el Baxer Theatre Center de la Universidad de Cape Town, es la segunda obra de teatro escrita a solas por John Kani, conocido como el “abuelo del teatro sudafricano” por sus más de 40 años en la escena de su país. Presentada hasta el 15 de marzo en el teatro Fanny Mikey, la pieza explora los dilemas morales de Robert Khalipa, un antiguo militante del Congreso Nacional Africano que, cuando ese partido llega al poder en Sudáfrica de la mano de Nelson Mandela, se queda a la espera de una llamada que nunca llega para hacer parte del nuevo gobierno.La primera mitad de Missing transcurre en el lujoso apartamento de Khalipa en Estocolmo, donde vive con su hija Ayanda, una doctora, y su esposa blanca, quien heredó una empresa de electricidad y comunicaciones de su padre. Aunque lleva más de tres décadas en Suecia, y a pesar de que ya concluyó la presidencia de cinco años de Mandela, Khalipa aún se desvela cada tanto preguntándose por qué nadie lo llamó para que volviera. Su orgullo, además, cumple la función de un filtro: no se atreve a llamar al Sudáfrica y averiguar.“¿Cómo puede ser que la libertad de Mandela haya podido destruir mis esperanzas?”, se pregunta Khalipa.En los días retratados por la obra su situación se torna crítica a causa de una pelea con su esposa y de la vista de Peter Tshabalala, un exasistente suyo que ahora trabaja como viceministro en el país de ambos. Empieza entonces a desenvolverse un entrevero de celos, traiciones, intrigas y conspiraciones que, a pesar de conseguir la atención del público, no logra sumergirlo del todo en la obra. Pues si bien Missing funciona en la mayoría de los niveles –en los chistes, en los giros de fortuna, en su capacidad de extrapolar una situación interesante de una coyuntura incluso más interesante–, en el fondo la pieza no inspira ni conmueve. Queda coja por culpa de un exceso de diálogo, un par de actuaciones decepcionantes y un final que se limita a explotar un sentimiento de bondad tan innecesario como absurdo.Mejor, entonces, quedarse con los destacados: con el retrato de un hombre nostálgico y enfermo de orgullo que se debate con la posibilidad de cumplir su sueño de infancia; con la enternecedora representación de la figura del exiliado, del hombre que ya no sabe de dónde es y que decide averiguarlo; y con la mirada íntima a la lucha de un país y a los dilemas que surgen con la consecución del poder.