Hablar de un patrimonio asociado a las artes escénicas -y específicamente al arte dramático-, implica reflexionar sobre la realidad material de los espacios culturales y en esa medida, sobre los diversos grupos de teatro. Colombia tiene una larga trayectoria en este campo y desde hace varias décadas, directores, guionistas y actores han trabajado arduamente por crear lugares de encuentro que permitan un verdadero desarrollo de la escena teatral en el país. Muchos espacios, que hoy son llamados “teatros”, fueron antiguamente albergues, casas coloniales o incluso ruinas, que tuvieron que ser readaptadas para convertirse en escenarios culturales. La ley de espectáculos públicos, apoyada por el Ministerio de Cultura y la Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte ha sido una importante medida, que busca fortalecer los escenarios de las artes escénicas, en líneas que están definidas tanto en la ley como en el decreto reglamentario 1240 del 2012 y, que corresponden a la construcción, la adecuación, la compra de los inmuebles, la dotación y el mejoramiento de los escenarios de música, danza y teatro. La importancia de esta medida, no solo radica entonces en la reducción de las cargas tributarias o en el recaudo de los fondos, sino que más allá de eso, se trata de la revitalización de un patrimonio asociado a una memoria histórica colectiva. El trabajo y la vocación de actores y dramaturgos ha sido la base para la creación de una escena teatral en el país. Arcadia conversó con algunos de los directores y fundadores de estos espacios. Teatro La Candelaria y la Corporación Colombiana de Teatro El Teatro La Candelaria, así como muchos de los teatros en Bogotá, ha sido un espacio adaptado para presentar espectáculos y puestas en escena. Se fundó en 1966 en una casa en la calle 20 con carrera 13 y dos años después se trasladó a la localidad de La Candelaria. Así como la Corporación Colombiana de Teatro, fundada hace 40 años por Patricia Ariza y el maestro Santiago García, El Teatro la Candelaria es un espacio patrimonial que ha realizado montajes artísticos de manera ininterrumpida. La revitalización de estos espacios, sin duda, ha permitido crear un entorno mucho más digno para los actores y para el público. Sin embargo, Patricia Ariza, su directora, dice que “todavía hay muchos grupos estables que no tienen sala. Nosotros necesitamos una sala de ensayos pero la ciudad y los actores necesitan escenarios para teatro. El movimiento teatral necesita espacios para trabajar”. El teatro La Candelaria constituye no solo un patrimonio arquitectónico, sino también un patrimonio cultural por ser el teatro de mayor trayectoria que todavía se mantiene funcionando Casa Teatrova La Casa Teatrova tiene una trayectoria de 20 años. El espacio se adquirió en el año 94 como una casa-lote en ruinas y poco a poco se ha ido adecuando para convertirse en un centro de investigación y desarrollo de las artes escénicas. La sala tiene una capacidad de 150 espectadores, sin embargo la mayor parte del espacio la ocupa el escenario, destinado para la presentación de obras propias de la dramaturgia nacional y las formas más contemporáneas del teatro colombiano. Kadir Abdel Rahim, uno de los fundadores y líderes de la agrupación dice que “la ley de espectáculos públicos ha contribuido en la lucha de los teatros por conseguir espacios dedicados y acreditados para la presentación de obras y la investigación de los actores y los dramaturgos. En Casa Teatrova queremos construir un edificio de por lo menos 7 pisos, donde haya salas de ensayo alternas, camerinos y talleres. Nuestro grupo es una dramaturgia nacional y nuestras obras tienen un elemento de carácter social y comunicativo que trabajan problemas universales, la historia, la economía y la realidad social del país”.
Teatro Libre, sede centro y chapinero El Teatro Libre se fundó en 1975 con un grupo de estudiantes, que sin ninguna formación teatral, crearon una sociedad independiente, que con una visión pedagógica del teatro, buscaban contribuir en la transformación y en el crecimiento social del país. En ese año, el grupo adquirió su primera sede en el centro histórico de la ciudad, una casa en ruinas, considerada hoy, patrimonio arquitectónico de Bogotá. En 1985, como consecuencia de la toma del Palacio de Justicia, la accesibilidad al teatro se vio afectada y a raíz de esta situación, el grupo adquirió el antiguo Teatro de La Comedia, hoy en día, una de las sedes del Teatro Libre. La agrupación, dirigida por Ricardo Camacho, ha trabajo por impulsar el teatro y por conseguir espacios que permitan una amplia capacidad de espectadores. La ley de garantías ha sido un apoyo fundamental para ambas sedes. Andrea Gómez, su directora ejecutiva explica que si bien los recursos han sido muy generosos, falta todavía varios reforzamientos para que los espacios queden completamente equipados. Dice también que gracias a estos cambios se van a poder hacer mejores espectáculos para toda la ciudad. Hilos Mágicos Con una trayectoria de 40 años, Hilos mágicos, es uno de los teatros más antiguos de Bogotá, especializado en marionetas y títeres. Su primera función en 1974 empezó con una agrupación juvenil que se ha dedicado a la investigación y a la experimentación del teatro con objetos. Su director, Ciro Gómez, dice, “al principio solo se trabajaba con teatro de hilos pero poco tiempo después empezamos a hacer teatro de sombras, varillas, teatro negro y otras técnicas importadas de Europa. Hasta la fecha se han hecho 43 montajes en estos 40 años”. Por tradición, el teatro de marionetas se asocia con los niños o con el público familiar, sin embargo Hilos mágicos ha trabajado obras para adultos como es el caso de Espejismo sobre el asfalto que narra historias de la violencia en las calles de Bogotá.
Parche nacional La Fábrica de teatro del parche nacional es un proyecto de ensamblaje teatral y un grupo profesional de artes escénicas que cumple 30 años de actividad ininterrumpida. La agrupación se ha especializado en el desarrollo de un teatro que indaga en la memoria histórica de Colombia, y por eso, su trabajo se ha ubicado entre las comunidades más apartadas de la geografía nacional. Misael Torres, su director, dice que el Parche Nacional fue adaptado en una antigua fábrica de alarmas que posteriormente se convirtió en un espacio cultural. El grupo aborda temáticas que se relacionan con la revolución de los comuneros y las masacres, pero también se han dedicado a investigar la novela 100 años de soledad y sus diferentes formas de adaptación en el teatro. Torres dice, “nuestro grupo trabaja con las comunidades en espacios no convencionales, en las calles y al aire libre. Hemos creado muchos vínculos con la gente en todo el país y por eso nuestras obras se involucran con el público y con la historia de Colombia”. Teatro R101 El Teatro R101 cumple 19 años como grupo y este año, gracias a la ley del espectáculo público, sus directivas adquirieron la sede en la que han venido trabajando desde el 2001. Su condición de grupo de teatro autónomo e independiente hizo que trabajaran en parques, garajes, salas de casa y bodegas abandonadas. Hernán Parra, su director, dice que la posibilidad de ser propietarios del espacio les va a dar una continuidad en su programación y les va a permitir asumir nuevos riesgos y, apostarle a las nuevas generaciones. Teatro R101 es hoy un grupo, una casa y un escenario. “Nuestro teatro busca crear espectáculos tanto de dramaturgia colombiana como de dramaturgia extranjera. Como casa albergamos a 8 grupos en residencia y le ofrecemos espacios de ensayo a más de 20 grupos y, como sala se presentan 120 grupos al año con más de 70 estrenos” dice Parra. El Teatro R101 se ha convertido en uno de los referentes del teatro en la ciudad y ha creada una pauta para otras iniciativas similares que buscan un espacio para poder presentar sus obras.