Pablo Moya, académico del Departamento de Física de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile, ha advertido sobre los efectos que tendría en la Tierra una llamarada gigante que será emitida por el Sol y que golpeará con gran potencia el campo magnético que protege al planeta de la radiación solar.
Según indica Moya, la Tierra y sus habitantes podrían experimentar un fenómeno denominado como geotormenta o tormenta magnética y cuya fuerza podría afectar considerablemente las redes eléctricas y de telecomunicaciones, incluyendo los sistemas de navegación e instrumentos usados en la industria aeronáutica.
De acuerdo con los estudios que ha adelantado un equipo de físicos chilenos, al que pertenece el profesor Moya, este evento podría ocurrir dentro de unos cuantos meses. Los expertos estiman que el fenómeno se presentaría para finales del 2023 o en el transcurso del 2024.
Una publicación realizada por el grupo de físicos chilenos en la revista científica Space Weather establece que dicha tormenta magnética causaría un apagón en todo el mundo, situación que podría desencadenar varias tragedias al rededor del globo.
El texto publicado en la revista en mención indica que los físicos chilenos basaron su teoría a partir de una investigación sobre eventos específicos que ocurrieron entre 1957 y 2019. En dicho estudio fue posible establecer que la fuerza de una tormenta magnética está asociada a las diferentes fases de un ciclo solar, el cual tiene una duración de aproximadamente 11 años.
Los científicos indican que el ciclo solar 25 ha dado inicio y este tendría una mayor fuerza y por ello se estima que el próximo ciclo máximo debería producirse en un futuro cercano y con una potencia más intensa.
¿Por qué se produce una geotormenta y qué consecuencias tendrá?
El informe presentado por los científicos chilenos establece que las llamaradas solares producen un tipo de radiación que es emitida desde el Sol y que golpea directamente el campo magnético de la Tierra, el choque de energías produce una tormenta geomagnética como mecanismo para expulsar las dichas fuerzas.
Estudios científicos detallan que la primera vez que se registró este fenómeno fue hace más de 150 años y sus efectos fueron tan potentes que se produjo una aurora de luz en el cielo nocturno. Documentos recolectados por los físicos indican que el golpe de energía fue tan potente que las líneas de telégrafo que Chile tenía en esa época se dañaron completamente.
De igual manera, la información consultada por los científicos señalan que la última gran tormenta geomagnética ocurrió en 2003 en el hemisferio norte del planeta, dicho fenómeno causó un prolongado apagón en la internet, no obstante, la situación causó tantos estragos. Esto se debe a que en ese entonces el acceso a internet era muy limitado y por ello las afectaciones fueron menores.
Pero el panorama sería muy diferente si una situación similar ocurriera hoy en día, debido a que actualmente una gran cantidad de servicios dependen de la conectividad a internet para operar correctamente.
El equipo de físicos chilenos sostiene que la perturbación en los campos magnéticos no solo causaría un corte de energía de enormes proporciones, lo cual puede generar una situación de riesgo para hospitales, centros de atención de emergencias y medios de comunicación como la radio y televisión. Los científicos creen que la humanidad quedaría incomunicada por un largo periodo de tiempo debido a que los satélites sufrirían fallas.
Además, la intensa radiación solar afectaría el funcionamiento de los diferentes instrumentos que se apoyan en los camps magnéticos la navegación marítima o la aeronáutica. De manera que los sistemas de transporte también se verían seriamente afectados.
Finalmente, Paula Reyes, investigadora de la Universidad de Chile, destacó que la investigación que está adelantando junto a otros físicos puede ser de gran ayuda para estimar el grado de resistencia que actualmente tienen diferentes satélites y otros instrumentos eléctricos y con esa información se podrían implementar mejoras para reducir los efectos nocivos de una geotormenta.