Ya son muchas las calles colombianas que han visto las bondades de la digitalización bancaria, que lleva varios años de impulso y que hoy les permite a los ciudadanos, no solo pagar los servicios públicos sin hacer filas ni visitar sucursales, si no además enviar dinero o incluso ponerse al día con la cuota de la “polla futbolera”, entre otros pagos de importancia en el día a día. Así mismo, vendedores ambulantes, como el señor que vende frutas en las calles de Medellín o las artesanas que comercializan sus bolsos en Usiacurí, Atlántico, ya pueden ofrecer a sus clientes la opción de pagar a través del código QR, así trasladan el dinero a sus cuentas o hacia su número de teléfono. Incluso hoy ya es posible obtener créditos de libre inversión sin necesidad de pisar una sucursal bancaria ya que todo el trámite, incluido el estudio crediticio, se hace a través de las app de los bancos, obteniendo los recursos en menos de 24 horas. Adicionalmente, la digitalización ha facilitado las transacciones internacionales. Las ventajas de la digitalización bancaria son muchas, pues además de los casos mencionados, vemos hoy que un CDT abierto virtualmente paga mejor tasa de interés que la ofrecida por el mismo banco en una oficina física. A este beneficio se le suma la eliminación de la odiosa cláusula que obliga a cobrar estos títulos valores, única y exclusivamente en la oficina de apertura y en máximo cinco días calendario desde la fecha estipulada, aunque la sucursal no cuente con horarios adicionales.
hbspt.cta.load(6587915, ‘60463eb3-7fb6-4de5-b8e3-582a5d3f1b97‘, {}); Estos beneficios explican, en buena parte, el auge mundial de los bancos digitales, cuya esencia es que todas sus operaciones se realicen por vía virtual, es decir, que los clientes nunca deban visitar una oficina; razón por la cual no cuentan con sucursales físicas y así les abren espacio a tarifas más competitivas.
La banca digital en Colombia En Colombia, la banca digital no ha llegado aún, pero según el presidente de Asobancaria, Santiago Castro, en 2020 o a más tardar en 2021, se hará el lanzamiento de los primeros bancos digitales. “No necesariamente será un tema de nuevos jugadores, es probable que sean los jugadores tradicionales. Será un momento histórico para la banca en Colombia y los grandes beneficiarios serán los usuarios”, adelantó Castro. En este punto, coincide Freddy Castro, gerente de la Banca de las Oportunidades, una entidad estatal que promueve el acceso a servicios financieros, quien explica que la profundización digital trae importantes beneficios a los usuarios que están ahorrando tiempo y costos, pero también para los que están ingresando al sistema financiero e iniciando una vida crediticia, lo que para muchos se traduce en nuevas posibilidades”. “Inclusión financiera es inclusión en la economía digital. Estoy convencido de que la digitalización y la conectividad son las claves para la inclusión financiera, y cuando digo eso me refiero a que con conectividad mejoraremos el acceso a los servicios financieros, así como el uso y la calidad de estos”, apuntó Castro. El funcionario agregó que una mayor digitalización redundará en que las personas puedan tener productos a los que ingresarán con mayor facilidad y a un menor costo. Por su parte, Santiago Castro presidente de Asobancaria, aseguró que la revolución digital en las transacciones está ofreciendo soluciones importantes a los consumidores. “Las entidades bancarias y financieras han venido apropiándose de importantes tecnologías como el blockchain, infraestructura en la nube, inteligencia artificial, big data, entre otras. Para 2018 fueron $127.000 millones invertidos y esto generó 197 innovaciones incrementales y disruptivas en segmentos como medios de pagos, productos de crédito, inversión y ahorro, dirigidos no solo a adoptar los últimos avances tecnológicos, sino también a ofrecer servicios financieros de alta calidad a costos inferiores a los del promedio regional”, dijo Castro. De acuerdo con el dirigente gremial esa revolución digital continúa y se espera que para este año las inversiones del sector en digitalización se ubiquen entre $400.000 millones y $500.000 millones. La migración de los usuarios de servicios bancarios hacia la oferta digital se evidencia en el Reporte de Inclusión Financiera 2018 de la Superintendencia Financiera, donde se resalta que 49,8% de un total de 6.334 millones de transacciones se realizaron por internet y 15,8% del monto movilizado ($7.183 billones) se transó a través de canales ACH, que son transacciones electrónicas como las que se realizan desde una aplicación en el teléfono celular. No obstante, quedan retos como la barrera de ingreso al mundo digital que representa la desconfianza o la percepción de riesgo de fraude, tema que de acuerdo con el gremio bancario es una sensación errada, pues gracias a las inversiones y al trabajo focalizado para mitigar este riesgo, hoy las transacciones son incluso más seguras que las presenciales. “Blindados no estamos. Ningún país lo está, pero sí estamos muy bien preparados: las inversiones en seguridad han sido altas y desde el gremio hemos acompañado a la industria en esfuerzos como la biometría digital (ingreso con huella) que ha significado una reducción del fraude por identificación de las personas en 98%”, manifestó el presidente de Asobancaria.
“Hemos sacado adelante nuestra iniciativa del CSIRT financiero, que es el grupo de respuestas a incidentes de ciberseguridad y lo que tenemos hasta ahora es que las transacciones que se hacen a través de canales digitales son muchos más seguras que las transacciones que se hacen en físico. Tenemos un nivel de fraude en canales digitales de $2,3 por cada $100.000 transados, esto es casi la mitad de lo que tenemos en canales presenciales”, agregó. En definitiva, las facilidades y ventajas de la digitalización bancaria están cada vez más al alcance de todos, con ahorros de tiempo y dinero, y niveles de seguridad sobresalientes. Es solo cuestión de tener cuidados básicos como no realizar transacciones desde redes públicas, no digitar claves en enlaces de correos electrónicos que “advierten” de supuestos problemas con las cuentas (phishing) o no entregar claves ni datos bancarios en chats o correos.