Producir energía sin afectar el medioambiente es uno de los principales problemas que se plantean en tiempos de calentamiento global. Científicos de la Universidad de Massachusetts Amherst (EE.UU.) habían encontrado solución a esta problemática por medio de “nada”. “Estamos literalmente produciendo electricidad de la nada", explicó el líder de la investigación, el ingeniero eléctrico Jun Yao en un artículo de la revista Nature. Pero en realidad la energía no sale de la “nada”, proviene de la humedad del aire. Mediante un dispositivo llamado Air-Gen, los científicos lograron captar la energía que es imperceptible para las personas pero que está oculta en el aire que las rodea.
Por medio de nanocables de proteínas conductores de electricidad producidos por el microbio geobacter. El Air-gen conecta electrodos a los nanocables de proteínas de tal manera que se genera corriente eléctrica a partir del vapor de agua presente de forma natural en la atmósfera. “El Air-gen genera energía limpia 24 horas siete días a la semana”, explicó el microbiólogo Derek Lovley, quien es experto en la creación de materiales electrónicos mediante organismos vivos desde hace tres décadas. Sin embargo, este ha sido su desarrollo “más sorprendente y emocionante”, según él mismo cuenta. Air-gen cuenta con una película delgada de nanocables de proteínas de menos de 10 micras de espesor. La parte inferior de la película está sobre un electrodo y absorbe el vapor de agua de la atmósfera. Los nanocables de proteínas se conectan con otro electrodo y esta combinación de conductividad eléctrica y la química hace que se genere corriente eléctrica. La bacteria con la que se fabrican los nanocables es la Escherichia coli, también conocida como E. Coli, y que es distinguida por las personas porque puede generar graves problemas gastrointestinales en personas con sistemas inmunes debilitados.
“Convertimos E. coli en una fábrica de nanocables de proteínas”, dijo Loveley, quien descubrió el microbio Geobacter en el lodo del río Potomac hace más de 30 años y luego encontró la manera de hacer microcables a base de proteínas que pudieran transportar la electricidad. Lo que más ha llamado la atención de la comunidad científica es que este procedimiento es no contaminante, renovable y de bajo costo. Además se puede aplicar en zonas de muy baja humedad como el desierto del Sáhara. Otra ventaja importante sobre otras energías amigables con el medioambiente como la eólica o la solar, es que el dispositivo puede utilizarse en espacios interiores. En cuanto a las aplicaciones, los investigadores creen que se puede utilizar a corto plazo en dispositivos como relojes electrónicos o monitores de salud, que no tendrían necesidad de tener una batería recargable sino que tendrían energía constante mediante el aire. Luego se podría utilizar en celulares, lo que sería un logro muy importante teniendo en cuenta la importancia de estos dispositivos en la vida diaria de las personas en la actualidad. “El objetivo final es hacer sistemas a gran escala. Por ejemplo, la tecnología podría incorporarse en la pintura de la pared, que podría ayudar a alimentar su hogar. O, podríamos desarrollar generadores autónomos alimentados por aire que suministren electricidad a la red”, explica Yao.
“Una vez que lleguemos a una escala industrial, espero que podamos hacer grandes sistemas que contribuyan de manera importante a la producción de energía sostenible”, concluye el científico.