Por esta razón, hoy en día, hacer una transacción digital es más seguro que hacerlo en una oficina física. Así lo afirma Santiago Castro, presidente de Asobancaria: “El nivel de fraude en canales digitales es de $2,3 por cada $100.000 transados, cifra que en los canales presenciales es casi el doble”. Sin embargo, todavía existen algunos mitos alrededor del tema de la seguridad bancaria a nivel digital, sobretodo para esa generación que creció haciendo filas en los bancos y necesitando el sello, la firma y la huella de tinta para tener la tranquilidad y la confirmación de sus movimientos financieros.  Hacia estas personas, con una mentalidad completamentamente diferente a la de los millennials y los centennials, que son nativos digitales y a quienes no se les pasa por la cabeza tener que ir a un banco, ni mucho menos hacer filas, hay que enfocar estrategias de concientización digital con el fin de derrumbar los mitos que rondan alrededor del tema.   Mitos sobre las transacciones financieras digitales:  Las transacciones en línea no son seguras  Este mito se fundamenta en el miedo de que terceros puedan acceder a los datos personales y de pago de la persona; sin embargo, las entidades financieras han destinado grandes recursos a la seguridad en línea para que los usuarios realicen sus transacciones de manera autenticada, gracias a tecnologías como la inteligencia artificial (IA), que analiza los datos de comportamiento de los usuarios para hacer las verificaciones correspondientes en tiempo real. Gracias a este tipo de innovación tecnológica es como las transacciones digitales han aumentado un 30% solo en el último año y el dinero movido a través de los canales digitales ha crecido 9,5 veces, todo esto de manera segura, según datos de la Superintendencia Financiera.  Las transacciones en línea son más costosas En la mayoría de casos a los usuarios no se les aplica ningún tipo de sobrecosto por realizar transacciones en línea. La razón radica en que el margen de intermediación de este tipo de transacciones es menor porque la entidad no está pagando por una sucursal física, ni por un empleado en horario extendido para que la transacción se pueda llevar a cabo.  Hay que tener un computador para hacer una transacción digital  Las transacciones digitales se pueden hacer desde cualquier dispositivo. Solo se necesita una conexión a internet. Eso sí, si se va a utilizar un dispositivo que no es el propio, se debe verificar que los enlaces de la sucursal virtual coincidan con el nombre de la misma y que incluyan la letra S al final del  protocolo http, lo que significa que se ha añadido seguridad al sitio y que, por lo tanto, los datos viajan codificados. Asimismo, al finalizar la transacción, se debe confirmar el cierre de la sesión de manera correcta.  La única forma de hacer una transacción digital es con una tarjeta de crédito  Actualmente se pueden hacer transacciones digitales a cuentas del mismo banco y a cuentas de otros bancos, sin necesidad de tener una tarjeta de crédito. También se pueden hacer pagos de servicios públicos, pagos a terceros, pagos de nómina y de seguridad social, entre otros. Las posibilidades son cada vez mayores con la digitalización. Las transacciones personales son más seguras que las digitales 

Según cifras de la Asociación Bancaria, actualmente el 20% de los pagos se realizan de forma digital y su crecimiento va en aumento 2,5 veces más rápido que el de los pagos presenciales. Estas cifras confirman que la seguridad de las transacciones digitales es lo suficientemente robusta como para no tener que ir a una sucursal física. 

La seguridad transaccional a través de diferentes tecnologías Teniendo en cuenta la educación financiera que se debe implementar sobre el tema de la seguridad transaccional, el presidente del gremio bancario explica que se han realizado grandes inversiones en ciberseguridad y todos los días se crean nuevas tecnologías que a su vez, generan otras más potentes. De las bases de datos al blockchain Tal es el caso del blockchain, un protocolo de criptografía digital segura que verifica las transacciones antes de que sean aprobadas, sin necesidad de ninguna intermediación. En otras palabras, es una base de datos segura y descentralizada que no puede ser alterada.  Es así como, gracias a esa descentralización, las entidades financieras pueden ofrecerles a sus clientes flexibilidad, transparencia y automatización, lo que se traduce en una mejor experiencia de usuario y máximo valor en tiempo real y en cualquier lugar.  Para entender qué es  blockchain, hay que tener en cuenta que se trata de una “cadena de bloques” de una base de datos, pero con un componente adicional; los datos son organizados de manera específica y no pueden ser alterados. Es decir, si se deben ingresar datos nuevos, estos no pueden entrar en conflicto con los datos que ya se encuentran en la cadena y que son inalterables. Por esta razón el fundamento de la seguridad del blockchain es la descentralización; porque su manera de funcionar implica que ninguna autoridad puede cambiar los datos. De las contraseñas a la biometría  Otro actor importante para el desarrollo de tecnologías financieras confiables es la biometría. Así lo confirma Asobancaria que, con la Registraduría Nacional del Estado Civil y Certicámara, trabajan en un proyecto de autenticación biométrica para el sector financiero, que permite autenticar a los usuarios de la red bancaria en tiempo real y con los mayores estándares de seguridad.  El uso de esta tecnología permite mejorar la experiencia de los usuarios, al no tener que usar claves, pines, ni las incómodas  preguntas de seguridad. Según cifras de la Asociación, el 60% de las entidades financieras usan biometría dactilar, logrando entre 1,1 y 1,3 millones de validaciones mensuales, con una reducción del fraude en más de un 98%.  De los datos manuales a la inteligencia artificial  El uso de inteligencia artificial y big data es imperativo para la creación de perfiles a partir del análisis de comportamiento de los usuarios. Esta tecnología les permite a las entidades financieras evaluar el posible riesgo de un usuario, sin el uso de intermediarios. Su principal beneficio es el ahorro en tiempo y dinero.  Según Joseph Solís, estratega de marketing digital para marcas B2B y nonprofit, las instituciones financieras están invirtiendo significativamente más en herramientas tecnológicas para mantener la seguridad de sus usuarios y que sea cada vez más difícil el acceso para los piratas informáticos. Así lo confirma el último reporte de fraude de la Superintendencia Financiera que afirma que las entidades están destinando el 2,46% de su presupuesto a la seguridad de la información y la ciberseguridad. Proyectos tecnológicos, responsables  y seguros Como parte de la innovación tecnológica en Colombia, la Superintendencia Financiera ha creado algunos mecanismos para lograr que los proyectos de innovación se implementen de manera responsable. Estas son las herramientas con las cuales cuentan las fintech para probar sus desarrollos tecnológicos con componentes financieros:  El Hub  Apoya, asesora, guía y recibe retroalimentación de las entidades en los temas relacionados con la innovación financiera y tecnológica.  Desde elHub se identifican y se evalúan las innovaciones propuestas, una a una, bajo los criterios de factibilidad e impacto y además, se da un acompañamiento al desarrollo de los proyectos.  La Arenera  Permite la realización de experimentos de innovaciones tecnológicas en un espacio controlado y supervisado. De esta manera, se ponen a prueba los modelos de negocio que tengan componentes de innovación tecnológica bajo los siguientes criterios: que tengan impacto; que representen un beneficio para el consumidor financiero; que faciliten la inclusión financiera; que desarrollen los mercados financieros o mejoren la competencia entre las entidades vigiladas. RegTech

Aprovecha los desarrollos tecnológicos para optimizar los procesos internos al interior de la Superintendencia Financiera, con el fin de reducir las cargas operativas del sector.  De esta manera se hace posible el desarrollo de soluciones tecnológicas escalables y seguras, en donde los entes reguladores funcionan como participantes activos en un ambiente cambiante que debe pensar en la simplificación de los procesos, condición que exige el nuevo entorno altamente digital; pero sin dejar de lado la compleja y necesaria normatividad por la que deben regirse las entidades financieras vigiladas en el país.