En Colombia disfrutamos en la actualidad de redes 4G (o LTE, como se llaman técnicamente), que tienen cobertura en apenas la mitad del territorio nacional y que conviven con redes de tercera y de segunda generación, ampliamente utilizadas todavía por la población. Un salto a servicios 5G significaría un aumento en el valor de los planes mensuales, lo que, en opinión de diferentes ejecutivos de las compañías operadoras de telefonía móvil, es por ahora impensable para los consumidores. En Latinoamérica, los operadores móviles todavía tienen a la mayoría de sus clientes bajo el modelo prepago, que representa el 80 por ciento de su facturación. De hecho, Latinoamérica es una de las regiones del mundo con una tasa de facturación más baja, por debajo de los 20 dólares mensuales por usuario. El modelo prepago no es rentable y no financiará las cuantiosas inversiones que se requieren para desplegar redes de quinta generación.
Para los usuarios de la telefonía móvil, la llegada de 5G no significará tantas mejoras sensibles como lo será para la industria y los negocios. La transmisión de voz ya corre suficientemente rápido y en cuanto al streaming de audio y video, se percibirá una mejora en los tiempos de descarga. Los operadores móviles admiten que no será fácil convencer a los consumidores de pagar más por un servicio que no percibirán como muy superior al actual. El negocio para las telcos está en el ecosistema de Internet de las Cosas y en los servicios para la economía y la industria, que sí podrán aprovechar las altas velocidades de hasta 100 megas y una latencia (retraso) de apenas un milisegundo que promete esta tecnología. “Muchos operadores han decidido retrasar cuatro o cinco año la adopción de 5G mientras se encuentra un modelo de negocio viable”, afirma Fernando García, vicepresidente para América Latina de Vertiv, la compañía más grande del mundo en el segmento de UPS y sistemas de energía para los operadores telefónicos y los Data Center. A la larga, calentamos más el planeta cuando nos conectamos a Internet que cuando tomamos un vuelo. Algunos operadores creen que en el Internet de las Cosas está la solución. Mediante redes de quinta generación se alcanzan velocidades de transmisión de datos muy superiores a las actuales. Internet de las Cosas (ioT) es un ecosistema de dispositivos conectados que pueden comunicarse entre sí, y mediante el cual la industria ofrece soluciones para casi cualquier cosa: desde monitoreo del transporte, hasta los aparatos electrónicos que acompañan a las personas en hogares y oficinas, de tal manera que ayuden a automatizar los negocios y la vida diaria. Los autos que se conducen solos, por ejemplo, gozarán de mayor seguridad y de reacción sin “delay” ante las informaciones que reciban.
Son miles de millones de dispositivos que podrían participar de tal ecosistema, pero se requiere una plataforma de comunicaciones que transmita los datos con la velocidad suficiente y casi sin retrasos, y para eso está 5G. Hay proyectos en muchos países en servicios para ciudades inteligentes, transporte monitoreado y seguridad ciudadana, y también servicios de IoT para el comercio minorista y para el sector financiero. Redes 5G al servicio del Internet de las Cosas pueden servir a las empresas que transportan carga para monitorear en tiempo real las rutas, y lograr importantes ahorros en tiempo y combustible. 5G consumirá más energía
La tecnología de comunicaciones de quinta generación trae numerosos beneficios para la industria y para los usuarios, pero podría venir acompañada de un mayor consumo de energía. El número de estaciones base y antenas que las redes 5G requieren para asegurar la cobertura es mucho mayor que en las actuales redes 4G. Entre los Data Center y las redes de comunicaciones actualmente instalados en el mundo, aportan el 8 por ciento de la huella de carbono a nivel global. Es decir, contaminan el doble que toda la flota aérea mundial, lo que quiere decir, en términos sencillos que, a la larga, calentamos más el planeta cuando nos conectamos a Internet que cuando tomamos un vuelo.
Hay iniciativas para enfriar los centros de datos, que generan calentamiento desbordado, construyéndolos bajo el agua, en lagos o en el mar. El Data Center de Facebook más grande de Europa está en Suecia, en la región más fría y algunos están instalados en Islandia, para aprovechar las bajas temperaturas. Para Fernando García, de Vertiv, estos enfoques tienen un problema, y es que la infraestructura tiene que estar cerca del usuario y con 5G eso será más necesario que nunca. Las entenas y estaciones base requieren mayor “capilaridad” en las ciudades, es decir, son más pequeñas y están más cerca unas de otras y se requieren centro de datos en las ciudades para gestionar la información que estas redes transportan. “5G requiere entre un 30 y un 50 por ciento más de antenas, y sus radiobases consumen más energía que las de 4G”, explica el experto. Sumando los dos factores, la conclusión es que una red de quinta generación consume entre dos y tres veces más energía que las redes actuales.
Un estudio reciente de Vertiv y la firma 451 Research, encontró que el 90 por ciento de los operadores de telecomunicaciones en el mundo temen especialmente los altos costos de energía que traerá el despliegue de 5G y estima que hacia el año 2026 dicho sobrecosto podría estar en el 170 por ciento. El estudio también indica que las redes 5G empezarán a desplegarse entre 2021 y 2022 en la mayoría de países.