Con más de 2.000 millones de usuarios, la industria gaming se encuentra creciendo como la espuma. Si bien los juegos ofrecen entretenimiento, también pueden convertirse en un espacio desde el cual se logre aportar a los temas medioambientales.
El poder de cómputo en aumento, la calidad de gráficos mejorada, las pantallas de mayor resolución y el streaming han hecho que los juegos de computadores sean una actividad cada vez más demandante en materia de energía.
En Estados Unidos, los juegos representan ahora el 2,4 % de toda la energía residencial y las emisiones de CO2, lo que equivale a más de 5 millones de automóviles.
Con protectores plásticos, metales preciosos extraídos, desechos electrónicos y un consumo de energía inmenso, los juegos han sido hostiles con el medio ambiente durante años. El problema es que el mayor impacto energético de un dispositivo o computadora es durante la fabricación, no a través de su uso.
Como si fuera poco, el crecimiento del cloud gaming se ha disparado con Xbox Game Pass, PlayStation Now, Google Stadia, Microsoft Project xCloud, Amazon Luna y Nvidia GeForce Now. Estos se basan en centros de datos y redes para procesar los juegos, de forma similar a los servicios de transmisión.
Si bien la humanidad se deshizo de los discos, el uso de energía de los juegos en la nube es mucho mayor que el de los juegos locales. Una consola utiliza un 156 % más de energía cuando se juega en la nube. Además, varias investigaciones muestran que, si continúa la tendencia de los juegos en la nube, para el año 2030 las emisiones de carbono podrían aumentar en un 30 %. Este problema se agrava con la llegada de la adopción de juegos 4K.
Estas razones preocupantes fueron el indicio para que Acer, compañía fabricante de computadores, brinda cuatro consejos para garantizar un juego con menor impacto ecológico:
Restaurar, reutilizar y reciclar la máquina
El 93 % de una computadora se puede reciclar. Por lo tanto, la mejor estrategia para los jugadores con conciencia ecológica es evitar que los dispositivos electrónicos existentes terminen en vertederos. Hay tres formas principales de lograrlo. La primera, renovar, o lo que es lo mismo, extender la vida útil de una computadora. Los componentes de hardware, como las tarjetas gráficas y las CPU, tienden a bajar de precio rápidamente, por lo que retrasar las actualizaciones puede ahorrar dinero. Por otra parte, si el usuario desea una laptop para jugar, debería considerar comprarla usada. Los portátiles que apenas se usan y que están demasiado desactualizados para una empresa tecnológicamente avanzada pueden ser perfectos para jugar.
También, es recomendable apagar y desconectar el computador cuando no se esté usando: el 27 % de las emisiones totales de CO2 de un portátil se producen durante su uso. Durante ocho horas al día, un dispositivo consume entre 150 y 300 kWh y emite entre 44 y 88 kg de CO2 al año. En modo de espera, el consumo de energía de una laptop es de aproximadamente un tercio.
Compra de copias digitales
La forma en que se fabrican, envían y venden los videojuegos físicos crea una enorme huella de carbono. Los empaques de videojuegos causan contaminación ambiental con su caja de plástico, disco de policarbonato de aluminio, cubierta de papel y manuales.
Cambiando los hábitos de consumo a digital, la huella de carbono y el impacto de la industria en el medio ambiente pueden reducirse.
Compra de juegos usados
Todos los juegos físicos pueden terminar en vertederos. El plástico con el que se fabrica la mayoría de los juegos y consolas no se descompone. Entonces, como jugador ecológico, comprar juegos físicos usados puede ayudar a reducir este impacto. Se disfruta de los juegos, se ahorra dinero y se protege el medio ambiente.
El poder ambiental de los amigos
No hay necesidad de impresionar a los amigos siendo el primero en pedir un nuevo juego. En cambio, compartir y tomar prestado puede aportar en el mantenimiento de la tierra y la reducción de gases de efecto invernadero.
*Con información de Acer.