El consumo energético de los electrodomésticos en el hogar es una de las preocupaciones más comunes en la actualidad, debido al impacto que puede tener en la factura de electricidad mensual. Con el avance de la tecnología y la proliferación de dispositivos electrónicos en las viviendas, comprender cómo y por qué consumen energía es esencial para controlar los gastos y reducir la huella de carbono.
Algunos de los electrodomésticos más comunes en los hogares incluyen la nevera, el horno, la freidora de aire, la lavadora, el aire acondicionado, el televisor y el computador. Estos aparatos son fundamentales por su versatilidad y por facilitar las tareas cotidianas; sin embargo, su uso diario puede representar un gasto adicional mes a mes, especialmente si no se emplean de manera adecuada.
En particular, los electrodomésticos de la cocina suelen mantenerse conectados las 24 horas del día, ya que esto es crucial para la conservación de los alimentos. No obstante, el consumo energético de estos aparatos depende de su eficiencia y modelo. Se estima que los electrodomésticos más antiguos, especialmente aquellos que carecen de etiquetas energéticas eficientes (como las clasificaciones A, B, C o los modelos sin clasificación energética), consumen significativamente más energía debido a tecnologías obsoletas, un aislamiento ineficiente y un uso constante del compresor. Por el contrario, los modelos más recientes cuentan con compresores más eficientes y tecnologías como los inversores, lo que ha reducido notablemente su consumo energético en los últimos años.
A pesar de ello, la nevera no es el electrodoméstico que más energía consume en el hogar. En realidad, uno de los mayores consumidores de electricidad son las duchas eléctricas. Estos dispositivos, que permiten ajustar la temperatura del agua, requieren energía eléctrica para calentarla, lo que puede generar un aumento significativo en el consumo energético.
Según el blog de Total Energies, dado que las duchas eléctricas necesitan una cantidad considerable de energía para elevar la temperatura del agua, su consumo puede ser elevado. Aunque este consumo varía, en general, cuanto mayor es la potencia del dispositivo, mayor es su consumo energético. Además, el tiempo que se permanece bajo el agua también influye considerablemente en el gasto de electricidad. Las duchas prolongadas pueden incrementar notablemente el consumo, especialmente en hogares con varias duchas o en aquellos con muchos integrantes que las usan regularmente.
“La eficiencia del dispositivo también juega un papel clave en su consumo energético. Las duchas más antiguas o menos eficientes requieren más energía para calentar el agua, mientras que los modelos más modernos y eficientes utilizan tecnologías avanzadas para maximizar el rendimiento y minimizar el consumo de energía”, afirman los especialistas en el blog mencionado.
Si bien las duchas eléctricas son muy eficaces para calentar el agua de manera instantánea, también son responsables de un consumo elevado, ya que operan con potencias de hasta 8.000 vatios, lo que implica un alto consumo de energía en los pocos minutos que se utilizan.
El consumo energético de las duchas eléctricas es el resultado de varios factores, como la potencia, el tiempo de uso y la eficiencia energética del dispositivo. Sin embargo, existen medidas que se pueden adoptar para mitigar el impacto energético. Una recomendación es cerrar la llave de la ducha eléctrica mientras se aplica jabón, ya que en ese momento no se requiere el uso de agua caliente. Además, los expertos sugieren regular el caudal de agua en un nivel medio o bajo para ahorrar energía y reducir el consumo de agua, lo que contribuye tanto al ahorro energético como a la conservación del recurso hídrico.