La seguridad alimentaria es crucial porque el consumo de alimentos contaminados puede ser perjudicial para la salud. Por lo tanto, es importante garantizar la limpieza y desinfección adecuadas para eliminar cualquier contaminante, como bacterias y hongos.
La nevera es un electrodoméstico fundamental que facilita la conservación de los alimentos, retrasando su deterioro y prolongando su vida útil antes de su consumo. A pesar de su presencia común en la mayoría de los hogares, muchos usuarios se preguntan cuánta energía consume y cómo usarla correctamente para evitar gastos excesivos en la factura de la luz.
Antes de abordar este tema, es importante tener en cuenta varios factores que pueden contribuir al aumento del consumo de energía de la nevera, algunos de los cuales pueden pasar desapercibidos. Por ejemplo, una puerta mal ajustada, problemas de conexión eléctrica, voltaje demasiado alto, mal funcionamiento de la bombilla y ajuste incorrecto del termostato pueden influir en este aspecto. Además, el modelo, la marca y la antigüedad del electrodoméstico también pueden marcar la diferencia.
Además, más allá de estos aspectos técnicos, la organización interna de la nevera también puede ser un factor influyente. Es posible que no esté optimizando el espacio disponible ni organizando los alimentos de manera eficiente para aprovechar al máximo las funciones que ofrece este dispositivo.
¿Cómo usar la nevera para reducir el consumo de energía?
Como primera recomendación, es crucial evitar sobrecargar tanto el refrigerador como el congelador con una cantidad excesiva de alimentos, ya que esto puede aumentar considerablemente su esfuerzo para mantenerse en funcionamiento de manera eficiente. En este sentido, es importante dejar espacio entre los productos para permitir una circulación adecuada y uniforme del aire frío, lo que contribuirá a mantener los alimentos frescos y seguros.
Según algunos expertos, en el caso de refrigeradores de menor tamaño, una estrategia útil es colocar jarras de agua entre los estantes para ayudar a mantener una temperatura interna más estable.
Por otra parte, la temperatura desempeña un papel fundamental en el funcionamiento adecuado de la nevera y el congelador. Lo ideal es que la temperatura del refrigerador se mantenga entre 3°C y 4°C, mientras que para el congelador debe ser de alrededor de -18°C. Ajustar las temperaturas a niveles más fríos de lo necesario puede aumentar el consumo de energía y también puede tener un impacto negativo en la calidad de los alimentos.
En ese sentido, la manera en que distribuye los alimentos dentro de la nevera es un aspecto crucial que no debe pasarse por alto. Aquí se presenta la disposición adecuada:
Parte superior: Reserve esta área para alimentos que no requieren temperaturas extremadamente frías, como lácteos, embutidos y comidas ya cocinadas. Asimismo, coloque aquí los productos con etiquetas que indiquen “Conservar en la nevera una vez abierto”.
Parte inferior: Esta sección, generalmente dividida en dos cajones, es ideal para almacenar frutas y verduras, pero tenga cuidado de no exponerlas a temperaturas demasiado bajas para evitar daños. También puede guardar carnes y pescados, puesto que es la zona más fría de la nevera.
Puerta: La puerta suele ser la parte menos fría de la nevera y está expuesta al calor exterior cuando se abre el electrodoméstico. Utilícela para almacenar alimentos menos sensibles, como zumos, bebidas, salsas, mermeladas, mantequilla e incluso huevos.