Los sistemas de calefacción en los hogares son fundamentales para mantener el confort durante las temporadas de frío. Sin embargo, a pesar de su funcionalidad y conveniencia, estos aparatos pueden presentar serios riesgos si no se usan correctamente o no se les realiza el mantenimiento adecuado.
Estos riesgos, aunque no siempre visibles, pueden afectar la salud y la seguridad de los habitantes, convirtiendo el uso de la calefacción en una amenaza silenciosa. Uno de los principales peligros asociados con los sistemas de calefacción, especialmente aquellos que funcionan con combustibles como el gas o el carbón, es la producción de monóxido de carbono (CO).
¿Cuáles son los riesgos de usar calefacción?
Este gas, inodoro e incoloro, puede ser extremadamente peligroso y, en muchos casos, letal. El problema radica en que, cuando no hay una ventilación adecuada o si el sistema tiene fallos en su funcionamiento, el CO puede acumularse dentro del hogar sin que los habitantes se den cuenta.
Los síntomas de la intoxicación por monóxido de carbono suelen confundirse con los de una gripe común: dolor de cabeza, mareos, náuseas y fatiga. Sin embargo, en casos graves, la exposición prolongada puede llevar a la pérdida de conciencia e incluso a la muerte.
Según los expertos en seguridad, es crucial instalar detectores de monóxido de carbono en áreas clave de la casa, como dormitorios y pasillos, y realizar inspecciones regulares a los sistemas de calefacción para prevenir fugas.
Además del riesgo de intoxicación, los sistemas de calefacción también pueden ser una fuente de incendios y explosiones. Esto ocurre principalmente cuando los aparatos no se manejan de manera adecuada o no se les da el mantenimiento correcto. Las estufas eléctricas, por ejemplo, pueden sobrecalentarse y provocar incendios si se colocan cerca de materiales inflamables como cortinas, muebles o ropa.
En el caso de los sistemas que operan con gas, las fugas pueden ser igualmente devastadoras. Una simple chispa, ya sea de un interruptor eléctrico o de un electrodoméstico, puede desencadenar una explosión si hay una acumulación de gas en el aire.
Los expertos recomiendan realizar revisiones periódicas por parte de técnicos especializados para garantizar que las instalaciones de calefacción estén en buen estado y funcionen de manera segura. Asimismo, es importante evitar sobrecargar enchufes eléctricos con múltiples dispositivos, ya que esto puede generar cortocircuitos y, en consecuencia, incendios.
El uso prolongado de ciertos tipos de calefacción también puede tener un impacto negativo en la salud. Los sistemas que generan calor por combustión, como las estufas de gas o leña, emiten partículas contaminantes que, al ser inhaladas, pueden causar problemas respiratorios. Estas partículas finas pueden penetrar profundamente en los pulmones, agravando condiciones preexistentes como el asma o la bronquitis.
Asimismo, la calefacción eléctrica o de aire puede resecar el ambiente, lo que afecta la piel y las mucosas. En ambientes demasiado secos, es común que las personas sufran de sequedad nasal, garganta irritada y ojos secos. Para mitigar estos efectos, se recomienda el uso de humidificadores que ayuden a mantener un nivel adecuado de humedad en el aire.
*Este artículo fue creado con ayuda de una inteligencia artificial que utiliza machine learning para producir texto similar al humano, y curado por un periodista especializado de Semana.