Los usuarios se preocupan constantemente al ver que las facturas de electricidad alcanzan cifras elevadas, lo que los obliga a destinar grandes sumas de dinero que desequilibran su presupuesto mensual para cubrir todos los gastos del hogar.
Es crucial prestar especial atención a los electrodomésticos más utilizados en casa, especialmente los ubicados en la cocina, ya que se emplean a diario y a menudo de manera excesiva, sin considerar las consecuencias que esto pueda acarrear. Por ejemplo, la nevera permanece encendida día y noche, porque desconectarla brevemente podría ocasionar que los alimentos almacenados en su interior se echen a perder.
Todos los electrodomésticos están equipados con etiquetas energéticas que indican su eficiencia en el consumo de energía. Estas etiquetas suelen ser adhesivos de colores ubicados generalmente en la parte superior del aparato, y sirven para determinar cuánta energía puede gastar un electrodoméstico, lo que ayuda a ahorrar dinero. Este es quizás uno de los factores más importantes a considerar al comprar un nuevo dispositivo para el hogar.
Las etiquetas energéticas se clasifican de la siguiente manera:
- Etiqueta A: color verde oscuro
- Etiqueta B: color verde oscuro
- Etiqueta C: color verde claro
- Etiqueta D: color amarillo
- Etiqueta E: color naranja
- Etiqueta F: color naranja intenso
- Etiqueta G: color rojo
En esta escala, la etiqueta A representa los electrodomésticos con menor consumo y mayor eficiencia, mientras que la etiqueta G indica una menor eficiencia energética.
En lo que respecta al refrigerador, el consumo de energía puede variar considerablemente debido a diversos factores, como el tamaño, la antigüedad, el uso y la eficiencia del electrodoméstico. En general, las neveras modernas tienden a consumir menos energía que las más antiguas. A modo de referencia, una nevera doméstica tradicional puede consumir entre 100 y 800 kilovatios-hora (kWh) de electricidad por año.
Además de los factores mencionados, hay un aspecto que a menudo se pasa por alto, pero que es importante considerar. Según lo explicado por Computer Hoy, las bobinas del refrigerador pueden tener un impacto significativo en el consumo de energía. Si no se limpian regularmente, esto puede reflejarse en la factura de electricidad.
Se recomienda limpiar las bobinas cada seis meses, puesto que con el tiempo tienden a acumular polvo y suciedad, lo que disminuye la eficiencia del refrigerador y puede resultar en una menor capacidad de enfriamiento, lo que a su vez se traduce en un mayor consumo de energía.
¿Qué son las bobinas de la nevera y cómo limpiarlas?
La fuente mencionada indica que las bobinas, ubicadas en la parte trasera de las neveras, consisten en cables y están fabricadas en metal. Su función principal es disipar el calor generado por el electrodoméstico. Cuando estas bobinas acumulan polvo, la nevera puede experimentar dificultades para funcionar correctamente, lo que resulta en un aumento de la carga de trabajo y en la duplicación de sus funciones.
Una señal de que las bobinas requieren mantenimiento es la presencia de ruidos provenientes de esta área o la falta de enfriamiento adecuado de los alimentos.
Para limpiarlas, es necesario desconectar la nevera y alejarla de la pared para facilitar el acceso. Se recomienda utilizar un aspirador de polvo y asegurarse de limpiar minuciosamente cada una de las rendijas, evitando dañarlas debido a su fragilidad. Si se realiza correctamente, el proceso de limpieza puede llevar al menos 15 minutos.