Investigadores de la Universidad de Stanford (Estados Unidos) han determinado que Twitter mantuvo la distribución de imágenes de abusos sexuales a menores, aun habiendo sido marcados como prohibidos por su contenido.
Concretamente, han sido los investigadores del Observatorio de Internet de esta institución quienes dieron con esta cuestión durante un análisis centrado en los problemas de seguridad infantil de varias plataformas.
Desde The Wall Street Journal, que recoge algunas de las conclusiones de este estudio, indican que estos analistas informaron a Twitter sobre lo que habían descubierto, un problema que inicialmente se resolvió en mayo.
Los investigadores descubrieron que, desde el 12 de marzo hasta el 20 de mayo, Twitter albergó más de 40 imágenes que previamente habían sido etiquetadas como material de abuso a menores y que encontraron tras investigar aproximadamente 100.000 tuits.
Conviene recordar en este sentido que desde Twitter aseguran tener “tolerancia cero” hacia la explotación sexual infantil y que eliminan cualquier material que muestre o promocione estas prácticas, como puede ser contenido multimedia, texto, ilustraciones o imágenes.
Si bien es cierto que insiste en que la consecuencia directa de la distribución de este material es la suspensión inmediata y permanente de esas cuentas y que los infractores “tienen prohibido volver a crear una cuenta”, este contenido pedófilo habría logrado llegar a otros usuarios y mantenerse en la red social durante más de dos meses.
De hecho, los investigadores utilizaron una herramienta llamada PhotoDNA para detectar este contenido, la misma que la plataforma admitió utilizar para detectar y borrar material relacionado con la pedofilia.
En enero la plataforma propiedad de Elon Musk aseguró haber suspendido alrededor de 404.000 cuentas relacionadas con material infantil, lo que representó un crecimiento del 112 por ciento de bloqueos de cuentas desde el mes de noviembre.
Debido al encarecimiento de los niveles de acceso a su interfaz de programación de aplicaciones (API), muchos investigadores coinciden en que cada vez será más difícil detectar errores como este, lo que dificultará futuras investigaciones, como señalan en el medio citado.
De hecho, el Observatorio de Internet de Stanford ha admitido haber dejado de utilizar la API de nivel empresarial de Twitter -que tiene un precio de unos 4.600 euros- debido a los nuevos costes.
Esta investigación aparece semanas después de que Twitter decidiera retirarse del código de prácticas contra la desinformación en línea de la Unión Europea (UE), en el que formaba parte de manera voluntaria y con el que se busca erradicar las ‘fake news’ de las redes sociales.
Creado en 2018, este código de buenas prácticas se aplica a una treintena de empresas dedicadas a los servicios digitales, entre las que se encuentran gigantes tecnológicos como Meta, Mozilla, Google, Microsoft y TikTok.
Estas firmaron un escrito en el que ratificaron su compromiso para combatir la desinformación en línea y acabar tanto con fuentes de noticias que promovieran información falsa, como con la publicidad engañosa y no verificada.
A pesar de que Elon Musk, adquirió la red social con el objetivo de promover “la libertad de expresión”, ha dado muestras de no querer continuar con el código firmado por sus antecesores en la dirección de la red social.
Es más, en noviembre del año pasado cerró la oficina de Twitter en Bruselas, clave para la adopción de las normas y cambios regulatorios de la UE en lo concerniente al discurso del odio y la desinformación.
Una de esas normativas es la Ley de Servicios Digitales (DSA, por sus siglas en inglés), que entró en vigor ese mismo mes, que es de obligado cumplimiento para las plataformas ‘online’ y que busca “limitar la difusión de contenidos y productos ilícitos en línea”.
Esta propuesta se lleva a cabo “para aumentar la protección de los menores y ofrecer a los usuarios más posibilidades de elección y mejor información”, tal y como explicó la Comisión Europea en su documento de presentación.
Con información de Europa Press