El uso del microondas para cocinar y calentar alimentos es una práctica común en muchos hogares, pero su seguridad ha sido objeto de debate durante años. Recientemente, la Organización Mundial de la Salud (OMS) e investigadores del medio internacional National Geographic han abordado los mitos y realidades sobre los posibles riesgos de este electrodoméstico, destacando que no existen pruebas concluyentes que lo vinculen con efectos nocivos para la salud.

Lo primero que hay que entender es que el microondas calienta los alimentos utilizando ondas electromagnéticas que generan calor al hacer vibrar las moléculas de agua en la comida. A diferencia de las radiaciones ionizantes, como las de los rayos X, las ondas de microondas no son lo suficientemente potentes para causar alteraciones en el ADN o producir efectos cancerígenos.

Algunos expertos de importantes instituciones de salud, académicas y medios de comunicación han asegurado que, siempre y cuando el dispositivo funcione correctamente y no esté dañado, el microondas es seguro para el uso diario.

Cabe explicar que la radiación no ionizante es aquella que utiliza ondas o partículas que no son capaces de eliminar un electrón, partícula negativa del átomo. La diferencia con la que sí es ionizante, es que esta, al tener tanta energía como para deshacer un electrón, puede llegar a producir cambios químicos en las células humanas e incluso daños graves en el ADN de una persona, conforme lo menciona el Instituto Nacional de Cáncer de EE. UU.

Por su parte, Christopher Baird, físico de la Universidad West Texas A&M, quien es especialista en electromagnetismo, explicó que las ondas de estos electrodomésticos se pueden comparar con las que se generan en radio, para dejar un poco más clara la magnitud del asunto.

De acuerdo con el académico “es muy raro que un horno microondas funcione tan mal como para dañar a una persona cercana, incluso en esos casos que son extremadamente raros, no se produce ningún daño más allá de quemaduras y lesiones nerviosas superficiales, así que no habría por qué preocuparse”.

A diferencia de la radiación ionizante, la radiación del microondas no tiene la energía suficiente para dañar el ADN. Los científicos explican por qué esto es crucial para la salud. | Foto: Getty Images/Image Source

¿Perdida de nutrientes?

Otro aspecto que preocupa a muchos usuarios es la posible pérdida de nutrientes al cocinar en microondas. Estudios citados por la OMS indican que, al igual que con cualquier otro método de cocción, algunos nutrientes, como la vitamina C, pueden degradarse al someterse a altas temperaturas. Sin embargo, debido a que el microondas cocina más rápidamente y con menos agua, en algunos casos puede incluso preservar mejor ciertos nutrientes en comparación con métodos como la ebullición.

Por otro lado, la OMS enfatiza la importancia de usar contenedores adecuados cuando se cocina o recalienta comida en microondas. Plásticos no aptos para microondas pueden liberar sustancias químicas dañinas, como bisfenol A (BPA), que se filtran en los alimentos y representan un riesgo para la salud. Se recomienda usar recipientes de vidrio o cerámica que estén etiquetados como seguros para microondas.

Además, se advierte sobre el riesgo de “puntos fríos” en la comida, donde los alimentos no se cocinan de manera uniforme, lo que podría llevar a la proliferación de bacterias. Para evitar esto, es importante remover los alimentos a mitad de cocción y asegurarse de que estén bien calentados antes de consumirlos.

Los expertos coinciden en que no hay evidencia científica que demuestre que el uso del microondas sea perjudicial para la salud.

Impacto ambiental

Un aspecto menos discutido, pero igualmente relevante, es el impacto ambiental del microondas. Según el portal web de National Geographic en español, el microondas es un electrodoméstico eficiente en cuanto a consumo de energía, especialmente cuando se compara con hornos convencionales. No obstante, se subraya la necesidad de un uso consciente, ya que el sobrecalentamiento de alimentos y el uso excesivo del microondas pueden contribuir al desperdicio de energía y, por ende, aumentar la huella de carbono.

En resumen, cocinar en microondas es un método seguro y eficiente siempre que se sigan ciertas precauciones. Los expertos coinciden en que no hay evidencia científica que demuestre que el uso del microondas sea perjudicial para la salud.

Sin embargo, es esencial utilizar recipientes adecuados, asegurarse de que los alimentos estén bien cocidos y ser conscientes del impacto ambiental del empleo del microondas. Como con cualquier tecnología, una utilización responsable y bien informado es la clave para maximizar los beneficios y minimizar los riesgos.