Steve Jobs, cofundador de Apple y una de las figuras más icónicas de la industria tecnológica, no solo dejó un legado imborrable en el mundo de la tecnología, sino que también era conocido por sus peculiares hábitos, como comprar las mismas prendas de ropa, una y otra vez, para no invertir tiempo pensando en qué ponerse al día siguiente.

Entre sus muchas excentricidades, una de las más extrañas era su costumbre de cambiar de auto cada seis meses. Pero, no por un modelo diferente, sino por la misma marca y referencia de vehículo. Este comportamiento, aunque inusual, tenía una explicación lógica que reflejaba tanto su ingenio como su deseo de mantener su privacidad.

Steve Jobs presentó el iPhone al mundo en 2007. | Foto: Getty

Jobs, quien falleció en octubre de 2011, a los 56 años, era conocido por su meticulosidad y por prestar atención a los detalles más minuciosos. Esta característica hacía parte de su vida cotidiana, incluyendo su elección de automóviles.

Jobs prefería conducir siempre un Mercedes-Benz SL55 AMG, un vehículo deportivo y lujoso, valorado en más de 120.000 dólares. Sin embargo, su decisión de reemplazar este coche dos veces al año no solo se debía a su capacidad económica, sino a una estrategia cuidadosamente planificada.

¿Por qué cambiaba el auto?

La clave de esta singular práctica se basaba en una peculiaridad de la ley de California. En ese momento, la normativa permitía a los vehículos nuevos circular sin matrícula durante los primeros seis meses. Jobs, aprovechando este vacío legal, adquiría un coche nuevo cada semestre para no tener que registrar su vehículo y colocarle matrículas. De esta manera, lograba mantener un aire de misterio y anonimato, eludiendo la obligación de exhibir una placa al público y resguardando su privacidad.

Esta maniobra, aunque completamente legal, era extremadamente rara. El cofundador de Apple y Pixar estableció un acuerdo con un concesionario en California para recibir un nuevo Mercedes-Benz SL55 AMG cada seis meses.

Dicha práctica no solo aseguraba que siempre condujera un auto sin matrícula, sino que también se convirtió en una parte reconocible de su imagen pública. Aunque cambiar de auto con tanta frecuencia sería económicamente inviable para la mayoría de las personas, para Jobs, el costo no representaba un impacto significativo en su fortuna.

Un Mercedes-Benz SL 55 AMG color plateado era el vehículo que Steve Jobs compraba una y otra vez. | Foto: El País

Algunos informes sugieren que, debido a la frecuencia de sus compras, Jobs podría haber recibido algún tipo de descuento del concesionario. Sin embargo, incluso con posibles descuentos, esta práctica le costaba millones de dólares al año. Esta suma considerable subraya su disposición a gastar grandes cantidades de dinero para satisfacer sus preferencias personales y proteger su privacidad.

Según fuentes cercanas a Jobs, el magnate prefería que su nombre no estuviera relacionado con ningún tipo de cuestión legal, ni números, ni letras. Por esta razón, no quería tener patentes a su nombre, y para evitarlo, nunca circuló en un auto con patente desde que se transformó en figura emblemática.

El hábito de Jobs de cambiar de auto dos veces al año también reflejaba su deseo de mantener un alto grado de control sobre su entorno personal. Este rasgo de su personalidad se manifestaba tanto en su vida privada como en su trabajo, donde buscaba simplificar y perfeccionar cada detalle.

La decisión de evitar las matrículas es una pequeña, pero significativa muestra de cómo Jobs aplicaba su meticulosa filosofía a todos los aspectos de su vida, tal como la práctica de tener atuendos iguales para cada día.

Jobs gastaba millones de dólares al año cambiando de automóvil. | Foto: 2010 Getty Images

Además de su deseo de anonimato, esta práctica también puede verse como una extensión de su obsesión por la simplicidad y el diseño. Jobs siempre valoró la estética y la funcionalidad en los productos de Apple, y esta misma atención al detalle se aplicaba a su vida personal. El Mercedes-Benz SL55 AMG, con su diseño elegante y gran rendimiento, encajaba perfectamente con la imagen que Jobs quería proyectar. Esta manía, aunque costosa, era una pequeña parte de lo que hacía de Jobs una figura tan influyente y memorable en la industria tecnológica y en la cultura popular.

A pesar de su fallecimiento hace más de una década, las curiosidades y excentricidades del genio inventor nacido en San Francisco, California, continúan fascinando a muchas personas. Su manía de cambiar de auto es solo una de las muchas historias que ilustran su carácter único y su enfoque singular hacia la vida y los negocios.