En la era digital, el correo electrónico se ha convertido en una herramienta fundamental tanto para la comunicación personal como profesional. Sin embargo, esta misma dependencia lo convierte en un objetivo atractivo para los delincuentes cibernéticos.
Desde el robo de identidad hasta el acceso a información confidencial, las consecuencias de que un correo electrónico caiga en manos equivocadas pueden ser devastadoras.
El robo de identidad es una de las amenazas más comunes cuando un delincuente obtiene acceso a un correo electrónico. Con la información que encuentra en la bandeja de entrada, como correos de bancos, facturas de servicios públicos y otros documentos personales, el delincuente puede reunir suficiente información para hacerse pasar por el propietario del correo.
Un ejemplo típico es el fraude financiero, donde el delincuente utiliza la información personal para abrir cuentas bancarias, solicitar tarjetas de crédito o realizar compras en línea. Además, con el acceso a la cuenta de correo, el delincuente puede restablecer contraseñas de otros servicios en línea, aprovechando la función de “recuperar contraseña” que envía un enlace de restablecimiento al correo comprometido. Esto les permite controlar aún más cuentas personales y financieras, incrementando el daño potencial.
Otro riesgo significativo es el acceso a información confidencial. En muchos casos, las cuentas de correo electrónico contienen mensajes con datos sensibles como contratos, acuerdos legales, incluso conversaciones privadas que podrían ser utilizadas para chantaje o extorsión. Los delincuentes pueden buscar y filtrar esta información para explotarla a su favor.
Además, el acceso a correos electrónicos empresariales puede ser especialmente perjudicial. Las empresas suelen manejar una gran cantidad de información confidencial, incluyendo detalles financieros, datos de clientes y estrategias de negocios. Un delincuente con acceso a una cuenta corporativa puede robar esta información y venderla en la web oscura o utilizarla para espionaje corporativo. Las consecuencias pueden incluir pérdidas financieras significativas, daño a la reputación y problemas legales.
Los delincuentes también pueden utilizar un correo electrónico comprometido para difundir malware y realizar ataques de phishing. Al tener acceso a la lista de contactos de la víctima, el delincuente puede enviar correos electrónicos maliciosos que parecen venir de una fuente confiable. Estos correos pueden contener enlaces a sitios web infectados con malware o archivos adjuntos que, al ser abiertos, infectan el dispositivo del receptor.
El phishing, por otro lado, implica engañar a los destinatarios para que revelen información personal o financiera. Los delincuentes pueden enviar correos electrónicos que parecen legítimos, como alertas de seguridad de un banco o notificaciones de una red social, pidiendo a los usuarios que ingresen sus credenciales en una página web falsa. Este método es especialmente efectivo porque los correos parecen provenir de una fuente confiable y conocida.
Para protegerse contra estos riesgos, es crucial adoptar medidas de seguridad adecuadas. Usar contraseñas fuertes y únicas para cada cuenta es un primer paso esencial. Además, habilitar la autenticación de dos factores (2FA) agrega una capa adicional de seguridad al requerir un segundo método de verificación, como un código enviado al teléfono móvil del usuario.
*Este artículo fue creado con ayuda de una inteligencia artificial que utiliza machine learning para producir texto similar al humano, y curado por un periodista especializado de Semana.