Los superrayos, un fenómeno natural de poder desconcertante, han intrigado a científicos y entusiastas del clima durante décadas. Estos fenómenos meteorológicos extraordinarios no solo son increíblemente raros, sino que también desafían la comprensión de la física de las tormentas y la electricidad atmosférica.
¿Qué son los superrayos?
Los superrayos, también conocidos como rayos megaflashes o bolts from the blue (rayos azules), son relámpagos extremadamente largos que se extienden a lo largo de distancias sorprendentes en la atmósfera. A diferencia de los relámpagos típicos, que tienden a ser cortos y rápidos, los superrayos pueden extenderse horizontalmente durante cientos de kilómetros.
Lo que hace que los superrayos sean aún más sorprendentes es su capacidad para atravesar fronteras de países enteros. En algunas ocasiones, un solo superrayo ha cruzado varios Estados, incluso países, lo que muestra la magnitud de este fenómeno.
Cabe mencionar que estos rayos representan tan solo un 1 % del total de rayos registrados y, además, se caracterizan por ser muy fuertes, tanto que incluso son capaces de dañar infraestructuras y barcos.
¿Cómo se forman estos superrayos?
Para comprender cómo se forman los superrayos, primero se debe entender el proceso detrás de los relámpagos en general. Los relámpagos son descargas eléctricas que ocurren en la atmósfera cuando las diferencias de carga eléctrica se acumulan en una nube de tormenta. Esta acumulación de carga crea un campo eléctrico intenso que busca una vía para descargarse. Cuando la resistencia del aire ya no puede mantener esa carga, se produce un relámpago.
En el caso de los superrayos, la formación es similar, pero su alcance es mucho mayor debido a condiciones atmosféricas específicas. Estos eventos a menudo ocurren en regiones donde hay una combinación de factores que favorecen su desarrollo. Estos factores incluyen la presencia de nubes de tormenta de gran altura, corrientes ascendentes poderosas y una combinación única de condiciones atmosféricas que permiten que los relámpagos se extiendan a distancias excepcionales.
Un factor crucial en la formación de superrayos es la presencia de corrientes ascendentes de aire que pueden llevar una descarga eléctrica a grandes altitudes. Estas corrientes pueden elevar el camino de un relámpago por encima de las capas más densas de la atmósfera, permitiendo que se extienda horizontalmente a distancias sorprendentes.
Investigación y estudio de los superrayos
A pesar de su rareza, los científicos han estado estudiando los superrayos durante años en un esfuerzo por comprender mejor este fenómeno natural. La observación y el monitoreo de estos a través de tecnología avanzada, como radares meteorológicos y satélites, han proporcionado valiosos datos para investigaciones científicas.
Así las cosas, un nuevo grupo de investigadores decidió investigar más a fondo sobre los superrayos y encontraron que un informe de 2019 señalaba que los superrayos tienden a agruparse sobre el Océano Atlántico nororiental, el Mar Mediterráneo y el Altiplano en Perú y Bolivia, que es una de las mesetas más altas de la Tierra.
Por su parte, Avichay Efraim, físico de la Universidad Hebrea de Jerusalén y autor principal del último estudio, contó que buscaban entender “qué hace que estos poderosos superrayos sean más propensos a formarse en algunos lugares que en otros”.
Este grupo de expertos tenía claro que las nubes de tormenta suelen alcanzar de 12 a 18 kilómetros de altura y abarcan una amplia gama de temperaturas. No obstante, para que se forme un rayo, una nube debe cruzar la línea donde la temperatura del aire alcanza los 0 grados Celsius. En los tramos superiores de la nube, por encima de la línea de congelación, se produce la electrificación y genera la “zona de carga” del rayo.
En ese orden, ahora, los investigadores debían encontrar respuesta a otras incógnitas, como el tiempo, la ubicación y la energía de determinados rayos. La cual fue resuelta gracias a datos obtenidos de un conjunto de detectores de ondas de radio.
Con esta información en sus manos, el grupo extrajo propiedades clave de los entornos de las tormentas, incluida la altura de la superficie terrestre y del agua, la altura de la zona de carga, las temperaturas de la base y la cima de las nubes y las concentraciones de aerosoles.
De esta forma, buscaron correlaciones entre cada uno de estos factores y la fuerza del superrayo, obteniendo información sobre qué causa rayos más fuertes y qué no. Los resultados del estudio los publicaron en la revista Journal of Geophysical Research: Atmospheres.
Durante su investigación, el grupo de expertos encontró que los aerosoles no tenían un efecto significativo sobre la fuerza de los superrayos. En cambio, una distancia más pequeña entre la zona de carga y la superficie terrestre o acuática provocó rayos significativamente más energizados.
Asimismo, determinaron que las tres regiones que experimentan la mayor cantidad de superrayos (el Océano Atlántico nororiental, el Mar Mediterráneo y el Altiplano) coinciden en que tienen espacios cortos entre las zonas y superficies de carga de rayos.