Se viene una nueva edición de la Convención Bancaria ―un evento importante de la industria financiera en Colombia― y, este año, con varios temas que estarán definiendo el futuro de los bancos y de las instituciones financieras de manera general en el país: digitalización, regulación, inclusión y transformación digital.
En esta edición, la número 56, hay algunos puntos específicos que vale la pena analizar. Uno de los más importantes y del que me ocuparé en detalle en este espacio es el proyecto de Open Banking o, con más precisión, de Open Finance que avanza en Colombia y que abrirá las puertas a una banca transformada con nuevos servicios en el país.
Lo primero que hay que decir es que ya era hora de que Colombia se metiera de lleno a analizar y revisar este tema.
Nuestro país siempre ha sido referente en la región en temas de innovación, transformación y regulación bancaria y financiera. El hecho de tener una industria financiera sólida, desarrollada y avanzada tecnológicamente, ha llevado a que por lo general Colombia esté marcando la pauta en el contexto internacional.
La solidez está demostrada, por ejemplo, en la rentabilidad y rápida recuperación que tuvieron los bancos en 2021, año en el que el país empezó a salir de la recesión producida por la pandemia. Al cierre del año pasado, los bancos en Colombia reportaron ganancias de 13,9 billones de pesos, un 234 % más que en el 2020 y un 27 % más con respecto al 2019.
Se le considera una industria altamente desarrollada ya que tiene al 60 % de la población incluida en el sistema (bancarizada) y que ha evolucionado en buena forma con diferentes ecosistemas de innovación, como es el caso de las Fintech.
Según cifras del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el 11,2 % del total de Fintech creadas en toda América Latina son originadas en Colombia (279 empresas). Nuestro país solo es superado por Brasil y México, pero si los sumamos, entre los tres países acumulan más del 50 % de todas las Fintech latinoamericanas.
Y decimos que es avanzada tecnológicamente porque la industria financiera colombiana ha sabido adoptar en la mayoría de los casos tecnologías exponenciales como las de inteligencia artificial y el machine learning; suele recurrir a la analítica avanzada como solución a varios de sus principales desafíos de negocios; tiene una alta adopción de la nube; emplea recurrentemente soluciones para la gestión de riesgos y la prevención de fraudes; y se apoya en todos estos avances para dar cumplimiento regulatorio, para mejorar el conocimiento de clientes y por ende las experiencias hacia ellos, a través de soluciones como las de customer intelligence.
En Open Banking y Finance Banking, no obstante, el rezago era notorio. Mientras países como México y Brasil ya han reglamentado el tema, Perú, Chile, Argentina y Uruguay están muy maduros en las discusiones iniciales para su reglamentación.
Fue a finales del año pasado que Colombia se empezó a poner al día en este asunto con la presentación del proyecto de “Modelo de Finanzas Abiertas” por parte de la Unidad de Regulación Financiera (URF).
Lo que plantea el decreto es toda una revolución para la banca tal y como la conocemos en la actualidad. Incluye tres frentes que están en proceso de funcionar gradualmente en Colombia con el decreto: Open Banking, Open Finance y Open Data. Todos, en diferentes dimensiones, conformarán un sistema en línea que permitirá cruzar la información de los clientes con los jugadores del sector financiero e, incluso, con las demás actividades productivas.
¿Qué esperar?
La gran fortaleza del Open Banking es apalancar una democratización del sistema financiero. Esto genera que los jugadores del mercado puedan obtener aún más inteligencia de los datos por medio de la analítica avanzada o la inteligencia artificial, permitiéndoles entender mejor las necesidades de los usuarios.
Otro de los beneficios de este sistema de interoperabilidad será la creación de productos ajustados a las preferencias de los clientes, lo cual genera mayor competitividad en el mercado.
Para tener una aproximación a lo que estamos hablando. La consultora e investigadora Allied Market Research calcula que el tamaño de mercado de nuevos servicios derivados del Open Banking alcanzará los 43 mil millones de dólares en 2026.
Pero como lo tiene contemplado el decreto, la idea no es solo quedarse en el Open Banking sino avanzar a Open Finance y a Open Data de una vez. Estas últimas hacen que no solo sea la información bancaria la que pase a ser de los usuarios para una gestión mucho más inteligente e interoperada, sino también la de pensiones, cesantías, gastos en servicios públicos y telecomunicaciones. Es decir, toda una transformación con la información financiera de los usuarios gestionada de manera diferente.
Como empresa que ha acompañado varios de estos procesos en otros mercados, podemos decir que hay dos elementos especiales que se deben tener en cuenta para que este tipo de procesos sean en realidad exitosos.
Por un lado, se debe avanzar en la reglamentación de estos temas de manera acelerada, pero teniendo cuidado de no dejar de lado normas claras que puedan entender los usuarios financieros. Todo debe ser tan claro que no debe haber duda alguna de qué usos de los datos van a estar autorizando y cuál es el nivel de protección que van a tener en esta nueva etapa.
Coincido con expertos en que estos nuevos procesos deben ser obligatorios para todas las instituciones, pero deben darse de manera gradual, progresiva e incluyente para involucrar debidamente a todos los interesados.
Aparte de la reglamentación, un segundo punto muy importante recaerá en los líderes de los bancos, en el convencimiento por parte de ellos de que es el aprovechamiento aún más inteligente de los datos lo que dará verdadero valor a estos avances.
Para ello se requerirán esfuerzos importantes con el fin de actualizar las soluciones analíticas e implementar aún más la inteligencia artificial, machine learning, blockchain y demás tecnologías exponenciales.
Si algo tiene todo este avance hacia el Open Banking o las finanzas abiertas en general, es que se debe apuntar a mejorar los servicios financieros para las personas y esto solo se podrá hacer mediante modelos mucho más avanzados de analítica que permitan obtener y gestionar de mejor forma la información crítica de las necesidades de los clientes, para conseguir apoyarlos en los momentos clave y en la toma de decisiones relevantes.
Es una nueva etapa en la que la tecnología, la adopción de soluciones analíticas avanzadas y el aprovechamiento aún más estratégico de los datos van a ser un gran reto para las instituciones.