La inmensidad del cielo observable es un tema que ha conquistado la atención de quienes hoy viven apasionados por la astronomía. Conocer los misterios del universo y ver más allá de lo que nuestros ojos permiten despierta las emociones aquellos aficionados que pasan noches enteras con su mirada puesta en las estrellas.

Gonzalo Caicedo creció en Buenaventura, rodeado de la exuberante naturaleza del pacífico colombiano. Durante la primera etapa de su vida, vivió bajo la casi permanente nubosidad que caracteriza a esta región. Para ese momento, su mirada aún no se posaba sobre los cuerpos celestes que hoy le roban el sueño.

Tenía alrededor de 20 años cuando, en 1988, se aventuró con su madre a un viaje, en medio de una brigada de salud. En aquella travesía, navegaron por los esteros que abren paso hacia el mar. De repente, un cielo virgen se abrió ante su persona y le presentó una vista que, para ese momento, era desconocida para él.

“En Buenaventura nunca se veía el cielo. De 365 días, llueve 370″, bromeó Gonzalo en su diálogo con SEMANA. Dado que el panorama común estaba adueñado por las nubes, el cielo despejado de aquella noche tocó en lo más profundo de sus emociones. “Yo tengo que conocer el cielo. No sé nada, por lo menos quiero conocer cómo se llama esa estrella”, fue la promesa que se hizo.

Desde entonces, ya han pasado cerca de 35 años y Gonzalo Caicedo todavía recuerda ese preciso momento como el instante en que nació su amor por el cielo. Su motivación continuó y, cuando vino a estudiar a Bogotá, lo primero que hizo fue buscar una asociación de astronomía para comenzar su aprendizaje en ese campo.

Sin profundizar en los aspectos teóricos que abordan los astrónomos en la academia, Gonzalo ha vivido su pasión como un aficionado. Como él mismo se denomina, un simple divulgador de la astronomía.

“Cuando vine a estudiar a Bogotá, lo primero que hice fue buscar asociación de astronomía. Conocí una, que fue la Asociación de Astronomía de Colombia (ASASAC), en ese entonces la lideraba Daniel Gómez. Él era una persona que conocía el cielo. Lo disfrutábamos”, recordó.

Sus primeros años de observación junto a ASASAC no han variado mucho si se comparan con el ejercicio que realiza en la actualidad. La diferencia: ahora conoce el nombre de alrededor de 9.000 estrellas y las ubica en el cielo observable. ¿Qué sigue igual? Su capacidad de asombro aún se mantiene.

Los amantes de la observación astronómica siguen una práctica similar. Buscan un espacio con cielo despejado, sin contaminación lumínica, sacan sus telescopios y comienzan a ver estrellas y demás cuerpos celestes. Todo en compañía de quienes comparten esa misma pasión.

Gonzalo Caicedo de define como un amante de los viajes. A la par de su afición por la astronomía, lidera una agencia que organiza visitas a lugares poco conocidos. | Foto: Cortesía Gonzalo Caicedo.

Para Gonzalo, el verdadero interés por la observación astronómica se mide en el propósito y la constancia que demuestra cada persona. “Cuando empecé en la observación, veníamos 120 personas en tres buses. Se bajaban 120 a las 7:30 p. m., todos viendo Júpiter, Saturno … a las 11:00 p. m., quedaban 100; a la una de la mañana, ya eran 70; a las dos de la mañana, unas 30 … a las cuatro - cinco de la mañana, cuando ya iba a aparecer el Sol, solo estábamos cuatro”, comentó.

Así es como medía el interés de la gente. Gonzalo quería seguir aprendiendo y se quedaba hasta que amaneciera. En época sin internet, la noche era aún más larga. Las revistas con los eventos astronómicos les llegaban tarde, luego de que estos sucedieran. La observación se vivía diferente.

En 1995, cuando hacía una charla en Villa de Leyva, varias personas se mostraron fascinadas con sus aportes. De inmediato, le ofrecieron ir con ellas y liderar otro conversatorio. Esa fue su primera experiencia en incluir una retribución económica a partir de la observación astronómica. Sin embargo, Gonzalo precisó que ese nunca fue la intención y -a la fecha- sigue sin serlo, pues es la pasión lo que mueve su interés por las estrellas.

Gonzalo Caicedo ha memorizado miles de estrellas. | Foto: SEMANA

Tras el Récord Guinness

Cada aficionado vive la observación astronómica de una manera particular. A lo largo de los años, Gonzalo Caicedo se planteó un reto que para algunos podría sonar extraño, pero hoy lo motiva a conseguir un certificado que lo presente como el primero en identificar todas las estrellas que se ven el cielo durante el año.

Según explicó en su diálogo con SEMANA, el objetivo es identificar todas las estrellas que se observan a simple vista, con magnitud 6,5 -es decir, límite de la percepción del ojo- y en oscuridad total, sin luna ni contaminación lumínica.

A manera de ejemplo, Gonzalo hizo el ejercicio de identificación a partir de una aplicación móvil llamada Stellarium, la cual ofrece a los usuarios un mapa con las estrellas.

Una por una, Gonzalo fue saltando entre estrellas y, en efecto, había memorizado sus nombres. Este logro no es nada sencillo teniendo en cuenta que muchas estrellas no tienen nombres convencionales, por ejemplo, hay varias cuya denominación se compone de dos letras y hasta seis dígitos.

“Yo identifico el cielo. No son diez; son 9.110 estrellas. No puedo dar una cifra exacta, puede ser que me presente al Guinness y maneje 8.700 (...). Estoy listo, necesitamos fecha (...). Es necesario buscar un espacio donde deje de trabajar para ir a generar el Guinness. El deseo es empezarlo. Puede que no logre las 9.110 estrellas, pero yo creo que un récord de 8.000 ya es maravilloso”, dijo Gonzalo en diálogo con SEMANA.

Gonzalo Caicedo ha centrado su trabajo en divulgar la astronomía. | Foto: SEMANA

El karate lo ayudó en su camino

Si para algunas personas resulta demandante memorizar unas pocas líneas, guardar en la mente todo un mapa de estrellas -con sus respectivos nombres- no es tarea fácil. Tras alrededor de 30 años de estudio del cielo, Gonzalo Caicedo asegura que maneja entre 8.000 y 9.000 estrellas aproximadamente.

Pero su memoria prodigiosa no se ha limitado solo a almacenar letras y dígitos. En sus palabras, cada estrella es como una persona, con una historia particular. Por esta razón, también ha trabajado para memorizar características propias de cada cuerpo celeste, como sus elementos, temperatura, edad y distancia.

Un detalle de su vida que Gonzalo comparte con orgullo es el aporte que le ha hecho el practicar karate. De hecho, recibió su cinturón negro en Tokio.

“El karate es pulir, pulir, pulir, pulir... eso me ha ayudado bastante”, destacó.

La observación astronómica es un tema que apasiona a muchas personas alrededor del mundo. | Foto: INTERNATIONAL GEMINI OBSERVATORY/NOIRLAB/NSF/AURA

Su propósito

Más allá de inmortalizar su nombre en el libro de récords, Gonzalo Caicedo le apuesta a aportes más significativos. Uno de ellos es motivar a los niños para que desarrollen el gusto por la astronomía, para que la comunidad en general asista a festivales y conozca sobre las maravillas del universo.

Otra de sus intenciones es generar conciencia respecto a la contaminación lumínica, el némesis de los observadores del cielo. Según explicó, la luz artificial de las grandes ciudades ha provocado no solo que se torne imposible ver las estrellas, sino que también ha generado alteraciones de tipo ambiental.

Finalmente, el reto personal que se planteó cuando vio por primera vez aquel cielo en Buenaventura. Ese día se propuso aprender y conocer sobre lo que hay más allá del cielo; hoy, aspira a ser el primero en hacer algo de lo que no se tiene registro: memorizar estrellas.

“También por la necesidad de generar actividades sanas. Hay muchas actividades que no construyen al ser humano. Creo que estoy motivando una que sí, la práctica de la astronomía. También el manejo de la capacidad de asombro, los niños la tienen, pero los adultos la han ido perdiendo”, concluyó Gonzalo Caicedo en diálogo con SEMANA.